Camila Pestana (25) estudió para ser pastelera profesional. También se capacitó para ser barista, la especialidad dentro de la gastronómica que estudia el café, cómo prepararlo y servirlo de la mejor manera. Hace seis años se decidió y puso su emprendimiento: Pomelín, una pastelería donde vende postres, tortas, tartas y alfajores. En el Día del Pastelero, desde #LPN les contamos cómo fue que Camila se animó a cumplir sus sueños.
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Desde que era muy chica Camila supo que se iba a dedicar a hacer cosas dulces y que iba a pasar muchas horas de su vida frente al horno. Su madre siempre la apoyó y acompañó en sus gustos. Ambas recuerdan que una vez a la hora de la siesta la mamá tuvo que dejar sola a Camila, que en ese momento tenía ocho años. Se le podrían haber ocurrido miles de travesuras, pero ella eligió hacer galletitas.
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Abrió la heladera y decidió usar la única mermelada que encontró: la de tomate. No se acuerda cómo hizo para encender el horno, y para su mamá es una incógnita, pero cuando empezó a sentir el olor de las galletitas las sacó como si fuera experta. Eso sí: estaban quemadas y crudas al mismo tiempo, además de pegadas a la fuente. Pero Camila no se desanimó, las despegó y las puso en un plato. Cuando su mamá llegó se las comieron juntas. Para no desincentivar la inspiración de su hija la mamá comió sin problemas y sin decirle a Camila que las galletitas no estaban ricas.
A Camila le encantaba cocinar, pero no lo pensaba como un modo de vida. En el momento en el que tuvo que decidir qué estudiar se inclinó por abogacía. Al poco tiempo dejó esa carrera para estudiar pastelería en el Instituto Visión Tecnológica (IVT), también hizo cursos y talleres tanto en Santa Rosa como en Buenos Aires y otras localidades cercanas. Trabajó en un reconocido hotel hasta que se animó a abrir su emprendimiento.
El nombre del emprendimiento surge a partir de un postre que tuvo que hacer Camila cuando estaba estudiando. La consigna era hacer una especie de lemon pie, pero no tenía que ser de limón. La fruta que eligió fue el pomelo y tituló a su postre “pomelín”. Tiempo después, el nombre le pareció simpático y quedó como la mejor opción para el emprendimiento.
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El sueño de Camila fue creciendo de a poco y desde su casa. En 2016 empezó a cocinar tortas y las empezó a vender. Con el tiempo logró conseguir una clientela fiel y sus postres y tortas empezaron a salirle cada vez mejor y más ricos.
Con ayuda de su familia se pudo ir comprando los utensilios, las fuentes, la batidora, el horno y todo lo necesario para poder producir en cantidad. Cuando el espacio le quedó chico decidió mudarse a un departamento con una habitación extra para el emprendimiento.
“El departamento nuevo tenía una cocina mucho más grande, y fue mucho mejor, pero la verdad es que cuando uno trabaja desde la casa tiene desorden todo el tiempo y es inevitable. Además cocinaba a cualquier hora, en varios horarios y con la convivencia el hecho de compartir el espacio terminó siendo un problema”
Camila Pestana
Después de cinco años decidió dar el salto que siempre quiso y alquiló un pequeño local a la calle. Eligió el lugar perfecto: cómodo, chiquito, barato y cerca de su casa. Compró un mostrador y heladeras transparentes. Pero antes de que pueda darse el cambio se enteró de que no le iban a poder alquilar el lugar por problemas burocráticos.
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“Me acuerdo de pensar, ¿y ahora qué hago? Buscaba y buscaba otro lugar y no encontraba nada”.
Camila Pestana
Un día, casi de casualidad, vio que se desocupaba una oficina en la calle Villegas al 68. El lugar no era tan pequeño ni tan barato. Era espacioso, céntrico, hermoso. Era a todo o nada. Camila tuvo fe y se atrevió a dar el paso.
Hoy se cumplen tres meses desde que abrió su local y está feliz de lo que logró. El espacio está totalmente renovado, cambiaron las paredes, el techo, el frente y eligió poner hojas de papeles de colores, una opción colorida y alegre por todos los rincones, incluso un sillón de ratán cuelga desde el techo.
“Ahora llego a mi casa y me aburro. Antes siempre adelantaba rellenos o decoraba tortas cuando tenía un momento libre, en cambio ahora pongo Netflix o uso redes sociales. Aprendí a relajarme”.
Camila Pestana
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Una parte de lo que alguna vez fue la oficina, ahora es la cocina y la otra parte, recibidor. Atrás Camila abrió un espacio para dictar talleres de pastelería. Mantiene el aparador de vidrio siempre con tortas, tartas, postres y el mostrador con budines, galletitas, alfajores, plantas y utensilios de decoración. De esta forma los clientes tienen variedad para elegir y se van felices con lo dulce que deseen.
El local está en Villegas 68 y se puede encargar a través del Instagram @pomelin_ y por Facebook Pomelin. También se pueden hacer encargos al 02954 50-0961.
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