El jueves se conoció la sentencia por el crimen de Lucio Dupuy, el niño pampeano de 5 años que conmocionó y conmueve a todo el país.
Pasó acá, en Santa Rosa. En donde se edita este medio. En donde probablemente los lectores de esta nota viven. En donde mandan a sus hijos al jardín, a la escuela. En donde vamos al hospital. En donde frecuentamos las calles, y los lugares en donde el horror sucedió.
La cercanía duele más. El dolor y la culpa de saber que no lo vimos, que no lo escuchamos, que no nos dimos cuenta antes de que pasara lo que pasó. Que no pudimos alertar antes.
El jueves, el día de la lectura de la sentencia, decenas de personas esperamos afuera de los tribunales. Vecinos de Santa Rosa y otras localidades que se acercaron, medios de todos el país, organizaciones que defienden a los niños y a la vida: Madres del Dolor, Estrellas Amarillas, Infancia Robada. Lucio no estaba solo. En ese día, miles de corazones conmovidos por lo que lo tocó vivir, estaban pensando en él, en todo el país.
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—Que si la Justicia que debió protegerlo no lo hizo—
—Que si el Sistema Educativo no supo detectar la violencia en su cuerpo y en su personalidad—
—Que si el Sistema de Salud tampoco constató las repetidas lesiones—
—Que si las instituciones estatales no están interconectadas, que si los profesionales no están formados debidamente—
—Que si los vecinos, que si los familiares—
El horror sucedió. En la cara de todos. Y en manos de quien menos lo podríamos imaginar. Y lo vimos, lo vimos todos. Ojalá Lucio nos haga recordar que miremos a nuestro alrededor. Que lo que pasó no sea en vano. Que su muerte nos haga tomar conciencia de cuánto nos necesitan los niños: los propios, y los ajenos. Desnaturalizar la violencia, el maltrato.
Hay más. Todos los días. Esta semana se difundió el caso de un bebé de 13 meses, de General Pico, que está internado en Terapia Intensiva del Hospital Lucio Molas por golpes. Por el hecho están detenidos el padre, y una tía. La crueldad de la condición humana existe, y convivimos con ella.
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Se pelea diariamente desde muchos espacios por las derechos de las mujeres, de las diversidades. ¿Y por la infancia quien pelea? Debería ser la primera lucha, sin embargo está muy postergada, incluso por el Estado. Estamos a tiempo.
Un hombre de campo, vecino de Santa Rosa, que estaba ahí esperando la sentencia, con toda la sabiduría del gaucho, dijo: “los niños son los más indefensos. Los grandes se pueden cuidar solos”.
«Ahora la pelea por la niñez arranca» dijo Ramón, el abuelo de Lucio, a los medios, a la salida de la Ciudad Judicial. Que así sea.
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Para atención, asesoramiento y contención para niños podés llamar a la Línea 102. Un servicio gratuito y confidencial, de atención especializada sobre los derechos de niñas, niños y adolescentes.
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