Una vez más el escándalo de la fiesta de cumpleaños en la Quinta de Olivos en plena pandemia, y en un momento de cuasi estado de sitio, pone sobre el tapete el lado más oscuro de nuestra élite dirigencial: la ética política.
Por un lado el concepto de legalidad hace referencia a aquellas acciones fraudulentas o no permitidas por un código y sus resultados punitorios, y desde este punto de vista el arreglo alcanzado por nuestro presidente y su pareja no dejan dudas al respecto, ya que cuenta con todo el aval de la ley. Mientras tanto la ética nos habla de aquellas normas universales, que basándose en ciertos valores morales, transciende las peculiaridades culturales o grupales. Es decir, la moral nos habla del accionar humano dentro de un sistema de costumbres y hábitos, por lo que sucede que lo aceptable moralmente en un grupo quizás no lo sea en otro, mientras que la ética trata de crear puentes entre los distintos grupos en base a aquellos valores supremos.
Ahora bien, teniendo en cuenta que en nuestra sociedad se puede observar claramente dos grupos netamente diferenciados desde el punto de vista de la moralidad: la amplia mayoría de la clase política y el común de los ciudadano.
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¿El arreglo alcanzado por el presidente es éticamente correcto? Si tenemos en cuenta la página oficial Argentina.gob.ar referida a principios y deberes éticos de los funcionarios públicos, esta aclara puntualmente que el funcionario deberá velar por los intereses del Estado, orientados a la satisfacción del bienestar general, privilegiando de esta manera el interés público por sobre el particular. Ateniendonos a esto…¿pudo un hombre del derecho como nuestro presidente, haber actuado de dicho modo por ignorancia?..pudo pensar que con 15000 dólares era capaz de llevar paz a todos aquellos ciudadanos que se vieron afectados por sus demagogicas medidas pseudo paternalistas; desde aquel ciudadano que perdió todo su capital de trabajo, a quien vio a su hijo sumergirse en la ignorancia porque no pudo asistir a la escuela, o hasta a quien no pudo despedir a un familiar en sus últimas horas de vida?…pudo no distinguir cabalmente entre lo legal y lo ético?
Cada lector seguramente será capaz de extraer su propia conclusión en base a sus convicciones éticas y políticas, pero lo que a mi concierne me queda claro que deberá permanecer en el sillón de Rivadavia hasta el final de su mandato, tan solo por el bienestar democrático de nuestro pueblo, si bien eso no lo exime de los errores cometidos en perjuicio de la Nación.
José Daniel Fornerón. Docente de Geografía en General Pico. josedanielforneron@hotmail.com