Todo sucede en la Iglesia Catedral de Santa Rosa. Esa misma de las puertas de vidrio y el diseño extraño, a veces polémico y a veces extraordinario. Un desayunador, una panadería y a veces una cena para fechas especiales. Un cura, el padre Juan Carlos Cipolla, está al frente de todo lo que allí sucede. «Con el permiso del Obispo«, nos aclara.
La Iglesia funciona como un verdadero refugio para los que por algún motivo -que nunca se pregunta pero se descubre con el tiempo- están en la calle. Trotamundos recién llegados, adicciones, salud mental “elección”, o simplemente soledad.
Desde las 8 hasta las 9.30 la puerta del costado está abierta. Un grupo de voluntarios sirve café con leche, un té, matecocido, agua fresca, facturas, pan, un enchufe para cargar el celular, una ducha, un baño, ropa limpia, un dato, una palabra, una mano, un simple: «¿Como estás?» con una sonrisa y un «Que tengas un buen día«.
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En su mayoría son hombres. Todos los días alrededor de 30. El desayunador es ya un lugar de encuentro, un espacio que se van recomendando cuando ven a alguien en la misma situación.
Se acerca un hombre de mediana edad, devuelve una campera. «Te la dejó acá, me la dieron ustedes» aclara muerto de calor, y deja medicamentos como todos sus días, que le guardan en la heladera.
Casi siempre hay alguien nuevo con mil historias de todos los colores. Lo viven como «algo familiar», cotidiano, de apoyo, de «café calentito» para arrancar el día a la intemperie, a rebuscárselas. Algunos como la única comida hasta el día siguiente. El baño, una incorporación reciente es una de las cosas que mas valoran. Y la lavandería: dejan la ropa, y la llevan lavada al otro día.
Un joven llega un ratito antes de que cierren. Los ojos rojos. – ¿Queda café con leche?, pregunta con toda educación. – Sí, claro. Le contestan las chicas. – Hace dos días que no como, comenta.
Los voluntarios se dividen por días. No es fácil, algunos de los que vienen son muy educados, pero otros pueden resultar «un poco avasallantes». Hay que saber llevarlos. Sus vidas ahí afuera no son nada fáciles. Por lo general sus historias de vida tampoco. Hay de todo.
«Que Dios te tenga en la palma de la mano hasta que nos volvamos a ver» le dice Omar, una de ellos a esta cronista. Es su saludo cotidiano. Como si ahí afuera fuera una guerra.
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Cuando se puede… hay un asado. Todos los días le preguntan -Padre, ¿cuando se juega con un asadito?. La noche de Nochebuena será uno de esos días especiales.
Una Nochebuena. La noche del 24 el Padre Juan Carlos les hará un festejo de Navidad para los que vienen todos los días. Y lo están esperando. Una costumbre que empezó hace 5 años. También los repetirán para Año Nuevo. Toda la comunidad está invitada a donar algo rico, y a sumarse ¿por que nó?, quien esté solo. Quienes participen recibirán las Cajas Navideñas de la campaña Navidad Corazón a Corazón.
¿La gente es solidaria? «Si, muy», comenta Lola, una de las voluntarias. «Pero a veces vienen cosas que no sirven para nada. A la gente le da cargo de conciencia tirar ropa y traen cosas rotas. Nos aliviás el trabajo si ya viene todo en buenas condiciones».
¿Cómo ayudar? Siempre se necesitan voluntarios para cocinar, atender, y repartir. También necesitan ropa de hombre -en buen estado-: mallas, remeras, medias, zapatillas, ojotas, bolsos y mochilas. Y alimentos no perecederos. Lunes a viernes de 10 a 12 y de 17 a 19. Secretaría de la Catedral. Santa Rosa, La Pampa.
Misas de Navidad: domingo 24 a las 10.30 y a las 20 en la Catedral, Misa de Gallo a las 23.30 en el Hospital Lucio Molas. Lunes 25 10.30 y 20 horas en la Catedral.
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