Comenzar la escuela nos inunda de emociones y preguntas. Ansiedad ante lo nuevo (docentes, aulas, horarios, materiales, compañeros, cambios de ciclo). Niños que comienzan el jardín, primer grado, adolescentes su primer año de secundaria y algunos el último, el inicio del fin de su escolaridad.
Dar lugar
Considero que un factor clave en los adultos es el estar y acompañar. Para poder hacerlo nosotros necesitamos “primero organizar la agenda”. ¿Qué significa? Intentar planificar horarios realistas. No somos superhéroes y no nos hace bien a nuestra salud mental y física pretender serlo.
Leé también La Pampa prehistórica: cómo proceder ante el hallazgo de un fósil
Sugiero, levantarnos antes por la mañana, tener ese tiempo para uno mismo, “calentar motores”. Intentar no poner horarios casi superpuestos, que nos obliguen a correr. Combinar con otros padres los traslados, solicitar ayuda de familiares, entre otras opciones.
¿Callejón sin salida o ventana de nuevas oportunidades?
En muchos casos, no tendremos opción y nos encontraremos corriendo y exhaustos. En otros, creemos que no tenemos opciones y cuando nos animamos a pedir ayuda, a cambiar algún horario laboral tan solo unos minutos o dejamos los dispositivos electrónicos, nos damos cuenta que ganamos tiempo y nos regalamos una mejor calidad de vida.
Comparto ejemplos: “Anoté a mi hijo en el mismo instituto de inglés que van algunos de sus amigos, pero luego lo cambié y me siento en paz porque llegamos a buscarlo y a compartir más tiempo con él”. “Me anime a coordinar con los padres de “M” los traslados a la escuela, y me permite llegar tranquila de trabajar”. “Desde que tenemos niñera los viernes, llego a caminar con mi pareja y es el momento en que hablamos sin interrupciones”.
Validar emociones, acompañar transiciones
Volviendo al “dar lugar”, será fundamental alojar todas las emociones del abanico. Comenzar la escuela, para muchos puede resultar amenazante. Los relatos del primer día son variados. Hay niños a los que la cantidad de estímulos del inicio los agobia (presentaciones, aulas llenas, fotos por doquier) y terminan llorando en los brazos seguros de su figura de apego.
En otras niñeces, prevalece la vergüenza, se ensimisman sin registrar mucho al resto. Otros no pararon de hablar y de moverse, etc., etc., y un gran etc.
Leé también Quesería de La Pampa: el sabor artesanal de los pampeanos
En los adolescentes, es clave estar atentos a su sentido de pertenencia al grupo, su relación con los aprendizajes, su nivel de autoexigencia, capacidad de adaptación y flexibilidad.
Cada persona con su perfil sensorial, socioemocional y cognitivo enfrenta el cambio. Cada familia, lo mismo: de aquí surgen las inquietudes que habrá que atender.
Estrategias para las familias
Para aquellos infantes a los que les cueste entrar a la escuela, sugiero que compartan antes, “momentos de conexión” (conversar mientras se desayuna, cantar alguna canción en el auto, jugar un tatetí o un “veo- veo”). Momentos simples, que funcionan como una “batería emocional” y esa carga les dura durante la jornada escolar.
Incorporar rituales que llamo “de protección, despedida”, que tengan la intención de acentuar el “hasta luego” y estoy con vos, te acompaño donde vayas. Puede ser dibujarse algún símbolo del amor que los recuerde (corazones, la inicial del nombre). También, se les puede dejar un corazón hecho juntos en la cartuchera.
Por último, un momento lúdico que recomiendo mucho, es “activar el hilo invisible”, ese que nos une con las personas que amamos (no importa la distancia, los kilómetros que nos separen, no importa si llueve o si sale el sol, si estamos tristes, contentos o enojados) porque no se rompe nunca. La idea surgió a partir de la lectura del libro “El hilo invisible” de Patrice Karst.
Planificar “el después”: “Cuando te busque de la escuela, podés elegir merendar con panqueques o con tostadas con queso”. De esta forma, la noción de volverse a encontrar se hace concreta y asequible en una imagen visual, lo que ayuda a disminuir los niveles de ansiedad. Como dice la canción de Daniel el Tigre “Los adultos regresan”.
Para “el durante”, recomiendo el armado de guías visuales. Puede ser un calendario donde figuren los días de la semana y dentro los nombres de los docentes y los colores de los cuadernos de ese día o las actividades que tengan, con dibujos o palabras según la edad. Así como también “check list” de sus útiles escolares, para preparar su mochila y no olvidar sus pertenencias en la escuela. Generando mayores niveles de autonomía.
Por otro lado, respecto a las relaciones sociales, invitar a compañeros de la escuela a los hogares, facilita generar nuevos lazos y la vinculación intraescolar.
Relación escuela y familia
Resulta fundamental, lograr una buena comunicación. Si algo nos disgusta de la institución a la que asistimos, que no sean nuestros hijos los depositarios de estas críticas. Aconsejo acercarse a la escuela y dialogar, aportar ideas.
Respetar los horarios de entrada y salida. En los casos en los que cueste más la separación, recomiendo llegar antes, caminar la cuadra, despedirse con tiempo, que nuestros hijos puedan interactuar (jugar, conversar) con sus pares antes de entrar.
Leé también Estrellas en las calles y en las rutas de La Pampa
Conversar sobre el sentido de ir a la escuela. Compartir con amigos, aprender de ellos, de sus docentes, a dibujar, cantar, hacer deporte, divertirse. La escuela nos prepara para la vida, demos valor funcional a los aprendizajes. El lenguaje y la escritura en todas sus formas, nos permiten estar en sociedad, comunicarnos, expresar lo que sentimos y necesitamos, entender a los otros, vincularnos.
Cuando no alcanza
Tengamos en cuenta que la metodología de enseñanza-aprendizaje requiere contemplar las necesidades individuales, conocer el perfil de cada niño/adolescente. Cuando esto no alcance o se necesiten adaptaciones de acceso o de contenido, será necesario consultar con un profesional, hacer equipo.
Muchas veces, se reciben consultas de alumnos que presentan marcada impulsividad, desatención, pero cuesta observar al niño o adolescente que sin “hacer ruido”, necesita de nuestra ayuda y contención, o porque permanece más solo en recreos, no pregunta sus dudas, o se retira frecuentemente por dolores de panza o de cabeza. La escuela es una gran oportunidad para observar y alertar a las familias cuando algo preocupe.
Para concluir, sepamos que todo proceso lleva tiempo. Citando a Piaget, primero es necesario asimilar la información nueva, acomodar eso nuevo a lo viejo, para finalmente adaptarnos. Y en estos días aún estamos asimilando los nuevos escenarios y cambios. Así que organicémonos, pero también tengámonos paciencia.
@lic.florenciajaques. Esp. en psicología infanto-juvenil y neuropsicología de niños y adultos. Orientación a padres y escuelas.
*****
Este contenido es posible gracias al apoyo de nuestros lectores y auspiciantes. Compartí esta nota, opiná, y publicitá en nuestra web, para promover un periodismo distinto en la región: Contacto y Publicidad