La Educación en la Argentina está íntimamente asociada a la figura de Domingo Faustino Sarmiento, el maestro sanjuanino y presidente de la Nación, considerado el “Padre del aula”. La fecha fue instituida precisamente en conmemoración de su muerte un día como hoy de 1.888.-
Sarmiento, un hombre de acción querido y resistido en su época, determinó que la educación debía ser pública, gratuita y comun para niños y niñas, algo que no era moneda corriente en la época. Las escuelas, los trenes y el telégrafo fueron impulsados fuertemente por él.
La Educación -decía Sarmiento- distribuirá el Saber necesario para formar los ciudadanos de la nueva nación. Durante su presidencia mandó a construír 800 escuelas y la cantidad de alumnos pasó de 20.000 a 100.000 en un país de 2 millones de habitantes.
Indudablemente los Maestros y Maestras tienen un lugar fundamental como Sujetos difusores de la Cultura y la presencia de la mujer en las aulas por entonces, fue un acto Revolucionario entendiendo que, donde está la Escuela, está la Patria. En su Libro Educación Popular Presente que publicó durante su exilio en Chile, Sarmiento presentó el programa pensado en una Educación Popular, gratuita y obligatoria, sin religión, y para todos los niños y niñas de 6 a 14 años.
Hoy sabemos que enseñar es dejar una huella en la vida de una persona. Un Maestro nos da lo que nadie nos puede quitar: Lo aprendido: la Educación y el Conocimiento. La Educación y la Cultura son la base del progreso y la Felicidad de los Pueblos. Por eso, en este día, todos volvemos a ser alumnos de aquellos abnegados maestros y maestras que junto al saber nos dieron su alma.
«Aquellos abnegados maestros y maestras que junto al saber nos dieron su alma…»
Juan Carlos Carassay.
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La Educación en Santa Rosa. La primera Maestra
Indudablemente que unas de las preocupaciones del fundador de lo que sería más tarde la capital del Territorio de La Pampa Central fue el tema de la educación de los niños que ya vivian aquí antes de la fundación. Aunque al principio se dijo que la primera mujer que enseñó a leer en la Estancia La Malvina a los 8 niños que residían allí, hay pruebas evidentes que nunca trabajó en la Escuela desde que se fundó Santa Rosa.
Precisamente quién quedó en la historia como la primera maestra del incipiente pueblo, nació el 3 de noviembre de 1.873 en Villa Mercedes, San Luis. Se trataba de Enriqueta Schmidt quién cursó la escuela primaria en Río Cuarto y la secundaria en la Escuela Normal de La Plata.
Enriqueta era tan solo una niña de 17 años cuando dejó sus estudios en La Plata y llegó acompañando a su madre María Cabral de Schmidt a fines de 1.890. En realidad llegaron por unos días a visitar a su hermano Juan, quién había sido conchabado en la Estancia Las Malvina. Convivieron en el lugar hasta que un dÍa, Tomás Masson, quien ya sabía que fundaría un pueblo, las invitó a quedarse.
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Enriqueta aceptó gustosa el desafío de enseñar aunque no tenía el título. Cuando se fundó el pueblo, la joven maestra y su madre se instalaron en una casona ubicada en la esquina de Gil e Yrigoyen que por entonces se llamaba Viejobueno. Dice la historia-contada en su momento por la inolvidable Hilda París– que la joven enseñaba a sus alumnos colocando grandes carteles de cartón a la manera de pizarrón. Si bien dejó sus estudios faltándole un año, Enriqueta se mantuvo muy actualizada. Su hermana casada con Bonnet uno de los primeros pobladores, le enviaba constantemente material de sus amigas de La Plata y buenas cantidades de libros que ella leía a sus alumnos.
La primera escuela funcionó en dependencias de la Municipalidad junto al Juzgado de Paz pero cuando designaron al primer Comisario del pueblo Enrique Valerga, Enriqueta Schmidt debió cederle una pieza para su familia por lo que su escuelita fue trasladada a la calle Viejobueno, hoy 9 de Julio. Luego de unos años el nuevo lugar de funcionamiento de la Escuela de Enriqueta, fue la esquina de González y Vallé (Hoy Don Bosco) donde con el tiempo tuvo su comercio de carnicería un apreciado vecino español Don Benedicto Izcué.
Por entonces era la periferia de Santa Rosa con gran cantidad de baldíos. Se especuló en aquellos tiempos que como la joven no tenía título habilitante la ubicaban en barrios lejanos al centro donde concurrían niños pobres con ganas de aprender. Y allí la obra de Enriqueta Schmidt fue formidable; con mucha dignidad, humanidad y altruísmo se ganó el afecto sincero de sus pequeños y la escuela simplemente se llamó: Enriqueta.
Finalmente la Escuela fue trasladada al edificio construído en la Avenida Roca de entonces, donde hoy funciona la Escuela Hogar.- La primera Escuela de Santa Rosa comenzó con una inscripción de 28 alumnos, 14 niñas y otros tantos niños, todos hijos de aquellos primeros pobladores que desafiaron la inmensidad de las pampas.
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Enriqueta Schmidt se casó con un señor de apellido Lucero, también maestro con quién tuvo dos hijos varones. Cuando Enriqueta alcanzó el beneficio de la jubilación en 1.928 decidió trasladarse a Buenos Aires con su familia para que sus hijos estrudiaran en la Universidad y allí vivió hasta sus últimos días.
Sin embargo, en 1.942, y poco antes de los festejos del cincuentenario de la primera Escuela, Enriqueta Schmidt aportó datos importantes sobre su fundación y funcionamiento, que hoy comentamos. Incluso fue invitada a participar de los actos para los que viajó especialmente. Fue hermoso el recibimiento que le hicieron sus ex alumnos cuando el tren que la traía desde Buenos Aires arribó a la vieja Estación. Es que la ilustre y abnegada maestra volvía a la ciudad donde había dado y recibido tanto cariño desde cuando llegó siendo casi una niña, con solo 17 años.
Nuestras queridas Maestras
Y como todos los años para este día, los que alguna vez fuimos alumnos de blancos guardapolvos, henchido el pecho de fervor patriótico y cuidado respeto por los mayores, guardamos un cariño inmenso para esas abnegadas maestras que ya en el cielo o aún en la tierra algunas, se han ganado nuestro corazón para siempre.
Como cada uno recordará a sus maestros en silencio, o a los gritos, yo quiero hoy dar testimonio de agradecimiento eterno para mis adoradas maestras como Dorita Garro que me recibió tembloroso y con miedo en primero inferior de la Escuela No. 1 Domingo Faustino Sarmiento, la primera de la ciudad, y las amorosas de Segundo, Quinto y Sexto grado: Sra. de Molas, Inita Correa De Del Viso y Carmencita Moyano. Dulces como el azúcar, madres de corazón, Maestras por vocación, educadoras con rectitud, que nos guiaron por el camino digno.
No cambiaron el mundo, pero fueron capaces de cambiar a las personas que pueden cambiar el mundo.
¡Feliz Día queridas Maestras y Maestros!
Juan Carlos Carassay, locutor y periodista. Más de 50 años de pasión por la comunicación y el deporte. juancarloscarassay@gmail.com
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