Simón Cabrera (29) es empleado del Servicio Penitenciario de Santa Rosa, en 2019 estaba haciendo un curso en la escuela de suboficiales en Ezeiza, Buenos Aires, para entrar en el servicio penitenciario federal. Ahí se les designan distintos destinos a lo largo y a lo ancho de toda la Argentina. En ese momento se hizo una promesa: si volvía a La Pampa iba a correr los 42 km. Era por única vez, pero esa promesa se convirtió en un modo de vida.
“Cómo empecé a correr es larguísimo. Fueron todos hechos y acontecimientos personales y así me fui adentrando. Me gustaba correr. Hice una promesa, volví a La Pampa y decidí preparar la maratón. La primera vez solo corrí para hacerla, me propuse poder terminarla bien. Fue hermoso. Solo quería hacerla y nada más. Y me atrapó. Me cambió totalmente la vida”.
Simón Cabrera
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La historia de Simón es bastante conocida en el ámbito del atletismo pampeano: era un chico con sobrepeso que un día dijo “voy a correr”, consultó con un nutricionista, empezó una dieta, se preparó y corrió. Lo que nunca se imaginó es que el atletismo lo iba a atrapar. Podría decirse que una vez que uno cumple con un objetivo, después aparece otro superador.
“Lo más difícil del maratón es el entrenamiento y no el maratón en sí. Todo lo que haces antes de correr, todos los entrenos, todos los esfuerzos, tratar de no perderte nada, equilibrarlo con la vida diaria y con las responsabilidades que uno tiene”.
Simón Cabrera
A Pampa Traviesa
En abril Simón corrió la maratón que se organiza todos los años en Santa Rosa, A Pampa Traviesa, y logró cumplir con sus objetivos: se ubicó tercero y subió al podio en los 42 km. Pudo bajar su marca y estableció un tiempo de 2 hs. 28 minutos 44 segundos. Llegó atrás del tucumano Pedro “Tutu” Gómez, que hizo una marca de 2h 21m 29s, y del rosarino Juan Toledo, a 2h 27m 08s.
Para entrenar para la competencia se tomó la licencia anual de descanso y se fue a entrenar a Salta. “Me fui a Salta porque empecé a buscar otros objetivos, se me iba a hacer imposible obtenerlo si no le dedicaba al menos esos 20 o 25 días de lleno a entrenar. Por las responsabilidades de acá, el trabajo y cuidar a mi hijo, llevarlo al jardín, cumplir con todas mis obligaciones de padre y con mi familia. Estando acá me costaba ceder lugar para poder seguir entrenando. Ir allá era ir a concentrarme y solo entrenar”.
En Salta entrenó a 2600 metros de altura, lo que le permite a los atletas crear glóbulos rojos y de esa manera poder oxigenar la sangre. Es un ejercicio específico para generar resistencia. En el norte, Simón se encontró con atletas de otros países: “Estaba Joaquín Arbe, que representó a la Argentina en los Juegos Olímpicos de Tokio en maratón, también pude hacer muchos entrenos con los de Chile. Me encontré con mucha gente que va a lo serio, que va exclusivamente a entrenar y eso se contagia un poco”.
“Con algunos coincidí con fondos o con pasadas. Yo entrené con un chico de Junín que lo conocí ahí en el río mientras estaba refrescándome las piernas. Charlamos, nos pasamos los números y coincidimos en un par de entrenos. Pero en general cada uno va y hace lo suyo, cada uno tiene su planificación personal”.
Simón Cabrera
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La presión que se siente al correr A Pampa Travies es por cómo los corredores quedan en soledad en la segunda vuelta. Muchos atletas notaron eso, llega un momento en el que sienten que están corriendo solos. “No sabés ni en qué posición vas, porque estás totalmente solo. Tenés al que va adelante o al que va atrás. Pero no conseguís correr en sociedad como es en la media maratón de Bs As o en Rosario, que tenés mayor cantidad de atletas a tu ritmo”, comenta. De cualquier manera, Simón sabe que no tiene nada que perder, sabe que tiene y quiere intentarlo y que una vez que arranca tiene que hacerlo y punto.
“Nunca me sentí presionado. Para mí todo es nuevo, hasta yo me sorprendo. Perder no tengo nada que perder”.
Simón Cabrera
Nuevos objetivos, nuevos desafíos
Simón trata de acomodar el entrenamiento en horarios en el que no afecte ninguna actividad de su día. “No hago que mi familia se amolde al entrenamiento, sino que hago que el entrenamiento se amolde a mis necesidades. Cuando dejo al nene en el jardín o a la mañana los días que estoy de franco o a la noche los días que trabajo. Tengo que moverme y reorganizarme constantemente. Además, siempre entreno muy solo, es un deporte muy solitario. A mí me gusta”.
“Sería fenomenal coincidir con otros atletas como me pasó en Salta, se hace más llevadero y menos doloroso. Más que nada cuando tenés que hacer doble turno que se vuelve complicado”.
Simón Cabrera
Como atleta ya no se conforma con lo que logró, Simón no va a dejar de intentar, año tras año, hacer mejores marcas. Lo que lo limita es el tiempo. “Le dediqué 20 días más y logré estar muy por debajo de lo que quería. Sería un sueño poder representar a la Argentina en media o en maratón. Se me cruza por la cabeza como idea loca en la cabeza, pero es un esfuerzo muy importante y estoy dispuesto a hacerlo”.
“Hasta el kilómetro 32 es todo lindo. Es cansador, pero es lindo. De ahí en más empieza la competencia. Tratás de que los parciales no se te vayan. Se te cruzan un par de cosas: todo el esfuerzo que se hace, el tiempo que se deja a la familia. Yo soy papá primerizo y sentí mucho no poder estar cuando cumplió los 3 años. Pensaba en todos los esfuerzos que hice y en tratar de esforzarme por todo lo que había sacrificado”.
Simón Cabrera
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Simón sigue buscando bajar su marca en 21 km y proyectando mejorar la de los 42. Supone que en agosto va a correr en Buenos Aires y se va a ir acomodando para correr alguna otra carrera más.
“Quiero agradecerle a mi familia por la paciencia y el acompañamiento, a mi entrenador Radamez González y a mi nutricionista, Juan Pablo Bruno. Yo pesaba 130 kilos antes de empezar a correr. Empecé corriendo casi caminando. Empecé corriendo 100 metros y caminaba otros 100. De a poco fui logrando sueños y los sueños están para cumplirse. Ojalá se pueda y surjan nuevos objetivos y desafíos”.
Simón Cabrera
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