Manuela Naval (24) es vegetariana y después de padecer por un tiempo dolores y malestares constantes, el año pasado confirmó con estudios médicos su diagnóstico: es intolerante al gluten y a la lactosa. A partir de entonces, comenzó a experimentar las dificultades de vivir con restricciones alimentarias, lo que la obligó a recorrer un camino de adaptación, investigación y divulgación.
¿Cómo es vivir con intolerancias alimentarias?
“Es complejo. El supermercado dejó de ser el lugar central para comprar alimentos y las dietéticas son fundamentales. Implicó comenzar a investigar sobre qué y cómo comer. Siempre tengo que llevar viandas en la mochila/cartera cada vez que salgo de mi casa, por las dudas de que no consiga comida apta para mí. Fue necesario el acompañamiento de mis amigos, familia y conocidos. Por suerte, cuando queremos salir a comer, ellos se adaptan a acompañarme a algún lugar que se publicita como un restaurante apto celíacos (por mi dieta sin gluten) y con opciones veggie, así puedo comer bien y rico (aunque eso muchas veces no suceda)”.
Manuela Naval
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La Celiaquía es la intolerancia al gluten, una proteína que se encuentra en el trigo, la avena, la cebada y el centeno. La persona que padece esta enfermedad no puede absorber y metabolizar esa proteína en su organismo. El consumo de gluten afecta a la mucosa del intestino y disminuye la capacidad de absorber también otros nutrientes como la lactosa, por eso a algunas personas (como es el caso de Manuela) el consumo de lácteos también les provoca malestar.
Por otra parte, la sensibilidad al gluten no celíaca (SGNC) es un trastorno 20 veces más frecuente que la enfermedad celíaca. Produce síntomas similares a las que sufren los celíacos, pero sin la reacción autoinmune que produce daño en las vellosidades del intestino. Además, la celiaquía tiene marcadores en sangre, lo que facilita el diagnóstico. En cambio la sensibilidad no y el diagnóstico se realiza por sospecha clínica, es decir, retirando el alimento y volviéndolo a introducir.
Ambas condiciones pueden manifestarse en cualquier etapa de la vida, desde la infancia hasta la adultez. Desde #LPN se consultó con la Lic. Alcantara Sofía @nutrimeal_nutricion: “Lo importante es saber que esta intolerancia no tiene cura, la única solución es un tratamiento oportuno en la alimentación para evitar la aparición de síntomas”.
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Asimismo, la nutricionista pampeana comenta que: “Es muy común que las personas piensen que ya no tienen más celiaquía porque hace un tiempo que no presentan ningún síntoma, piensan que se curaron y en realidad eso no sucede, la intolerancia sigue estando de por vida”.
La odisea de conseguir alimentos
En un país donde el consumo de harinas es habitual, por herencia o por costumbre, buscar otras opciones puede ser una verdadera odisea, aun cuando actualmente existe legislación nacional que ampara los derechos de las personas celíacas.
La Ley Celíaca N° 27196, por ejemplo, establece que las instituciones y establecimientos como comedores, kioscos, restaurantes, bares o locales de comida rápida deben ofrecer al menos una opción de alimentos o un menú libre de gluten (sin TACC). Según cuenta Manuela, esto está lejos de respetarse en nuestra ciudad.
“Lamentablemente, hay muchos comercios que no lo respetan. Cuando quiero salir a comer, muchas veces pregunto previamente al lugar al que quiero ir si tienen opciones sin TACC, sin lactosa y vegetarianas. Hay lugares que responden que no, perfecto porque ahí no voy a comer. Pero hay otros lugares, que responden que sí, se publicitan con opciones aptas y cuando vas a comer no tienen los productos. Además de que no aseguran evitar la contaminación cruzada. Por lo general, cuando no consigo opciones recaigo en lo más sencillo, una ensalada. Pero conozco situaciones de conocidos donde se quedan sin comer y una vez que llegan a sus casas lo hacen ahí”.
Manuela Naval
Pero no solo salir a comer fuera de casa es complicado e implica toda una organización previa, salir a comprar también lo es. Los negocios no suelen tener alimentos sin TACC o sin lactosa. Hay comercios que tienen productos sin TACC, pero no sin lactosa o viceversa. Esto sin contar que los precios de este tipo de productos son mucho más elevados.
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Educar para combatir
Manuela reconoce que aunque existan leyes, aún falta mucho por mejorar. Por eso ve en el activismo y la divulgación un camino para lograr una vida mejor para las personas con intolerancias. En su cuenta de Instagram @Intolerantes a todo comparte sus experiencias cotidianas, información y recetas que prepara con su nutricionista.
Además, difunde emprendimientos o locales de Santa Rosa donde ofrecen productos o comidas aptas para intolerantes, celíacos, veganos o vegetarianos. “El objetivo es poder concientizar sobre el tema, educar sobre las restricciones alimentarias, y acompañar a quienes lo están viviendo. Es un espacio de respeto y empatía. La información se comparte y esa es la intención del perfil”, finaliza.
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