Casa Alarcia surge a principios del siglo XX, en 1909, respondiendo a las necesidades de la población de Macachín. El matrimonio Alarcia, Demetrio y Teófila, abrieron las puertas de un almacén de ramos generales en los que brindaban productos de primera necesidad y herramientas de trabajo a los habitantes de la zona.
Al negocio lo atendían Teófila y sus hijos, que en ese momento era toda una revolución que un negocio fuera atendido por una mujer. Y era Demetrio el que tenía que salir a recorrer los pueblos en la búsqueda de nuevos negocios y productos.
No podían saberlo, pero estaban dando los primeros pasos para lo que hoy en día, después de casi 113 años, se convirtiera en una empresa familiar que tiene mayor vigencia en la provincia. Siempre reconstruyéndose y agregándole valor ante el paso de los años.
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En el año 1935 se convirtieron en representantes de YPF. Abrieron el primer gran depósito de combustible, que se despachaba desde la vereda con un surtidor. Para el pueblo eso fue un gran logro. Es más, Casa Alarcia va a cumplir 86 años con YPF mientras que YPF tiene 100 años, toda una vida de desarrollo en conjunto.
Ahí empieza el negocio familiar vendiendo combustible y proveyendo a la localidad y alrededores con mercadería. En eso surge otro de los negocios característicos de Casa Alarcia: el acopio de cereales.
Ya por 1968, Casa Alarcia abre el primer gran depósito de combustible ubicado estratégicamente en la intersección de las Rutas 1 y 18.
En el 68, Esteban Alarcia y la gente del pueblo, consiguen la Ruta 1 y 18, mudaron la estación de servicio que estaba en el pueblo a la ruta, el cruce en dónde en la actualidad está la estación de servicio. Eso tiene una particularidad importante para las zona, porque a Macachín la atraviesa la ruta. Gracias a esa visión que tuvo Esteban, Macachín tuvo gran empuje a través de esa ruta.
Cuando la empresa tiene 100 años aproximadamente, se empieza a dividir entre los socios, o con los hermanos. Lo continúan Esteban y sus hijos. Luego, en el año 1.994 se hace el molino harinero. Y en el 2004 o 2005 se hace la fábrica de alimentos balanceados.
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“Somos una empresa familiar de servicios que con los años armaron un molino harinero, alimentos balanceados, actividad agrícola ganadera, acopio de cereal y de ganado, la estación de servicio e YPF agro. Estamos en todos los rubros y en todos los rubros la particularidad que tenemos es que se interrelacionan entre sí. Es como una empresa funcional entre sí”.
Romina Campo, cuarta generación de los Alarcia
Macachín es una localidad de 5000 habitantes y tienen 100 colaboradores empleados. Es decir, de Casa Alarcia dependen 400 familias. En ese sentido, tienen una gran responsabilidad en gestión y en organización.
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Romina Campo es parte de la cuarta generación de los Alarcia. Ella es hija de Mercedes Alarcia y sobrina de Fito Alarcia, el actual presidente de la empresa. Fito empezó a los 16 años como playero, hoy tiene 52 años trabajando y haciendola crecer.
Mercedes Alarcia.
Mercedes, la mamá de Romina y Pablo, era docente, profesora de historia, pero cuando queda viuda en los 90´ decide dejar la docencia para ponerse a vender lubricantes y grasas en una estación de servicio. Mercedes tuvo que aprender un negocio sumamente machista. Hoy las cosas cambiaron, pero hace 30 años era revolucionario una mujer vendiendo nafta, aceites, lubricantes.
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“Lo mío fue bastante orgánico. Me fui a estudiar a Buenos Aires, volví después de 10 años, pero no pensaba con que Macachín fuera mi destino. En un momento, Mercedes, mi madre, me dice: “Romi, es abril y vos todavía no te fuiste”. Me empecé a meter, empecé a hacer cositas y desde el 2014 estoy acá. Hoy estoy a cargo de todo el personal de Casa Alarcia”.
Romina Campo, cuarta generación de los Alarcia
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Romina Campo, cuarta generación, hoy al frente de la empresa.
“Nosotros desde que nos levantamos hasta que nos acostamos hablamos de la empresa. Es un desafío a veces muy complejo, porque además de trabajar juntos tenemos un vínculo de madre e hija, o de sobrino y tío. A veces tenemos discusiones y después tenemos que comer juntos. Con Mercedes tengo que dejar de discutir a las 11 porque a las 12 tengo que comer. Vivimos esto, pero nunca presión”.
Romina Campo, cuarta generación de los Alarcia
Casa Alarcia está por cumplir 113 años, no solo de ser una empresa familiar, sino de trabajar en comunidad con el pueblo. Sobre todo por el renombre y los valores que tiene la empresa que para ellos son clave: la honestidad, el trabajo, el compañerismo.
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“Si no estamos todos en la misma sintonía, desde los mandos altos, los medios y los bajos, la cosa no funciona. Trabajamos en comunidad porque cuanto mejor esté la comunidad mejor nos va a ir a todos. Si a mí me va bien, le va a ir bien al otro. Casa Alarcia es una casa, con distintas habitaciones, con distintas personalidades y cada uno tiene distintos roles”, dice Romina. Casa Alarcia es más que una casa, en Macachín, es un hogar.
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