Para grandes y chicos todo lo que no se sabe, “se supone”. Estas invenciones pueden llevarnos a lugares de luz u oscuridad. Por eso, estemos atentos a qué es lo que llega al oído de nuestros hijos y de que manera hacerlos parte de lo que acontece.
Les ofrezco algunos ejemplos
A) Juana, de 5 años, escucha a su madre conversar con su abuela sobre una casa nueva y ella recuerda la casa nueva de un amigo que vive con su madre y esos días deja de comer.
Juana asocia la casa nueva a una separación y hace síntoma al respecto, restringiendo su ingesta alimentaria. Sus padres, lejos de obligarla a comer, tratan de dialogar, consultan y durante el juego Juana logra poner en palabras su miedo. Lo cierto es que la casa nueva es para mudarse toda la familia, pero aun si se tratara del duelo de una separación, el poder acompañarla y ayudarla a entender que son decisiones de los adultos, sirve para calmarla y no ponerla en riesgo.
¿Qué les propongo con esta situación? En los duelos por mudanzas es importante anticiparse, armar un relato, dibujar la casa antigua y también la nueva, dar espacio a que los niños expresen que les pasa con estos cambios, aunque sea algo lindo. Dejar un rincón de juegos, de olores, de colores…
B) Cata, de 3, le niega el saludo a su mama y le reclama a su manera “haber vuelto con la luna” varios días. No tienen tiempo para la lectura de los cuentos que tanto disfrutan.
En el caso de Cata, su mamá pensó que lo mejor era no sobrecargarla contándole que tenía un familiar enfermo. Cuando pudo decirle que iba al hospital a ver a su tía, pero que la extrañaba mucho y a sus cuentos, Cata la abrazo, le pidió hacer un dibujo, y mandarle audios y caritas para que “se ponga bien pronto».
¿Qué nos invita a pensar este panorama? Aquí se trata de la pérdida momentánea de una rutina familiar placentera, muy común que suceda también con la llegada de un hermanito. Puede parecer una obviedad aclarar que uno también los ama, los extraña y explicar el motivo de esa pérdida. Créanme que hace la diferencia, porque los chicos tienden a hacerse cargo de los sentimientos de sus padres y hasta pueden pensar que es porque ellos hicieron “algo mal”. Y si se portan efectivamente “mal”, se genera un circulo vicioso que es necesario frenar. Por otro lado, no siempre reclaman de forma clara lo que necesitan y el enojo e irritación en los niños pueden esconder profundos sentimientos de tristeza o soledad.
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C) Valentín, de 7, está enojado con su papá porque le prometió que visitarían a su abuelo y ya no lo volvió a ver.
Pensemos en Valentín y en la pérdida de su abuelo. A su padre le costó mucho asumir que su propio papá estaba grave y le prometió a su hijo irlo a visitar cuando se recupere. Es entendible, el dolor atraviesa a todos, pero…
Lo mejor con los niños es ser lo más claros posibles en relación a la muerte, incluso nombrarla de esta manera, ya que es parte del lenguaje universal y si no lo escuchan de sus cuidadores primarios, lo escucharan de otro, que no tendrá el mismo efecto.
No se puede tapar el sol con las manos. Lo más probable cuando un hijo sufre es que suframos a la par y más. Si se trata de perder a un ser querido, atravesaremos el mismo dolor y las famosas etapas de duelo, que será necesario transitarlas para llegar a la tan esperada aceptación.
“Se fue a un viaje largo”, “se quedo dormido”; son disfraces a la realidad, que pueden llegar a perpetuar la etapa de negación, provocando la esperanza de que el ser querido vuelva. Tampoco será necesario dar detalles que pueden sobrepasar la capacidad de tolerancia de un niño y se convierta en algo traumático. Sera importante ir con la verdad; ser claros, pero concisos.
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Es importante habilitar algo más. Según las creencias personales, se puede referir a ese cuerpo, como posible alimento de vida, plantas, flores. Y al alma, como siempre presente, para algunos que se va con Dios al cielo y rezar ayuda, conecta. Recomiendo lugares, cosas o recuerdos concretos. Después de todo, quien muere sigue vivo en sus enseñanzas, en cada uno de los que lo recuerdan y hacen presente.
Utilizar recursos para plasmar sentimientos
Escribir una carta, hacer un dibujo, soltar globos al cielo o algún baile de despedida. Son todas formas de animarlo a plasmar sus sentimientos, a conectarse con la persona que extraña y a que no se guarde su tristeza por miedo a sobrecargar a otro, poder acompañarlo en sus necesidades afectivas resulta fundamental para vivir un duelo en plenitud.
Muchos chicos piden explícitamente ir a los velatorios, lo cual puede ayudar a asumir la perdida, cada uno debe respetarse en estas decisiones. Es importante conocer la motivación y ser claros en transmitirles con que se encontrarán y que podrán hacer. Por ejemplo, dejarle su cartita o una flor.
Convivimos con nuevas formas de vivir y debemos encontrar también nuevas formas para despedir. Aunque no sea con la presencia física, cada uno desde su lugar, o haciendo llegar algo a través de quien si pueda estar. Los rituales de despedida son necesarios a toda edad.
Ocupémonos de que los niños tengan la posibilidad de decir adiós de nuestra mano. Hay dolores que no se pueden evitar, incluso en quienes amamos, pero si podemos acompañar y dejar una huella diferente.
Como decía Viktor Frankl, fundador de la logoterapia y el análisis existencial: “Si no está en tus manos cambiar una situación que te produce dolor, siempre podrás escoger la actitud con la que afrontes ese sufrimiento”.
Florencia Jaques Lorda es Psicóloga. Especialista en clínica infanto-juvenil, neuropsicología clínica y orientación a padres e instituciones educativas.