Claudio Sanso (53) se dedica a la producción de miel con su emprendimiento Néctar del Monte. Empezó como un hobbie. Cuando tenía 15 años su papá compró una quinta cerca de Toay. Encontraron detrás de un galpón materiales para armar un apiario, el lugar donde se crían las abejas. Ya tenían huerta de sandías, melones y verduras y decidieron intentar producir miel. Hoy tienen más de 4000 colmenas.
“Buscamos enjambres silvestres que en ese momento eran chiquitas, negras, violentas y muy agresivas. Fue un comienzo muy complicado. Después ya empezamos a fabricar nuestro propio material y nuestras máquinas exclusivas para producir en todas partes, todo con madera de caldén. La apicultura en La Pampa prácticamente no existía cuando empezamos. Íbamos a pedir permiso a los chacareros de los campos para poner colmenas y no tenían ni idea de la actividad, preguntaban ¿cómo es?, ¿en dónde se ponen? y cosas muy básicas. Al principio ni siquiera buscábamos poner colmenas, solo queríamos agarrar enjambres silvestres de los caldenes para iniciar la actividad”.
Claudio Sanzo

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El trabajo más grande del apicultor es evitar que las abejas enjambren. Esto sucede en primavera: cuando hay un máximo de población nacen varias reinas juntas y cada una de ellas se va llevándose parte del enjambre para formar el suyo propio. Hay que evitarlo a rajatabla porque se va la mayor parte de la producción y pueden mudarse a kilómetros.
Hay muchas técnicas como agregar espacio, quitar partes viejas para darles más trabajo. También sirve para bajar la carga de ácaros y enfermedades que se deben controlar constantemente porque se transmiten entre colmenas.



Néctar del Monte surge hace 7 años cuando comienzan a fraccionar la miel para venderla. También registraron la marca Néctar del Bosque, que produce miel orgánica. Para producirla, es necesario asegurarse de que a 1500 metros a la redonda no haya ningún cultivo, solo flora y flores naturales. Y además en los siguientes 1500 a tres mil metros puede haber cultivos, pero que no sean transgénicos.
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Estas abejas no se pueden curar con medicamentos, solo se utilizan ácidos naturales o aceites esenciales. Tampoco se pueden alimentar con azúcar y requiere varios cuidados extras. Este tipo de miel por el momento se vende a otras empresas, aún no llegó al mercado local fraccionado, pero estará disponible para público general el año que viene.



Otro proyecto es el de producir miel cremosa, que se venderá a partir del próximo mes. Es miel líquida que se cristaliza con frío y luego se pasa por una encremadora, que con una paleta gira la miel en círculos constantemente hasta que logra romper los cristales y formar una consistencia menos transparente y más lechosa.
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Es más fácil maniobrar para ponerla en los alimentos y no se chorrea. Además cambia de sabor y no se puede adulterar como la miel tradicional, que en ocasiones hay quienes en secreto le agregan glucosa de maíz u otros productos más baratos sin que el cliente lo sepa y la venden como pura.



Una particularidad de nuestra miel es que toda la cosechamos en el caldenar pampeano. Al ser una zona semiárida y de ganadería no hay cultivos intensivos como soja, girasol, no hay agroquímicos, fertilizantes, ni contaminación. Las abejas visitan flores silvestres naturales.
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Cada colmena está conformada por la reina que no puede comer por sí sola: tiene siempre 8 abejas nodrizas que están a su disposición, continuamente la higienizan, cuidan y alimentan únicamente con jalea real que ellas mismas producen. Por eso crece hasta alcanzar un tamaño mucho mayor al todo el resto y vive hasta 5 años. Llega a poner entre 1000 y 1500 huevos por día y es la única que lo hace.



El enjambre también tiene a las abejas trabajadoras que recolectan polen y néctar compuesto por un 70% de agua, pero cuando lo llevan a la colmena lo evaporan y lo transforman en miel, que tiene solo un 19% de humedad aproximadamente. Viven 45 días en verano, en plena actividad y hasta 120 en invierno, ya que hibernan.
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Por otro lado, los zánganos son más grandes que las abejas obreras y se encargan de la fecundación de la reina. También de ventilar y mantener la temperatura de la colmena. Tienen libre acceso a cualquier colmena y son los que transmiten las enfermedades porque viajan hasta 45 kilómetros a la redonda.
Además, no pueden picar porque no tienen aguijón y son asesinados por las nodrizas al llegar el otoño. Así que no es necesario alimentarlos en invierno -hay que recordar que no producen miel- y al llegar la primavera la reina pone huevos y vuelve a reiniciarse el ciclo.
Néctar del bosque tiene Instagram, Facebook, mail Raquel.zilinsky@hotmail.com y whatsapp + 54 2954 330112
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