La Pampa 2024
Josefina Basso (39) es de Victorica, vivió 20 años en Buenos Aires y hoy, desde Anguil vende sus propios zapatos hechos con cuero y textiles, de diseño y confección totalmente artesanales. Tanto a través de redes y su página web como en un futuro showroom, dispone de su arte para quien desee tener una pieza única en sus pies.
“No soy vendedora para nada, a mi me gusta la parte de la creación, el taller y no tengo la idea de mercado, me cuesta esa parte. Hoy en día hago todo yo sola, armo, corto, coso y vendo”.
Josefina Basso
De su experiencia en Bueno Aires, donde fue a estudiar medicina, cuenta que “una se va con la cabeza medio cerrada y ahí te encontrás con un montón de cosas”. Allá aprendió el oficio del calzado. Recuerda que siempre tuvo gusto por el diseño, siempre estaba haciéndole vestidos a las muñecas, que su “vieja” y sus tías también comparten su gusto por la costura. En general es un oficio que se hereda, pero no es caso porque ella no tuvo familia zapatera.
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“Buenos Aires me pareció gigante, hermosa, me encantó. Encontré un taller en el que aprendía a hacer zapatos. No podía creer que en el primer día ya me hiciera unos zapatos stilettos. Ahí flashé con el oficio, no podía creer que pudiera crear algo funcional, me parecía alucinante. Aprendí con Rubén Sánchez y después pegué buena onda con él y su mujer y me quedé trabajando con él en su taller unos tres años. Ahí aprendí mejor como armarlos, la moldería y cómo coserlos. La elaboración del calzado tiene mucho proceso”.
Josefina Basso
Después se quiso perfeccionar y estudió en otros institutos y colegios de calzados. Llegó el momento que decidió hacer su propia marca, así que tomó clases en San Crispín, un instituto de calzado más de técnicas y estilo italiano, y en el Centro de Formación de Recursos Humanos y Tecnología de la Industria del Calzado (CeFoTeCa) que es más industrial.
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“Estudié bastante, quería pulir las técnicas y descubrir siempre un poco más. Además aprendí muchísimo en talleres que daban personas que tienen el oficio de hace años, encontré viejos zapateros artesanos que fueron para mi grandes maestros. En 2012 puse mi marca Basso Zapatos. Vendí por doce años en Plaza Serrano, en el barrio de Palermo. Hay una feria muy linda para todo lo que es diseño. Y también viajaba a otras ferias”.
Josefina Basso
Hace un año volvió a La Pampa y se fue a vivir en Anguil. Tiene su taller para hacer los zapatos y está armando un showroom con su compañero que hace fileteado porteño, una técnica de pintura y dibujo porteña. Además, su hermana Mica que hace cerámica.
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“He tenido experiencias zarpadas. Unas chicas me compraban en Palermo y les gustó mucho mi marca y al tiempo me ofrecieron vender zapatos en San Francisco, Estados Unidos, y lo hicimos durante tres años. Fue una experiencia muy linda porque sentí que se apreciaba mi trabajo. Tuve varias situaciones de ver o que amigas me manden que vieron a alguien con mis zapatos en la calle Corrientes, o en el subte. Es la parte más satisfactoria del trabajo, ahí ves que los pueden usar y que les resulta útil”
Josefina Basso
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Josefina ahora no volvería a Buenos Aires. “Me gusta tener mi taller acá, un showroom para mostrar qué se hace, cómo se hace y lo siento como parte de la venta y de la experiencia de la compra. Nunca tuve un local porque me gusta que sea exclusivo, mostrar la construcción, el proceso, los detalles. Incluso en la Expo Pymes participé y llevé a mi stand la máquina de coser Singer viejita, como decoración pero también para que vean una de mis herramientas de trabajo”.
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“Me enamoré del oficio, no necesito otra cosa. Me encantaría seguir haciéndolo siempre porque es lo que realmente más me gusta”.
Josefina Basso
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