Frases de este tipo son frecuentes entre madres y padres que acompañan a sus hijos y a sus hijas durante la práctica deportiva. En psicología del deporte hablamos de la importancia de la tríada deportista, familia y entrenador para lograr un sano crecimiento deportivo. Pero… ¿Cómo es el acompañamiento de madres y padres en torno al desarrollo de sus hijos?
Profundizando más allá de la clasificación en padres indiferentes, equilibrados y sobreprotectores que hacen algunos autores, es necesario reflexionar acerca de cómo piensan, sienten y actúan madres y padres en torno a la práctica deportiva de sus hijos.
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Podemos observar que el acompañamiento, en ocasiones, dista mucho de ser positivo y alentador. Por el contrario, expresa más las creencias y expectativas de los padres que las de sus hijos. Nos encontramos con una idea de fondo que sostiene que equivocarse y encontrar obstáculos está mal porque genera frustración y emociones de tipo “negativas” en los niños.
Esta mirada sesgada se enfoca únicamente en los resultados, priorizando la inmediatez de los logros por sobre los procesos de aprendizaje. Frente a un entrenamiento que no salió como se esperaba, frente a una competencia en la cual el desempeño fue deficiente y el resultado negativo, el mensaje de muchos padres y madres es realmente desalentador, buscando “culpables” externos y dramatizando por demás la derrota.
En este punto, vale la pena preguntarse como adulto referente ¿qué estamos enfatizando a través de esos comentarios? ¿Qué ideas sembramos en nuestros hijos respecto al esfuerzo, la perseverancia y las dificultades? Si consideramos que las habilidades psicológicas que se aprenden en el deporte servirán también para la vida en sociedad es posible hacer el paralelismo por ejemplo con el estudio.
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Siguiendo esta línea de pensamiento, frente a una mala nota ¿le diríamos a nuestros hijos que es por culpa del profesor, que era muy difícil y que es mejor que abandone o cambie de colegio? ¿O sería más conveniente educar sobre la oportunidad que se esconde tras cada error y animarlo a que lo vuelva a intentar?
Si en lugar de asociar el enojo, la frustración y la desmotivación con el error comenzamos a verlo como un aprendizaje, como una oportunidad de cambio y crecimiento, sin dudas tendríamos niños más fuertes, más seguros de sí mismos y más resilientes.
Esta sobreprotección del mundo adulto limita el desenvolvimiento del niño en el mundo real, alimentando la fantasía de que siempre todo saldrá como se espera, dañando a sobremanera su autoestima, quitándole al niño la posibilidad de ensayar, de ser creativo, de confiar en sí mismo, de conocerse y, en definitiva, de crecer.
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Resulta necesario repensar los contextos deportivos, configurando entornos flexibles, donde el error sea visto por adultos y niños como una oportunidad de aprendizaje, y donde el enojo sea transformado en una emoción potenciadora que es posible aprender a gestionar.
Cultivar la importancia de centrarse en los procesos en un mundo caracterizado por la ansiedad y la búsqueda incesante de resultados es verdaderamente un desafío. Crear espacios formativos para padres y madres es una asignatura pendiente que el mundo del deporte está pidiendo a gritos en pos del crecimiento saludable de nuestros hijos.
Lic. María de los Ángeles Corró Molas, Mg. En Psicología del Deporte. Por consultas para acompañamiento comunicarse por Instagram a @tutoríaspsidep o por teléfono 02954 221691
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