Victoria Mayer hace poco cumplió 23 años, nació en Santa Rosa y cuando terminó el secundario decidió irse a Estados Unidos. Consiguió una beca para estudiar y ser animadora o “cheerleader” y en agosto de 2018 se fue a estudiar Ciencias del Ejercicio y Administración deportiva en la North Carolina Wesleyan University, en Carolina del Norte.
Siempre se quiso ir, su sueño era viajar y conocer el mundo, encontrarse con otras oportunidades, pero le daba miedo alejarse de sus papás, de su melliza, de sus hermanos, alejarse con todas esas dudas que le genera a una adolescente terminar la secundaria, irse de su casa de toda la vida, de su provincia, de su país.
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Victoria empezó a hacer gimnasia artística a los 11 años en el Club Estudiantes, después quiso hacerlo de manera más exigente y competitiva así que se fue al Arenas. Le encantaba todo lo que estuviera relacionado con la actividad física y en un momento, su entrenadora, Nati, le pasó un posteo que encontró en redes que consistía en aplicar para una beca para ser cheerleader en USA.
¿Qué es ser una cheerleader? Son las porristas o animadoras que participan en las competencias deportivas animando a sus equipos. El “cheerleading” consta de coreografías complicadas con música, figuras acrobáticas y elementos de gimnasia y se necesitan muchas horas de entrenamiento a la semana. Además de alentar a sus equipos, es una disciplina en la que se compite tanto a nivel regional como nacional contra otros equipos.
Al principio, ella y su familia dudaban de la veracidad de la publicación. Hasta que vieron que era algo serio y se la jugó. Empezó a prepararse para rendir unos exámenes y mientras se preparaba para aplicar, por las dudas de que no quedara, se fue con su melliza a Córdoba y arrancó la carrera de Educación Física.
Al final, pasó todos los exámenes, pudo hacer el pasaporte y todos los trámites necesarios para irse. En agosto de 2018 sus papás la llevaron a Ezeiza. Irse sola era todo un desafío y la despedida fue triste y difícil, pero los sueños son sueños y están para cumplirse.
Desde que la aceptaron en la Universidad vivió todo lo que desde La Pampa vemos en las series y películas norteamericanas: los jóvenes esperan con mucha ansiedad que se les asigne una beca, se van a la Universidad y se instalan. La mayoría se llevan todas las cosas de su casa, pero Victoria llegaba solo con su valija, así que tuvo que salir a comprar sábanas, toallas, cubrecamas, todo lo necesario para empezar su nueva vida «de película».
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Llegó y empezó con una fuerte pretemporada en la que tenía que entrenar de a dos o tres turnos por día. Una vez que empezaron las clases tenían tres veces por semana “cheer” y dos veces por semana pesas. A eso se le sumaban los partidos de básquet y de fútbol americano y de soccer.
“Yo quería una beca para gimnasia artística, pero me ofrecieron por cheer en otras universidades y pensé que podía ir y ser cheer como en las películas. Había hecho muchos años gimnasia y tenía muy buen control de mi cuerpo, por eso no me fue difícil hacer cheer. Fue súper divertido y todo un desafío. Si bien yo sabía inglés, no tenía idea de todo el vocabulario de cheer. La entrenadora nos explicaba algo y yo no entendía qué era lo que tenía que hacer, entonces me explicaban con señas o me lo mostraban y yo lo hacía. La verdad es que me encantó”.
Victoria Meyer
Victoria se convirtió en voladora o “flyer” que es la persona que por medio de cargadas se lanza hacia arriba, tienen que realizar elementos de equilibrio y flexibilidad. Para ser flyer ella tenía muy buen control de su cuerpo y eso le facilitó un poco las cosas.
El trabajo para cumplir sueños nunca es en vano, Victoria trabajó, se esforzó y llegó a competir en dos oportunidades en los Nacionales que se hacen en Daytona: una vez salieron terceros y en la otra oportunidad salieron cuartos.
En una oportunidad, Victoria llegó a competir con la mano fracturada. Tenaz y decidida a que nada la frenara adaptó la rutina a una sola mano. Había cosas que no podía hacer, pero se esforzó para que el hecho de no poder usar una mano no se convirtiera en un freno.
Entre giros y vueltas, ella siempre se levantó y siguió intentando. “Hay que confiar en las bases”. Los bases son los que tienen la fuerza para tirarla al aire, hacerla volar y también son los que después la tienen que agarrar. Es difícil el trabajo de confianza, pero la confianza también se trabaja. Una especie de salto de fe en el que hay que creer y lanzarse a volar.
“Es una experiencia muy linda y al hacer un deporte es más fácil conocer gente. En cheer yo era la única internacional y eso me ayudó mucho con mi experiencia en todo sentido. Mis amigas me llevaban a sus casas a conocer a sus familias o íbamos de viaje y eso me hacía salir del campus. Recomiendo a cualquier persona que pueda y quiera que la haga. Porque te independizás, aprendés, creces y valorás un montón de cosas”.
Victoria Meyer
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Desde que Victoria está en USA aprendió a valorar mucho más todo el esfuerzo que hicieron sus papás para que ella pudiera vivir esta oportunidad. También empezó a valorar mucho más el tiempo que pasa con su familia. “Antes los tenía todo el tiempo y no me daba cuenta, pero después tenía ganas de estar en casa o de abrazar a mamá o comer comida de mi abuela y no lo podía hacer”.
Victoria estuvo cuatro años soñando y volando. Lo soñó y lo hizo. En mayo de 2022 se graduó y si bien hoy ya no es parte del equipo de cheerleading, ahora está dando clases de gimnasia artística a niñas y también está en una High School. Todavía no sabe si se va a quedar allá, si se va a ir a otro lado o si va a volver.
Lo que sí sabe es que todo es mejor con una sonrisa, que entrenar duro tiene sus frutos, que su familia siempre la acompaña, que las raíces las lleva siempre con ella y que esté donde esté los sueños siempre están para cumplirse.
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