Un circuito hídrico con vista 360 a un montecito de caldenes. Un camastro de arena para exfoliar el cuerpo. Masajes relajantes con hierbas y aromas. Piedra, madera. Olor a caléndula, a tilo. Una guarda pampa que cruza la piscina. Claro, estamos en un spa en el extremo norte de la Patagonia argentina. Estamos en Santa Rosa, La Pampa.
Orfelia Beascochea de De Giovanni (70) es una de las socias de La Campiña, y fue nuestra anfitriona en un recorrido por la historia de este spa que cumple 10 años, en uno de los hoteles más emblemáticos de la provincia.
¿Qué es un spa? Un establecimiento que ofrece tratamientos, terapias o sistemas de relajación, utilizando como base principal el agua, generalmente corriente, no medicinal (RAE)
Algunos investigadores consideran que el término es un acrónimo SPA: salus per aquam o sanitas per aquam (salud a través del agua), ya que este era un concepto muy arraigado en la cultura romana.
El spa se encuentra retirado del hotel. Fue una decisión para no alterar el monte. Y así fue como quedó rodeado de caldenes. “La gran diferencia con otros hoteles, es que este spa fue pensado como un espacio en sí mismo, no como un anexo” nos cuenta Orfelia.
“El abuelo” un caldén de más de 100 años que se ve desde el espacio de relax es un testigo silencioso de este oasis. Gabinetes para tratamientos faciales y corporales, sauna húmedo de vapor, ducha escocesa, camastros para descansar, infusiones naturales, aguas y frutas naturales, completan los servicios de este lugar, pensado para olvidarse de todo por un rato.
¿Cómo surgió todo?
“Siempre nos gustó viajar, conocer. Y hacíamos eso. Veíamos todo. Sacábamos fotos. Traíamos folletos. Y tratábamos de copiar lo mejor y adaptarlo a nuestro lugar” así describe Orfelia la génesis de todo.
Los dueños del Hotel Spa La Campiña son dos familias emprendedoras: Evangelista y De Giovanni. Siempre los mismos, desde su creación, hace más de 30 años. Hoy las hijas más chicas, Florencia y Jorgelina, «llegaron para renovar la empresa, traer frescura e ideas innovadoras».
El hotel nació primero con sus servicios. Una cancha de padel, una de fútbol y una de squash, fueron las piedras fundacionales. Una especie de club. Hasta que diez años después llegó ese crédito que les permitió construir las primeras habitaciones.
De a poco, este gran predio en la entrada a Santa Rosa, por la Ruta Nacional Nª 5, fue cumpliendo su destino: un lugar de turismo en sí mismo.
“Recorrimos todos los spa que te imagines. Fuimos a los primeros en Italia, a conocer las ruinas, a conocer esas historias de los romanos, detalles, imágenes” nos cuenta Orfelia. Y así fueron diseñando la idea, junto a los arquitectos. Y replicaron lo mejor que vieron en el mundo, a la medida de La Pampa. De nuestra naturaleza, nuestro potencial, y nuestras posibilidades.
¿Cuál es el spa más increíble que viste? -Me surge la curiosidad- “Este”, dice, convencidísima. “Claro que hay algunos al lado del mar, o en la montaña, ¡o en Tailandia!, pero este spa tiene el valor de nuestros caldenes, de nuestra naturaleza. El valor que tiene en el lugar en el que está. Intentamos darle valor a lo nuestro, desde los materiales de las cosas, hasta las cremas, los aromas.”
La pandemia, un tiempo cero
“Si pudimos pasar 35 años y tantas cosas… tenemos que poder salir adelante y volver a empezar” nos dice, siempre positiva. Orfelia describe la pandemia que estamos viviendo como un “tiempo cero”.
– Mientras charlamos, el resto de los socios no para de trabajar: Juan Carlos corta el pasto, Eduardo está haciendo números en la oficina, y Mary está contando botellas en la cocina. Cada uno en lo suyo. Ni la pandemia los detiene.-
El 20 de marzo, el día en que comenzó el aislamiento, el hotel quedó vacío. Las dos parejas socias, “los cuatro viejitos” dice, se mudaron al hotel. Ocuparon dos habitaciones, una enfrente de otra. Vinieron con sus valijas, y se quedaron tres meses, hasta la visita presidencial a Santa Rosa de Alberto Fernandez, que ofició un almuerzo en el hotel.
“En marzo estaban los días lindos todavía, dábamos vueltas, nos metiamos a la pileta, veníamos al spa…y empezamos a revolver lugares, cosas. A hacer inventarios, a limpiar” nos describe Orfelia. Cómo hizo cada uno en su casa, pero un hotel de 50 habitaciones. “Sólo venía la gente de seguridad por la noche”.
Fotos viejas, recuerdos de los primeros eventos, cuentos ya olvidados, anécdotas, folletos. Encontraron cosas que ni se acordaban. “Reconstruimos historias e hicimos un racconto de todo lo vivido. Cosas buenas y no tantas.” Y ahí empezaron a reflexionar: ¿Cómo hacemos para salir adelante? ¿Qué sacamos de todo esto?
Y surgieron proyectos. Muchos vinculados a cuestiones de sustentabilidad para el funcionamiento del hotel, una huerta orgánica para el restaurante, que ya está funcionando, un proyecto de cabañas, y eventos al aire libre que anhelan retomar pronto para dar a conocer el parque.
Y tan cíclico es el tiempo cero, que lo primero que abrieron hace 30 años, fue lo primero que se pudo abrir hace unos meses: las canchas de padel. “Abrir las puertas un poquito para poder disfrutar de hacer turismo en nuestra propia provincia. Andar y desandar, de eso se trata» concluye Orfelia.
La Campìña- Ruta 5 Km 604 Santa Rosa – La Pampa – Patagonia Argentina
Telefax: (02954) 45-6800 / 42-6714 / 42-8459
www.lacampina.com