¿Y si de verdad la búsqueda de una vida más tranquila empieza por regresar al origen? Cada tanto extrañaba volver a Santa Rosa, la ciudad donde nací. Si lo pienso bien, no era el lugar lo que extrañaba, más bien se me presentaban en la cabeza algunas personas y pedazos de mi historia familiar que la pandemia se encargó de reconstruir.
Me fui de Santa Rosa en 2002 para ir en búsqueda de nuevos desafíos vivenciales: experimentar nuevos círculos de amistades y laborales. Emigrar me resultó muy fácil, me animé a dejar atrás una casa con patio e ir a un monoambiente en Buenos Aires, esa ciudad donde transcurre siempre el arte de lo inesperado y el tiempo pareciera ir más rápido.
Buenos Aires no te permite relajos ni distracciones, no se puede vivir a medias tintas. La realidad es que te demanda una energía que hay que estar convencido de porqué se quiere estar ahí. Todo esto lo pienso ahora después de llevar cinco meses en Santa Rosa, cuando la pandemia ya se encargó de alterar nuestros hábitos y nuestras costumbres. Pero por sobre todas las cosas, el coronavirus también nos interpela sobre cuál es la ciudad ideal en la que que queremos vivir.
De no existir el coronavirus, estaría en Buenos Aires con una vida apurada y con esa adrenalina que para mí es saludable. Sin embargo, cuando anunciaron la cuarentena necesitaba vivir este encierro con más libertad. No lo pensé y volví a Santa Rosa como una necesidad vital para poder vivir, tan necesaria como respirar o beber agua. Se requería de mucha valentía para estar encerrado en un departamento.
Con la presencia del Covid-19, Buenos Aires se convirtió en un terreno hostil. Una de las enseñanzas de esta pandemia es que hay que valorar, respetar y defender siempre al origen de uno porque nunca se sabe cuando hay que regresar.
Ahora tengo derecho a refugiarme en Santa Rosa como un acto de rebeldía y de salud. Pude volver, sonreír con viejos amigos. Disfrutar que todo transcurre más lento, sin la necesidad de forzar nada. Y convencerme de que esta vuelta me sirva para despejar toda duda sobre el concepto que uno tiene del origen. Que me sirva para llenarme de energía, cuidar mi inmunidad y que la mirada me sea más clara.
Ahora puedo volver a Santa Rosa cuando esté contento, puedo volver cuando esté triste. Puedo volver por el mero placer de ordenar las ideas y conectarme conmigo. También puedo vivir en Santa Rosa. Para siempre o por un rato, eso no lo sé.