Los estudiantes Micaela Quiroga y Franco Moreno demuestran cómo la educación y la innovación pueden abordar problemas reales. Con el respaldo del Club de Ciencias TecnoEpet de Realicó, desarrollaron un detector de monóxido de carbono que promete mejorar la seguridad en los hogares. El invento los llevó a ganar el Oro en una competencia internacional. #LPN conversó con el equipo para conocer más sobre el proyecto.
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Según cifras del Ministerio de Salud de la Nación, en Argentina fallecen en promedio 250 personas al año debido a un asesino silencioso: el monóxido de carbono, un gas incoloro, inodoro e insípido, que es tóxico para seres humanos y animales.
Este problema ocurre en todo el país, pero en La Pampa es especialmente recurrente durante los crudos inviernos que acostumbramos tener. En 2023, Camuzzi, la distribuidora de gas natural, registró más de 50 casos de intoxicaciones por monóxido de carbono en su zona de concesión.
Esta problemática motivó a Micaela Quiroga y Franco Moreno, dos jóvenes realiquences de 18 años, a diseñar un detector de monóxido de carbono que incluye un sistema de alarmas visuales, sonoras y de extracción. El dispositivo fue creado para detectar la presencia del gas en el aire y actuar rápidamente para ventilar el ambiente, evitando así la intoxicación.
Este desarrollo les valió el premio oro en el Concurso Iberoamericano de Proyectos Estudiantiles en Ciencia y Tecnología, organizado por la Sociedad Latinoamericana de Ciencia y Tecnología (SOLACYT) y realizado en mayo en la Universidad Autónoma de Guadalajara (México). Ambos alumnos representaron internacionalmente a la EPET N° 6 de Realicó y fueron acompañados y asesorados por el profesor Daniel Morales.
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Cómo funciona
Franco explica que el dispositivo consiste en un sensor inteligente con un sistema de semáforo. El color verde indica que el ambiente está libre de monóxido de carbono. El amarillo señala la presencia inicial de monóxido (momento en el que suelen aparecer los primeros síntomas de intoxicación) y emite un sonido de alarma. Luego está el rojo, que indica niveles peligrosos de monóxido, los cuales pueden ser mortales en pocos minutos. «La idea es extraer el aire antes de llegar a esos niveles peligrosos«, afirma el estudiante.
Cuando el monóxido alcanza 50 ppm (partes por millón), se activa la extracción. En paralelo, dispara una llamada telefónica de emergencia hacia algún familiar y bomberos.

«A 10 ppm es un nivel normal, a 25 ppm empiezan los síntomas, y a 50 ppm puede ser mortal en pocos minutos. Nuestro objetivo es que a los 25 ppm se active una alarma y la ventilación, porque las personas suelen morir en sus camas al sentirse cansadas, con dolores musculares y mareos, se acuestan a dormir y el monóxido, al ser un gas denso, se acumula a la altura de la cama, provocando intoxicación rápida«.
Franco
En cuanto a dónde va instalado el detector, Micaela advierte que deben estar lejos de las ventanas y puertas: «Si está muy cerca del calefactor, puede leer erróneamente, y si está cerca de una puerta o ventana, la ventilación puede alterar los registros de ppm. Lo ideal es colocarlo en una esquina de la habitación para que funcione correctamente».
Tras haber ganado la Infomatrix en México, más que asistir a la próxima instancia de la competencia a nivel mundial en España a fin de año, los jóvenes están ansiosos por comenzar con el proceso de producción y comercialización, algo que consideran urgente: «Estamos intentando que el proyecto salga al mercado directamente. Hemos hablado de la necesidad de empezar a producirlo, porque últimamente han habido muchos casos de intoxicación», dice Micaela.
«Estuvimos hablando con la Agencia CITIA para seguir el desarrollo e incubarlo en el Polo Tecnológico. Esa es la idea, también llevarlo a un área más comercial. Por ahora, el producto en sí ya está terminado, al menos en gran parte. Ahora queremos ir viendo algunos detalles, aunque el diseño ya es funcional».
Franco
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Daniel Morales, docente asesor del equipo, comenta que si bien no se puede patentar el proyecto porque lleva ya un tiempo mostrándose, ahora buscan pagar el derecho de autor y el modelo industrial:
«Una vez hecho eso, la idea sería empezarlo a realizar. Nos estaría faltando encontrar las inversiones para comenzarlos a fabricar, o por lo menos hacer dos o tres por mes y empezar a usarlos en lugares que los necesiten. Eso estamos hablando con CITIA. Podría ser de paso como un microemprendimiento para los chicos, que están terminando el colegio».
Daniel
Semillero de ciencia
Los chicos cursan el último año y forman parte del Club de Ciencia y Tecnología TecnoEpet. Las actividades del club tienen lugar los viernes por la tarde, fuera del horario escolar. Cada alumno llega con un problema que le gustaría resolver, y a partir de ahí comienzan a trabajar en soluciones. Después de la participación del equipo en Infomatrix México, cuentan la asistencia aumentó considerablemente, y actualmente unos 20 estudiantes trabajan en distintas ideas de proyectos de investigación, ciencia y hasta robótica.
«La idea del club, que venimos trabajando desde que se formó en 2018, es darle una oportunidad a los chicos que siempre quieren un poquito más: los que quieren desarrollar cosas, aprender más, o formar parte de un proyecto que a veces queda a fuera de las horas o de la currícula de la escuela. Es una forma de premiarlos también».
Daniel
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Aunque limitados en recursos, el trabajo que realizan Daniel y otros docentes de manera ad honorem para fomentar la investigación es fundamental para el desarrollo de jóvenes talentos como Micaela y Franco. Su dedicación no solo guía a los estudiantes en sus proyectos, también inspira a explorar y resolver problemas reales a través de la innovación científica y técnica.
«Esto lo hacemos porque nos gusta, no hay partidas destinadas al Club. Día a día se van sumando porque se entusiasman otros chicos. Por ahí nos limita un poquito los recursos, porque se necesitan placas, computadoras, sensores, un montón de cosas. Usamos los de la escuela, pero estábamos preparados para tener 5-10 chicos, y ahora son 20. Ellos llevan sus computadoras personales o nosotros compramos cosas. Pero es muy interesante».
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