En Argentina, hoy se celebra el Día del Escritor en conmemoración del nacimiento de Leopoldo Lugones, el 13 de junio de 1874 en Villa María del Río Seco, en Córdoba. Lugones fue el primer presidente de la Sociedad Argentina de Escritores (SADE), asociación civil que difunde las obras de escritores argentinos y residentes en la Argentina y vela por los intereses legales y económicos de sus integrantes.
Lugones fue colaborador de La Nación y ganó el Premio Nacional de Literatura en 1926. A los 64 años, se quitó la vida en una isla del delta de Tigre. Tras su muerte, la SADE estableció el 13 de junio como la fecha para conmemorar a todos los escritores.
Leé también De quién es el mar, una obra pampeana elegida por el teatro Cervantes
La noche de 1938 en la que Leopoldo Lugones se suicidó con cianuro y dejó una nota que decía: “Que me sepulten en la tierra sin cajón y sin ningún signo ni nombre que me recuerde. Prohíbo que se dé mi nombre a ningún sitio público. Nada reprocho a nadie. El único responsable soy yo de todos mis actos”.
Si bien Lugones quería mantenerse en el anonimato, podría ser que algo haya salido mal porque desde ese entonces todos los 13 de junio se celebra en la Argentina el Día del Escritor.
¿Por qué Lugones es el escritor argentino? En el sitio oficial Argentina.gob.ar aseguran que se trata de “el máximo exponente de nuestra cultura”. Es el autor, entre otras obras, de: La lluvia de fuego y Las fuerzas extrañas. También de libros de relatos como La guerra gaucha (1905), de poesía como Lunario sentimental (1909) y de numerosas publicaciones de ensayos y biografías.
Cabe mencionar que, por otro lado, se eligió recordar a Jorge Luis Borges con el Día del Lector y la Lectora, el 24 de agosto, en homenaje al nacimiento del escritor argentino Jorge Luis Borges. El autor de El Aleph se cansó de repetir: “Que otros se jacten de lo que han escrito, yo prefiero jactarme de lo que he leído”.
Lugones también fue el director de la Biblioteca Nacional de Maestros durante décadas, algo que sería un dato exclusivamente curricular si no fuera porque en esa institución, conoció a sus 52 años a la mujer de 26 de la que se enamoró.
Leé también Encuentro de Turismo Emergente Patagónico, en La Pampa
La aparición de esa mujer con casi treinta años menos que él sacudió sus cimientos para siempre. Emilia Santiago Cadelago, era una estudiante de profesorado que debía leer una obra de Lugones y que no la encontraba en ningún lado, así que consultó en la institución que Lugones dirigía. Él primero creyó que todo eso le hacía perder el tiempo, pero empezaba algo por lo que estaría dispuesto a perder la vida.
“El sabor de tus labios queridos permanece en mi boca con un gusto de flor, que es el tuyo, mi diamela, y hasta el vacío de mis brazos conserva todavía la suavidad de tu cintura”, le escribió Lugones a Emilia en una de las cartas que iban y venían en medio de una relación clandestina.
Fue “Polo”, el hijo de Lugones, el que complicó los planes de Leopoldo y de Emilia. El hijo de Leopoldo estaba en contra del romance y para lograr destruir la pareja que formaban su padre y Emilia, Polo se apersonó en la casa de Domingo Santiago Cadelago y Emilia Moya, los padres de Emilia. Polo amenazó con declarar insano a su padre si ellos no obligaban a su hija a que terminara la relación.
Leé también Día del Periodista. Hoy es nuestro día
Lo logró: Emilia nunca más aceptó ver a Leopoldo Lugones, que no sobrevivió a la tristeza del fin del amor, que le inventó a su secretaria que debía asistir a una reunión y en vez de eso se tomó una lancha colectiva hasta un recreo del Delta del Tigre, se metió en una habitación, tomó media botella del whisky que pidió a los administradores del lugar y después se envenenó hasta la muerte.
*****
Este contenido es posible gracias al apoyo de nuestros lectores y auspiciantes. Compartí esta nota, opiná, y publicitá en nuestra web, para promover un periodismo distinto en la región: Contacto y Publicidad