En estos días se escucha una noticia que vincula al deporte con la violencia y cataloga al rugby como un “deporte violento”, quizás debido al desconocimiento o a una confusión conceptual que equipara un comportamiento brusco, intenso y ofensivo dentro de un contexto deportivo reglado y que tiene unos valores y fines concretos.
En contraposición se están juzgando los comportamientos que fueron llevados adelante -fuera de ese contexto- por un grupo de jóvenes (que jugaban al rugby) y que contaban con una clara intencionalidad de herir, someter, menospreciar y/o discriminar a otra persona.
Es necesario tener en cuenta que el deporte es una actividad que moviliza una gran cantidad de energía que se traduce en comportamientos, acciones, ejecuciones, gestos técnicos, etc. Cada disciplina deportiva requiere para su óptima realización, de determinada cantidad de energía que es utilizada en función del objetivo.
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Por ejemplo: un golfista va a utilizar cierta cantidad de energía enfocada en el gesto técnico (swing) con el objetivo de acercar la pelota al hoyo, un boxeador va a utilizar durante el combate su energía para ejecutar un jab o un gancho y vencer al rival, un rugbier va a utilizar su energía para realizar un tackle e impedir que el rival anote, etc.
Se puede pensar que, a los ojos del espectador común, algunas disciplinas deportivas como el rugby y el boxeo (entre otras) que requieren un elevado nivel de activación psicomotriz para su realización, pueden ser vistas como “violentas”, quizás por la elevada excitación que requieren o por ser deportes de contacto, donde el principal objetivo consiste en vencer y/o derribar al rival mediante acciones/jugadas específicas.
Sin embargo, existe una gran diferencia. Un comportamiento violento es por definición una acción llevada adelante por una persona que busca producir un daño en otra, a través de diversas acciones como pueden ser golpes, patadas, gritos, insultos, descalificaciones, etc.
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Considerar que acciones que configuran una jugada y/o un gesto técnico (como realizar un gancho en el caso del boxeo) son violentas en sí mismas sería incurrir en un grave error y dejar por fuera el aspecto intencional y consciente del hecho, cuestión esencial para definir un comportamiento como violento. En este sentido, cualquier deportista que realice un deporte de combate debería ser tildado de “violento”.
Otro componente a tener en cuenta es que el rugby es un deporte grupal en el cual existe un gran repertorio de jugadas colectivas de alto nivel de excitación que se desarrollan durante la competencia. Al ser una actividad colectiva, es necesario que los comportamientos individuales se unifiquen en función del objetivo grupal y por encima de los intereses particulares.
Esto da lugar a diversos procesos de influencia, comunicación, motivación y cohesión que van a ser singulares en cada equipo. En ocasiones, este comportamiento grupal facilita una especie de “pérdida de la individualidad” , promoviendo que cada integrante del equipo se funda con él y realice de manera, más o menos consciente, comportamientos estereotipados.
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Este fenómeno de influencia y/o contagio grupal puede llevar en algunos casos a que la persona pierda su sentido de responsabilidad individual y le atribuya a ese “espíritu grupal” la responsabilidad de sus acciones y comportamientos.
Definir a un deporte como de “violento” sería incurrir en un acto de ignorancia demasiado simplista y dejar por fuera un análisis exhaustivo de los aspectos psicológicos que motivan a una persona a comportarse de manera violenta, sea o no sea deportista. El rugby posee dentro de su repertorio de conductas deportivas, acciones que fuera de ese contexto, con una mayor intensidad y con una intencionalidad distinta podrían producir la muerte y/o el daño de otra persona.
Pero esto no nos da derecho a considerarlo violento. Más bien, habría que analizar con mayor profundidad la personalidad y los motivos que llevaron a este grupo de personas, que además son deportistas, a ocasionar la muerte a otra persona, con el agravante de haberlo hecho en “equipo”.
Lic. María de los Ángeles Corró Molas, Mg. En Psicología del Deporte. Por consultas para acompañamiento comunicarse por Instagram a @tutoríaspsidep o por teléfono 02954 221691.
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