En 1994, la OMS (Organización Mundial de la Salud), determinó el 21 de septiembre como el Día Mundial del Alzheimer. Durante el mes de septiembre, en todo el mundo, se trabaja en la difusión y concientización sobre la enfermedad.
El objetivo es reforzar la importancia del diagnóstico, la prevención, la asistencia y los cuidados adecuados.
La calidad de vida de las personas que padecen Alzheimer, u otras formas de demencia, depende del abordaje oportuno.
Afecta generalmente a las personas mayores, con predominio de más de 65 años y fue descripta por primera vez en 1906, como la causa más frecuente de demencia en el mundo.
Es una enfermedad progresiva, se desarrolla en fases de evolutivas, de causa multifactorial, con influencia de la edad y el componente genético.
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Las neuronas pierden la capacidad de comunicarse entre sí, las células nerviosas mueren, el cerebro se reduce en tamaño.
Los síntomas más habituales son deterioro cognitivo, desorientación temporo-espacial, dificultad para expresarse y para realizar actividades de la vida diaria
Las fases o etapas descrita para la enfermedad de Alzheimer, son:
• Fase asintomática o enfermedad preclínica. No se advierten síntomas. Las funciones cognitivas son normales y se detecta mediante pruebas diagnósticas.
• Olvidos benignos. Inicio del deterioro cognitivo. Dificultades para recordar nombres, expresarse y ubicar objetos. No hay impedimento relevante en su interacción con el entorno.
• Deterioro cognitivo leve. La persona y su entorno advierte esta alteración, como repetición de preguntas, dificultad para aprender habilidades nuevas, aumento de la ansiedad y déficit de concentración.
• Deterioro cognitivo moderado. Se hacen evidentes los síntomas en relación con la memoria. Dificultades para recordar hechos recientes y acontecimientos importantes. Alterna momentos de lucidez, con otros donde se hace imposible recordar y orientarse. Aparece dificultad para realizar tareas diarias. Necesita apoyo de terceros y la persona se vuelve dependiente. Las que viven solas, pronto necesitarán un soporte continuo.
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• Deterioro cognitivo moderadamente grave. Los recuerdos se ven limitados a acontecimientos antiguos, que se pierde progresivamente. Dificultades para mantener una conversación corta, con frases inconclusas. No reconoce el entorno y las personas. Requiere de ayuda para desplazarse y para realizar tareas básicas. Se trasforma en dependiente absoluto.
• Sexta fase. Deterioro cognitivo severo o Demencia grave. La persona es incapaz de pronunciar una frase con sentido y su vocabulario se reduce, a pocas palabras. Sufre deterioro físico, pierde la capacidad de caminar en forma independiente, de expresar emociones. Puede perder la capacidad de sostener la cabeza y la inmovilidad es total. Aparecen nuevas complicaciones físicas, como las contracturas patológicas y las úlceras por presión.
Hasta el momento no existen tratamientos curativos, pero el avance de las ciencias médicas es alentador. Es de suma importancia el diagnóstico precoz y la educación sobre la enfermedad.
Educar sobre síntomas, posible progresión de la enfermedad, perspectiva futura y repercusión en la vida diaria de la persona y el entorno familiar, permite abordar un estilo de vida saludable para el grupo familiar, no anticipar un final de enfermedad incierto y favorecer desarrollo de conductas positivas.
El abordaje de médico especialista y tratamiento farmacológico, retrasa el progreso de la enfermedad.
Las medidas no farmacológicas, son de suma importancia, pretenden disminuir el impacto del deterioro neurológico, favoreciendo la calidad de vida y el control de las alteraciones de conducta. Pero no sustituye la medicación.
La prevención debe:
- Prevenir enfermedad cardiovascular
- Mantenerse físicamente activos
- Alimentación saludable
- Entrenar el cerebro en forma permanente
- Intensa vida social
El tratamiento se basa en estimulación cognitiva, mantenimiento de la funcionalidad y de la capacidad neuromuscular, a cargo de profesionales capacitados.
Las técnicas orientadas a controlar la incidencia de trastorno de conducta, como la musicoterapia, las terapias de estimulación sensorial o las terapias con animales, son un gran aporte.
Lic. Gustavo Gheller es Fisioterapeuta, Lic. en Kinesiología y Fisiatría, especialista en Kinefisiatría Crítica, diplomado en Kinesiología del Trabajo, Ocupacional y Laboral g.gheller@hotmail.com
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