Una de las características de personalidad que frecuentemente poseen los deportistas es la autoexigencia. Ese rasgo distintivo que los motiva a ir por más, superarse, mantener una rutina de entrenamiento en el tiempo, rearmarse luego de las derrotas y perseverar.
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Si bien este aspecto resulta clave al momento de buscar una mejora en el rendimiento, cuando la exigencia supera los límites del autocuidado es necesario hacer una pausa y replantear la cuestión.
Hemos afrontado en el último tiempo temperaturas extremas, con días de intenso calor y humedad, y muchos deportistas han continuado con sus entrenamientos planificados sin considerar las consecuencias que esto puede ocasionar en su salud y bienestar.
Tomando el concepto de “perfeccionismo” definido como una disposición de la personalidad caracterizada por esfuerzos de impecabilidad, establecimiento de altos estándares de rendimiento y una tendencia a excesivas evaluaciones críticas (Frost, Marten, Lahart, y Rosemblate,1990), se puede analizar la respuesta de estos deportistas.
Creencias del tipo “tengo que entrenar, aunque haga calor, si no entreno hoy voy a perder ritmo, tengo que cumplir como sea con el entrenamiento” no hacen más que reforzar este rasgo que exige esfuerzos sin medir las consecuencias y que genera sentimientos de culpa y autorreproches que inciden directamente en la autoconfianza.
Pensar en cumplir con el entrenamiento previsto a pesar del calor extremo y sin realizar ningún tipo de ajuste da cuenta de una inadecuada percepción de la situación y un escaso autocuidado.
En este punto la Psicología del Deporte ofrece diversas herramientas que se convierten en verdaderos escudos protectores frente a situaciones de riesgo. Mediante la preparación psicológica el deportista puede tomar conciencia y crear nuevas alternativas, flexibilizar sus pensamientos, tener un mejor registro de sus sensaciones físicas, consultar opciones con su entrenador, adaptar sus sesiones de entrenamiento, gestionar la ansiedad,etc., de manera que pueda disminuir esa hiperexigencia que no hace más que poner en peligro su salud.
En este sentido, es importante mencionar la influencia del entorno del deportista que en ocasiones puede reforzar estas creencias a través de comentarios que si bien a simple vista pueden parecer inocuos tienen, en ocasiones, un impacto determinante en el deportista, como por ejemplo: “no pongas excusas, entrená igual”, “los deportistas fuertes de cabeza se aguantan todo”, “¿te da miedo sufrir?”, etc.
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Más allá del aspecto psicológico, es recomendable también trabajar en forma interdisciplinaria consultando con un nutricionista especializado cuando se entrena y/o compite no solo en condiciones extremas sino también con altas temperaturas a fin de reforzar estrategias preventivas de la deshidratación y, por lo tanto, de descompensaciones agudas como el golpe de calor.
Advertir a tiempo estas circunstancias e intervenir en forma adecuada resulta primordial para cuidar no solo la performance del deportista sino su salud integral, previniendo riesgos mayores y dotándolo de herramientas psicológicas efectivas para un buen afrontamiento.
Lic. María de los Ángeles Corró Molas, Mg. En Psicología del Deporte. Por consultas para acompañamiento comunicarse por Instagram a @tutoríaspsidep o por teléfono 02954 221691
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