Fabián Racca (55) acomoda las plantas, le produce placer observar cómo crecen, a veces, con tan poco. Fabián tiene un jardín en el que se detiene el tiempo, en el que las plantas son sensatas y se acomodan al espacio, si los recipientes son chicos, se achican, si tienen espacio, las plantas crecen más. Riega y con las manos en la tierra piensa en cómo algunas resisten el calor, a la helada, al desierto.
A Fabián le gustan todas las plantas: las nativas y las exóticas también. Pero sabe de la importancia que tienen las nativas para La Pampa. No solo porque son parte de la identidad local, sino también porque las nativas, como él, encuentran en la adversidad la fortaleza.
Fabián se crió en una familia de trabajadores rurales y su abuelo le enseñaba a cultivar, los asesoraba con el manejo de las huertas, les dijo todo lo que sabía. El se volvió su aliado. El bosque de caldenes era un ambiente que le generaba mucha atracción emocional y física.
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“Era un lugar al que me gustaba ir y explorar, me parecía un lugar muy estimulante para la imaginación, donde hay una complejidad de elementos, el absoluto silencio de las plantas creciendo. Un lugar en el que todo funciona sin nuestra intervención y es increíble todo el mundo complejo y la diversidad que hay ahí”.
Fabián Racca
En el año 98, Fabián y su mujer compraron un terreno y se fueron a vivir a Toay. Fabián quería dejar sus trabajos de oficina en la ciudad y el terreno era una posibilidad de hacer algo productivo. “Yo había hecho unas 5000 plantas para forestar una chacra que al final no salió. Había plantas nativas, especies exóticas, como moras y olivos y también gusanos de seda”.
Ese emprendimiento no salió y de golpe tenían un montón de plantas y no sabían qué hacer. Fabián las quería regalar. Hasta que un conocido de la Facultad de Agronomía se enteró y les dijo: “¿Por qué no hacen un vivero?”. En esa época, no se les daba tanta importancia a este tipo de plantas, pero sabían que las condiciones climáticas iban a hacer que las plantas nativas tuvieran cada vez mayor aceptación, mayor valoración, porque son más sustentables.
“Al principio fue bastante complicado. Yo trataba de venderle a los viveros, pero en ningún lugar querían estas plantas. Solo me compraban algunas. Había muy poca demanda de especies nativas. Faltaba mucha difusión. Sostener el proyecto era dar un salto al vacío, necesitábamos tiempo para que la gente empezara a valorarlas y decidimos dar ese salto”.
Fabián Racca
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Así empezó el vivero, como una rebelión, con la fuerza del viento pampeano, en un territorio de espinas, Fabián y su mujer empezaron a darle soluciones a la gente. En la medida en que esas soluciones traían resultados, el boca en boca empezó a funcionar y el vivero fue creciendo.
“El vivero de plantas nativas surgió porque estoy convencido del aporte que generan estas plantas en los ecosistemas locales y porque además son plantas que van a tener muchas más posibilidades de sobrevivir que las plantas exóticas, generan menos problemas ambientales y traen soluciones ambientales”.
Fabián Racca
La Pampa es una provincia que tiene muchos problemas con el agua. Quizás esa sea una de las partes más difíciles de resolver. Fabián está al tanto de eso, ese es otro de los motivos por el cual insiste con cultivos que no demandan mucho riego.
“Somos un vivero que trabaja más de 70 u 80 especies, mucha variedad y cada planta tiene su requerimiento en particular: de tipo de suelo, de sistema de riego, de la exposición a la luz, de tamaños de envase. Es una complejidad bastante grande la que encaramos, porque nos interesa dar soluciones integrales en forestación: soluciones para cerco, soluciones para sombra, soluciones para parque y jardín, para atracción de mariposas y para cuestiones estéticas más convencionales con plantas nativas”.
Fabián Racca
Después de 20 años siguen descubriendo especies nuevas. La búsqueda de soluciones integrales es incansable: aprenden constantemente sobre el manejo de las especies, cómo y cuándo se plantan, cuál es la mejor estación para cada planta, cómo acompañarlas ante determinadas cuestiones climáticas, ante imprevistos. El camino es infinito, pero necesario.
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“Sería mucho más interesante una ciudad con mayor presencia de especies nativas. ¿Qué nos distingue del resto de la pampa húmeda de Buenos Aires? La cuestión de la identidad del lugar es importante y nuestro elemento de identidad vegetal está en la caldenada, en el bosque, en el paisaje original y visual que tanto nos caracteriza”.
Fabián Racca
Las plantas nativas favorecen los ecosistemas locales. No elegir bien las especies que se incorporan trae problemas ambientales muy serios como el desplazamiento de especies nativas, de pájaros, de mariposas, de insectos, problemas en los suelos, invasión de especies exóticas que después son un problema, atracción de roedores o la sobrepoblación de ciertas especies de aves y el desplazamiento de otras.
Los problemas ambientales que traen las plantas exóticas, sobre todo con respecto a la demanda de agua, un bien tan escaso acá en La Pampa. Se hace imperioso controlar ese uso, sobre todo con la expansión de los barrios residenciales. Mantener la fantasía del verde excesivo es un gran costo ambiental. “No siempre más plantas es mejor calidad de vida, hay que ver qué plantas”.
“El tema es bastante serio. Soy un convencido de que un vivero de plantas nativas aporta soluciones. Es decir, expandámonos, pero de una manera más racional. Porque hay que pensar en que después de nosotros vienen los otros. Hay que ser un poco más responsables en cuanto a lo que dejamos a las futuras generaciones y me parece terrible que no se tome conciencia sobre lo que se está dejando”.
Fabián Racca
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