Qué importante es que seamos capaces de pedir ayuda, sentirnos libres de expresar la ambivalencia que suele acompañar a estos nuevos roles. Hacer tribu, rodearnos de profesionales que nos contengan, no solo desde la información, sino también desde la “conexión empática” y el trato amable. Sabernos comprendidos y respetados en el abanico de sensaciones que acompaña el criar.
Como reconforta encontrarnos con personas que transiten la misma etapa, compartir sin necesidad de explicar, entendernos sin necesidad de hablar. De aquí la importancia de los grupos. En algunos casos con los “amigos de siempre”, y en otros, en la búsqueda de nuevos espacios de pertenencia.
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No hay un modelo perfecto de criar, ni aspirar a la perfección considero sea el camino. Citando a Winnicott, alcanza con ser “suficientemente buenos”. Y aquí me quiero detener.
Considero que lo importante es trabajar en el autoconocimiento, de nada sirve perpetuar de forma automática modos de nuestra propia crianza que nos dolieron, aunque luchemos por negarlos o justificarlos. Tampoco considero que sea sano quedar pegados a esa etapa, cuando cada nuevo día es una oportunidad de aceptar, elaborar y transformar nuestra vida. Fácil no es…
Requiere de un gran trabajo de buceo personal para poder superar ataduras que no nos dejan avanzar. Como adultos somos libres de elegir qué nuevos caminos queremos explorar y transitar. Hoy en día la oferta de espacios para trascender es amplia y para todos los gustos.
Ahora bien, cuando deseamos criar, nos convertimos en responsables de la vida de alguien más. Y no de cualquier persona, sino uno que nos necesita ni más ni menos que para vivir, en una relación completamente asimétrica.
La infancia representa la vulnerabilidad de nuestra raza humana. Los niños y niñas en desarrollo conllevan una gran responsabilidad. Es la etapa en la que se construyen los cimientos de la estructura que los acompañará durante toda la vida.
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A nivel neuronal, decimos que se forjan los caminos neuronales para conocer e interpretar el mundo, y actuar en consecuencia. En edades tempranas, el cerebro es plástico, como una “esponja” y absorbe los aprendizajes, modificándose funcional y estructuralmente.
Por lo tanto, como adultos comprometidos, sugiero que, cuando registremos que no nos alcanzan las herramientas para sobrellevar los avatares diarios, hagamos tribu, solicitemos ayuda, consultemos.
A veces creemos que existe solo un modo de resolver las cosas o estamos tan empapados de nuestra realidad, abrumados, que sentimos que algunas situaciones no tienen salida.
Considero que todos podemos darnos la oportunidad de conocer algo nuevo. Y, ver que de “lo novedoso” se podría acomodar a mi estilo de vida, de familia.
En este sentido, pensé en una propuesta para acompañar a los padres, ya que no existe un manual que indique cómo serlo. Por lo tanto, el próximo sábado estaré dando un taller sobre la temática y una de las preguntas que invitan a la reflexión es: “¿Qué tipo de hijos e hijas queremos criar?” “¿Qué obedezcan por miedo porque yo lo digo?”
“¿O que forjen un criterio propio en base a argumentos sólidos que tengan que ver con su autocuidado y el cuidado de los otros?”. Y, para que enfrenten al mundo: “¿Cómo queremos prepararlos?” Los límites son necesarios y deben estar siempre. El cuidado a tener presente es que no sean arbitrarios o abusivos.
Desde otro ángulo, poner límites implica ser capaces de sostenerlos y muchas veces involucra ver la frustración en los hijos y las hijas. Esa frustración en su justa medida, ayuda a fortalecerlos. La vida está llena de momentos de calma, de logros, y llena de momentos de tempestades y caídas.
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Suena sencillo escrito en un papel. Pero reconocemos que cada uno de estos momentos está colmado de matices y preguntas. El objetivo no es generar culpa o ansiedad. La invitación es a escucharnos, cuidarnos para poder cuidar a otros, y conectarnos emocionalmente. Y desde allí conocer nuevos recursos, enriquecernos y accionar.
En el taller abordaremos algunos ejes de la crianza. Contextos que favorecen la regulación emocional, necesidades básicas, herramientas de regulación, abordaje de “berrinches”, conductas impulsivas y desafiantes. Y, la necesidad de conocer el perfil cognitivo, emocional y sensorial de cada niño, para otorgarle los recursos que necesita para funcionar en el mundo y tener una mejor calidad de vida.
Para finalizar, cabe destacar que los cambios no son de un día para el otro, muchas veces alcanza con darnos cuenta qué situaciones del día a día quisiéramos que fuesen diferentes e ir por ello. Siempre hay luz, aunque a veces nos percibamos en la total oscuridad. Hay luz…
Para solicitar información sobre el taller se puede escribir por mensaje directo al Instagram @lic.florenciajaques o al mail florjaques@hotmail.com
@lic.florenciajaques. Esp. en psicología infanto-juvenil y neuropsicología de niños y adultos. Orientación a padres y escuelas.
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