Recuerdo con sensación de presencia cuando aquel 10 de abril de 1994 apareció entre nosotros la imponente figura de aquel morocho de Fiorito que ya era primera figura mundial y la AFA fue a buscar desesperadamente para que nos salve en EEUU 94´.
Había aceptado la invitación de un campesino, y buscando tranquilidad para entrenar, eligió El Marito, el campo del Sr. Ángel Rosas, ubicado a unos 60 kilómetros de Santa Rosa.
Tenía por entonces como apoderado a un flaco canoso llamado Marcos Franchi quién me invitó mediante nota firmada por Diego, como a otros colegas, a visitarlo en esas tierras detrás de Toay.
Llegó con su esposa de entonces y sus dos hijas que jugaban todo el tiempo mientras su padre corría por esos caminos de tierra. También hacía fútbol con sus amigos y algunos locales como Miguelito Diaz.
A mí no me aceptaron porque no querían marcadores fuertes para el 10, porque el Mundial estaba cerca.
Su día lo completaba con duras sesiones en el gimnasio de Omar Lastiri, amigo del Dr. Lentini, quién controlaba su salud, terminaba haciendo box con Miguel Campanino y nadaba en la pileta del Club All Boys.
Recuerdo que la gente lo seguía por todas partes cuando advertía su presencia aunque no permitían al público el acceso a los lugares de entrenamiento.
La foto tiene un significado especial para mí. No había peor cosa para Diego que se le colgaran del hombro para saludarlo; reaccionaba mal siempre porque decía que lo tenían cansado con eso. Por eso la instantánea dejó para siempre el momento en que le digo que iba a tener la foto que pocos tienen abrazándolo. La sonrisa cómplice de Diego es demostrativa.
Después lo seguí en partidos preparatorios, y un mes y pico en los Estado Unidos, transmitiendo el Mundial. Y siempre recordó como muy buenos sus días en La Pampa.
Han pasado nada más que 30 años de aquello, por lo que están frescos los recuerdos de la muy comentada llegada del más grande en su tiempo a tierras pampas.
Antes había jugado en General Pico con Argentinos Juniors frente a Costa Brava cuando era un pibe. Aquella vez no habló con nadie y solo pude cambiar unas palabras con él en los mingitorios del Aeropuerto poco antes de la partida del avión a Buenos Aires.
Hoy no es una fecha cualquiera. Son 30 años de Diego Armando Maradona en La Pampa.
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Juan Carlos Carassay, locutor y periodista. Más de 50 años de pasión por la comunicación y el deporte juancarloscarassay@gmail.com
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