En la Argentina, el 10 de septiembre es el Día del Terapista Ocupacional. La profesión surgió en el país como una necesidad del sistema de salud ante una epidemia: la poliomielitis. Hoy, en plena pandemia por el covid-19, el trabajo se adapta, está en pleno crecimiento y más vigente que nunca.
La celebración se remonta a 1956, cuando se produjo una epidemia de poliomielitis en el país y provocó que numerosas personas necesitaran asistencia especial.
Según datos oficiales, en 1956 se registraron alrededor de 7000 casos de polio, y el brote, que comenzó en el partido bonaerense de San Martín, se expandió y provocó una mortalidad del 10 %. Ante ese escenario tan difícil, se estableció en el Centro de Rehabilitación del Lisiado de Buenos Aires, un programa terapéutico que fue el antecedente de la primera Escuela Nacional de Terapia Ocupacional de Argentina y de Latinoamérica, que se fundó en noviembre de 1959.
La Pampa Noticias dialogó con profesionales de esta área para concientizar en qué consiste su trabajo a diario en la provincia de La Pampa y los cuidados que tienen que tener en un contexto de pandemia que mantiene en alerta al país.
¿Qué es la Terapia Ocupacional?
“Es una ciencia que nos permite evaluar a la persona como un todo. Como un ser bio-psico-social. Sin dejar de tener en cuenta la cultura y donde está inserto”, dice la terapista Lucila Cudós. Y agrega: “Nos sirve para ver cuáles son las capacidades e incapacidades de esa persona. Las habilidades que tiene, cómo se desempeña y el motivo por lo cual no está logrando ser independiente en algún punto de su vida”.
El terapista ocupacional interviene para evaluar la manera de poder asistir, rehabilitar y reeducar a la persona para que pueda alcanzar un nivel de independencia deseado.
Lucila asegura que su profesión es parte de su vida y que la hace ser quien es: «La elegí en un contexto desfavorable. Fue a partir de la pérdida de un ser querido. Ahí me la nombraron y me dijeron que la estudie cuando yo estaba haciendo otra carrera. Pregunté qué era y mi cabeza dio un giro de 180 grados», confiesa.
De inmediato, ella supo que la Terapia Ocupacional se transformaría en su pasión. «Mi meta fue recibirme rápido porque yo quería ejercerla y realmente la amo. Es enriquecedora, muy amplia y nunca deja de sorprendernos”, reconoce.
La profesión en La Pampa
Marcela Battaglia también es terapista ocupacional y afirma que este año será muy recordado por los profesionales de la provincia. Asegura que «la pandemia atravesó nuestra práctica profesional de una manera muy especial, sobre todo porque se conformó la filial de la Asociación Argentina de Terapia Ocupacional en la provincia», afirma.
Años de trabajo y un grupo de entusiastas pudieron concretarlo. «Juntos y juntas trabajando en la filial, por el desarrollo de la terapia ocupacional en nuestras comunidades, aportando desde la profesión, a las problemáticas que afectan el desempeño independiente de las personas», agrega Battaglia.
La filial tiene como objetivo facilitar la capacitación, la defensa de los derechos y la lucha por las mejoras laborales. En ese sentido, Lucila no duda en reconocer que en su profesión “todavía somos pocas». Y le pone números a esa realidad: «Hay una colega en Macachín, cuatro en General Pico y sólo 17 ejerciendo en Santa Rosa. La mayoría se desempeña en ámbitos privados, en distintos centros de rehabilitación, centros educativos, pero también están las escuelas y los hospitales», aclara.
«A nivel nacional hubo un crecimiento impresionante. Se ha desarrollado en muchísimas áreas y universidades. Distintas provincias han logrado el Colegio de Terapia Ocupacional y estos últimos años se viene trabajando para que todas las provincias adhieran a la Ley Nacional de Terapia Ocupacional. Es muy importante para la profesión, y para tener un marco legal», reconocen.
Seguir, en pandemia
La pandemia hizo que algunas profesiones tuvieran que reinventarse y modificar hábitos. «En lo personal no paré de trabajar, porque al dedicarme al área de traumatología aguda, muchos pacientes necesitaron seguir siendo atendidos» nos cuenta Lucila.
La tecnología se volvió una herramienta imprescindible para seguir de cerca a los pacientes. Sin embargo, no siempre eso termina por ayudar. «A algunos pacientes los pudimos guiar de forma virtual, pero en otros necesitábamos visualizar cómo estaba la herida, el edema o palpar donde tenía el problema. Nos pudimos acomodar siguiendo los protocolos de bioseguridad y pudimos trabajar bien», señala Lucila.
Para finalizar, las dos profesionales coincidieron que es importante recordar que la terapia ocupacional varia en función de cada persona. «No hay dos personas iguales ni dos tratamientos de terapia ocupacional iguales. Hay que averiguar qué es lo que lo que necesita un paciente y ahí nosotras evaluamos y presentamos un plan de acción», detallaron.