Comienza una nueva fecha patria y feriado nacional. Muchos se preparan para realizar una escapadita o, simplemente, para descansar y comer cosas ricas. El fin de semana, el sábado 25 de mayo, se celebra el 214° Aniversario de la Revolución de Mayo.
¿Qué pasó el 25 de Mayo en Argentina?
El 25 de Mayo se conmemora la formación del primer gobierno patrio en Argentina. Ese día, en 1810, se estableció la Primera Junta, conformada por representantes designados por el Cabildo, que destituyó al virrey Cisneros.
Este gobierno patrio gobernaba en nombre del rey español Fernando VII, cuando la monarquía española se encontraba en crisis tras la invasión de los ejércitos franceses de Napoleón Bonaparte. El 25 de Mayo es el día en que culmina la Revolución de Mayo, un proceso que comenzó el 18 de ese mes, y que resultó en la formación del primer gobierno patrio.
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La Primera Junta estaba presidida por Cornelio Saavedra; Mariano Moreno y Juan José Paso eran secretarios; mientras que Juan José Castelli, Manuel Belgrano, Miguel de Azcuénaga, Domingo Matheu, Juan Larrea y Manuel Alberti fueron elegidos como vocales.
¿Cuáles son las comidas típicas para el 25 de Mayo?
En este contexto, es imposible imaginar una fecha patria sin un locro o una carbonada o unas buenas empanadas, unos pastelitos o el típico chocolate caliente, con churros. A estos platos, se le suman muchos otros como por ejemplo las pastas o un buen asado en familia. Es por eso que desde #LPN te contamos cuáles son los platos típicos de la época colonial para no perderse este fin de semana.
Lo cierto es que no todos los platos que consideramos platos «criollos» fueron propios de los tiempos de la Revolución de Mayo. Algunos formaron parte del menú de entonces, pero sus recetas con el tiempo sufrieron variantes. Sin embargo, hay algunas comidas que sí datan de principios del siglo XIX y se ganaron un lugar dentro del patrimonio gastronómico y la tradición.
El famoso locro
Este plato está a la cabeza de los platos emblemáticos de la identidad nacional. Este guiso de origen prehispánico era típico en la dieta de varios pueblos andinos, teniendo en cuenta de que la alimentación de estos pueblos estaba basada en el maíz, los porotos, la papa y el zapallo.
Se solía decir que el locro de 1810 era casi una colección de todos los vegetales que se conseguían en el Río de la Plata por esos tiempos. La base invariable del locro son los ingredientes autóctonos como el maíz blanco o amarillo seco y pisado, el zapallo y los porotos.
Daniel Balmaceda, historiador y autor de «La comida en la historia argentina«, sostiene en su libro que en 1810 el locro se comía en todo nuestro actual territorio. «De origen quechua, el plato se expandió desde la zona del Alto Perú hacia el sur, y cada quien tenía su propia receta«.
La carne también ganó protagonismo y al locro se le ponía mondongo cortado en pedacitos, cogote de vaca, vísceras, orejas, huesos con carne y patas de cerdo y varios tipos de chorizos, el indispensable chorizo colorado que llegó del viejo continente.
También se sumaron la cebolla de verdeo, la grasa de vaca o cerdo y dos aderezos inseparables de la comida hispana como el ají molido y el pimentón, que le aportaron el sabor picantito y la salsa de tono colorado que lo caracteriza.
Empanadas para valientes
En la época colonial era frecuente comer empanadas, esas que ofrecían los vendedores ambulantes al grito de: “Empanaditas calientes para todos los valientes”.
Con los años surgieron tantas variantes de empanadas en relación a los productos y condimentos de cada región. Podían ser más o menos jugosas, horneadas en horno a leña, de barro o fritas en grasa, más o menos picantes, de carne picada o cortada a cuchillo, con papa (como las salteñas) o sin papa (las tucumanas), con huevo o sin huevo, las dulces con pasas de uva o sin pasas.
Carbonada
La carbonada es un guiso de trocitos de carne vacuna con verduras que tiene papa, batata, zapallo, maíz y arroz, y su nombre se debe a que se cocinaba hasta que todos los leños terminaban convertidos en carbón.
La carbonada forma parte de nuestra cultura culinaria desde los primeros tiempos de la colonización, y se convirtió en uno de los platos más populares en el Noroeste argentino, especialmente en las provincias de Salta y Tucumán. Su consistencia espesa la diferenciaba del puchero español.
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Con el tiempo se fueron buscando maneras más creativas y originales para presentarla: dentro de un gran zapallo ahuecado y cocido al horno. Con el tiempo se le agregó el infaltable choclo y se volvió tan argentina que José Hernández la incluyó en los versos del Martín Fierro.
“Vení, a la carne con cuero, La sabrosa carbonada, Mazamorra pien pisada, Los pasteles y el güen vino… Pero ha querido el destino que todo aquello acabara”.
Martín Fierro
Mazamorra
Para ese 25 de mayo de 1810, el maíz abundaba y había que aprovecharlo. Así nació la mazamorra, cuyo ingrediente base fundamental era el maíz blanco, quebrado, pisado y remojado durante toda una noche, y luego hervido en agua a la que se le añadían unas gotas de lejía, una solución alcalina a base de cenizas cuyo objetivo era separar la cáscara del grano.
Se lo servía con leche cruda y azúcar y, a falta de golosinas, era la delicia de los más chicos, que la comían tanto en el desayuno como en la merienda. Daniel Balmaceda, en el libro “La comida en la historia argentina”, relata que era muy popular la figura del mazamorrero que recorría las calles a caballo con sus tarros y sus pregones: “¡Mazamorra espesa para la mesa y mazamorra cocida para la mesa servida!”.
Pastelitos calientes
“Pastelitos calientes que queman los dientes”, gritaban los vendedores. Los pastelitos dulces también eran las golosinas habituales de carros callejeros, como hoy se puede comprar garrapiñada o una manzana acaramelada. Pero también había salados.
Los ingredientes: masa de harina con agua, grasa y rellena con dulce y fritos en grasa. La versión original tenía algunas características distintas a los pastelitos actuales, dicen que eran redondos y su masa parecida a la de las empanadas. Los actuales llegaron con forma cuadrada y la masa superior se coloca formando un rombo para que queden definidas las distintas capas. Además, son con masa de hojaldre.
Otros platos que se pueden disfrutan durante la fecha patria
La mayoría de las comidas típicas de la época colonial en el Virreinato del Río de la Plata resultaron ser un híbrido entre ingredientes autóctonos y recetas importadas por los españoles.
La carne era muy económica porque los productos que más dinero generaban para la exportación eran el cebo y el cuero. El resto del animal quedaba casi como un desecho, aprovechado incluso por los más humildes.
Entre los postres, se comían las natillas, el arroz con leche (manjar blanco en Cataluña y Valencia, y que había llegado a España varios siglos antes con la invasión musulmana) y la cuajada (un postre elaborado con leche de oveja fermentada). El chocolate caliente también era tradición en las residencias más acomodadas y con el mate era una bebida infaltable en las tertulias.
Los churros se sumaron a la tradición en 1890. Como explica Daniel Balmaceda, la combinación con el chocolate es perfecta, «se volvieron un menú habitual en las lecherías y un plato típico en estos festejos”.
Como guste o como se pueda… ¡a celebrar y disfrutar el Día de la Patria!
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