Franco Ramos (46) tiene su taller de fabricación de instrumentos de percusión al fondo del patio en su casa, que construyó él mismo. Comenzó a vender los instrumentos que fabricaba a los 18.
“Recuerdo toda mi vida con instrumentos, mi papá tocaba el bombo, involucró a toda la familia en la música. Con él desarmaba y arreglaba instrumentos. Mi mamá era artesana de la tela. Todo lo que hago de alguna manera es la continuidad de lo que viví en las profesiones de mis viejos. Los saberes son los mismos, solo que adecuados a la época y a lo que me gusta a mi”.
Franco Ramos
Para la fabricación de instrumentos se utilizan principalmente metales, cueros y distintos tipos de maderas
“Los artesanos si no sabemos algo, lo aprendemos. Se nos da bien todo lo manual, y un buen artesano se lleva bien con los materiales. Para hacer la casa aprendí albañilería, carpintería, plomería y electricidad a medida que lo iba necesitando»
Franco Ramos
Desde la adolescencia comenzó a hacer instrumentos, pero cuando terminó el secundario quiso hacer de su hobby una salida laboral. Recuerda que la idea surgió porque veía que todas las cosas que hacía las vendía enseguida. Se tuvo que capacitar constantemente durante toda su vida y cuenta que aún hoy lo sigue haciendo, ya que continúa mejorando las técnicas de armado e innovando en la creación y diseños.

“El último desafío que enfrenté fue hacer una batería completa desde cero, incluso con todos los soportes. El camino del artesano es un camino de toda la vida. Te vas perfeccionando y capacitando a medida que trabajas, porque la misma actividad te presenta desafíos. Y el proceso creativo nunca se termina, siempre uno quiere hacer algo nuevo o mejorar lo que ya hace.”
Franco Ramos
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«Los instrumentos los hago para conectar y hacer feliz a otra persona, no tengo ningún instrumento que haya hecho para mi mismo»
Franco también recuerda que trabajó en una fábrica de camisas en el Parque Industrial de Santa Rosa, donde estaba empleada su mamá. Durante un año trabajó y aprendió cómo se trabaja en serie, y cómo se organiza la producción por sectores, lo cual resultó clave después para aplicarlo a su propio emprendimiento.
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“Odié la relación patronal. Era un obrero más y no teníamos derecho a nada, casi que ni de ir al baño porque te cronometraban todos los tiempos. El horario era de 7 am a 16 pm, y trabajaban en su mayoría señoras costureras humildes y sumisas, que lo hacían por necesidad. Pero yo no quería eso, siempre quise hacer instrumentos profesionales, o semiprofesionales.”
Franco Ramos
Pero las aspiraciones continuaron y luego de dejar su trabajo en la fábrica quiso hacer su propia “fábrica” de instrumentos de percusión.
“A los 25 hice el curso de carpintería de la EPET, 1 año y medio. Pensaba en hacer un emprendimiento profesional, contratar personas, invertir en maquinarias, y armar un negocio propio. Pero había muchas trabas económicas y lograr un desarrollo industrial en Argentina no es simple, y muchas veces incluso no te conviene. Y yo tampoco tenía todo el financiamiento necesario. Por eso decidí laburar sólo y hacer las cosas a medida que pudiera”
Franco Ramos
«Lo interesante es el proceso de crear algo, es lo determinante, cambiar y no hacer siempre lo mismo de forma repetitiva y monótona»
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Sin embargo con su experiencia en la fábrica aplicó algunos de los métodos de producción adaptados a su propia actividad con mucho éxito.
“Empecé a producir instrumentos seriados, y mantenía un stock constante de instrumentos. Luego comencé a salir y mostrarlos en la calle o en ferias. Empecé a trabajar muy seriamente y aprendí no solo a fabricar más instrumentos si no también a arreglarlos. Con el tiempo logré un gran reconocimiento dentro de las ferias, ya que hay jurados, por ejemplo en la Escuela Municipal de Berazategui, que definen si tu emprendimiento es de valor. Y como ellos me dieron ese prestigio y avalaron mi trabajo me invitaban a las mejores ferias. Viajé a lo largo del país al festival de Cosquín, al festival de Catamarca, a Bahía Blanca, Buenos Aires, San Juan y continué vendiendo todos los años en la feria del regalo de Santa Rosa.”
Franco Ramos
El djembé también es llamado yembé, jembe o jenbe y se afina con cuerdas entrelazadas entre el aro de superior, donde lleva el parche, y el aro de inferior.
Rememora que la última adaptación en su trabajo fue en el período de pandemia, cuando se suspendieron todas las actividades públicas y ferias, y no estaba permitido estar en las plazas o calles. También viajar era muy complicado, por lo que su modo habitual de vender era imposible. Desde ese momento atiende pedidos particulares, por lo que la gente puede encargar cualquier instrumento de percusión y él lo fabrica y envía a donde esté el cliente. También comenzó a diseñar y hacer estuches y fundas para instrumentos no solo de percusión, si no también de cualquier otro tipo que se requiera.
Los conocimientos de su madre y de la fábrica textil en la que trabajó ayudaron, muchos años después, a moldear la forma de trabajar en pandemia con los estuches y fundas para instrumentos.
Al preguntarle qué instrumentos fabrica Franco enumera una cantidad de instrumentos desconocida para cualquier persona ajena al mundo de la percusión. Nombra bombos, bombos legüeros, tambores, djembes, cajones peruanos y flamencos, sachas, congas, tambores de candombe, redoblantes, baterías, tambores batá, cajas copleras, kultrunes, y una versión propia de tambores pequeños fabricados en PVC.
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