Vení, charlemos, sentate un poco, dice la mujer, con la sonrisa en la voz. Es un milagro su ternura. Sirve el té como un abrazo fraternal. Estamos ella y yo en su jardín, entre pinos, flores y eucaliptos. El sol se cuela entre las ramas con ese calorcito que encandila. Vení, charlemos, dice la mujer con el viento en la voz.
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Ilda Susana es santarroseña, médica de terapia intensiva pediátrica del Hospital Lucio Molas, payamédica, cantante de tango, la morocha de espíritu indomable, la que no le importa que la llamen loca, piantada, piantada, que con su valsecito bailador lleva adelante la Casa Cultural La Porfiada.
Esa voz suave y cálida se transforma mientras habla de lo que le gusta, de su vocación, de sus pasiones y se convierte en fuerza: “Nunca creí que tuviera la capacidad de poder ayudar a la gente. Pero a mí las cosas siempre me llegan como de golpe, nunca premedito y dejo que pasen para ver qué pasa”.
Susana nunca pensó en irse de Santa Rosa. Empezó a estudiar Química en la Universidad de La Pampa, pero después de intentarlo se dio cuenta de que eso no era para ella. Ella necesitaba otra cosa. Tuvo la suerte de empezar a trabajar como administrativa en un sanatorio y de golpe, algo que ella no conocía, se despertó: “quería ayudar a la gente con la Medicina”.
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“Me acuerdo de que se lo dije a mi abuela así de golpe: me voy a estudiar Medicina. Tenía una amiga que estaba en La Plata y me iba con ella. Me largué a llorar. Era una decisión que me superaba, no lo podía creer. Fue superador el deseo de estudiar algo que me permitiera ayudar a la gente. Trabajar para el bienestar de los seres humanos era muy importante aunque no lo supe hasta que me encontré trabajando en el sanatorio”.
Ilda Susana
A Susana le vibra la voz, es un murmullo que crece entre los vientos pampeanos. El trabajo es su vocación y aprendió a sentir como propio el dolor ajeno, pero en ese sentir tuvieron que unirse todas sus pasiones: la Medicina y el arte. La actividad artística es transversal a todo lo que hace, es curiosidad, es fuerza, es conocimiento para resolver con creatividad cualquiera de los problemas que se le presenten.
“Soy payamédica y eso me ayudó a unir el arte y la ciencia. El payamédico es un clown, un payaso que tiene una base muy teatral y que está para desarrollar y potenciar lo positivo de las personas que están en una situación de enfermedad”.
Ilda Susana
En 2012 o 2013, a Susana se le mezclan un poco los años, llegó Mónica Castaño al hospital, una amiga actriz, y le comentó la idea de hacer payamédicos en el hospital. Así surgió. Susana investigó qué era ser clown de hospital y en qué consistía ser payamédico. En ese momento, Susana planteó la idea de traer la institución a La Pampa.
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La Asociación Civil Payamédicos es una organización no gubernamental que se fundó en el 2002 por el médico psiquiatra Jose Pellucchi. En la Argentina es una ONG ad honorem dedicada a la desdramatización del medio hospitalario. La asociación ofrece una formación de payamédico durante un año, compuesta por la parte teatral (se aprende la técnica del payaso teatral) y una parte teórica de la formación abordando temas como la psicología, infectología, neurociencias, tanatología, filosofía, juego, patologías, ética, bioseguridad, etc.
Mónica Castaño se contactó con el profesor de teatro Cristian Velazquez quien les dio el curso de payamédicos, y Susana se ocupó de la inscripción. Hicieron tal movida que para el primer grupo ya no tenían más capacidad.
“Se llenó de gente que quería ser payamédica. Yo tomé el curso y me encantó. Cualquier persona puede hacerlo. Ser payamédico implica atención en la salud, en lo espiritual, en potenciar lo positivo y lo sano de la persona, en el juego, mucho juego, y la risa en las intervenciones”.
Ilda Susana
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Ser payasa no es una payasada, para Susana es una cosa muy seria. Cuando se pone el traje ya no es ella, cambia su voz, cambia el fuego en su mirada y se transforma en Luciana Olecraniana. Se mezclan sus pasiones para llevarle un poco de alegría, de esperanza, de magia a los que están internados y también a los acompañantes.
“La magia es fundamental. Te terminás copando tanto que haces que la realidad ahí ya no sea la realidad. Es otra. Durante 10 minutos sacás a las personas de la situación en la que están y, tal vez, se puede crear otro mundo y, tal vez, los haces reír. Es bellísimo ese trabajo”.
Ilda Susana
Casualmente nada es casual. Sollozaron los violines, se estremecen los fuelles y de pronto se escuchan rumores. Hay una piba que canta. Entre el monte y los caldenes toda La Pampa se estremece y el viento lleva su voz. La morocha, la porfiada, se saca el traje de payasa y canta un tango.
“En el 2005 empecé a cantar tango con el maestro Juan Carlos Corso. Donde iba él iba yo. Cuando él hace el ACV se me terminó el mundo. Era un ACV izquierdo que afectaba el área del habla y, por lo tanto, no podía cantar. Pensé en no cantar más. Hasta que me salió una fecha y me animé a cantar con Julio Ortíz, un excelente guitarrista”.
Ilda Susana
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Así empezó y así siguió. Con el tiempo se le fueron sumando otros músicos: Juan Cruz Santajuliana, Pablo Giménez y Martín Díaz. Se formó un equipo bárbaro. Un día estaban ensayando y Juan Cruz le propone hacer un ensayo con público, una presentación en su casa. La convenció y lo hicieron. El espacio les quedó recontra chiquito.
Así surgió lo que primero fue “El patio de la morocha”. Con el tiempo fueron saliendo presentaciones y nombres. Hasta que Susana se acordó de que su abuela le decía que ella era una porfiada. “Yo no sabía que era tan porfiada. Y le puse ese nombre porque me remitía a mi abuela y porque me gusta la musicalidad del término con esa cosa que parece medio tana”.
La Porfiada es su casa, es su refugio y Susana casi todos los fines de semana le abre las puertas a músicos, a actores, a artistas y al público que quiera participar de un buen espectáculo.
“La inauguración oficial fue el 31 de mayo de 2013. De ahí en adelante no paramos más. Abrimos solo cuando hay propuestas artísticas. Además, como yo también canto, a veces tengo compromisos y si yo no estoy no lo abro. Tengo que estar. Porque me gusta recibir a la gente. No es un comercio. No es un bar. Es mi casa”.
Ilda Susana
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Susana es la cantora de su barrio. De pronto se escucha una guitarra templada y unos tangos viejos. Son los cosos de La Porfiada, esos a los que se les pide que canten y cantan. Se apagan las luces, se encienden las voces, sollozan las guitarras. Ha vuelto la piba, la morocha que canta, la que acá nos viene a contar.
“A mí me costó mucho, me cuesta mucho. Estoy en una zona residencial que no es apta para espectáculos. Pero me gustaría que los vecinos entendieran de qué se trata esto: la gente viene acá cuando hay un espectáculo, cuando hay una propuesta, vienen a conocer al artista, a verlo, a escucharlo y a charlar. Es un espacio muy intimista. Es todo de entre casa y yo quiero que todos se sientan que mi casa es su casa”.
Ilda Susana
Después de muchos años de pelea, de lucha y de denuncias a Susana le dieron ganas de mandar todo al diablo. De nuevo aparecen las voces de quienes saben que lo que se hace en La Porfiada es tan importante como necesario. Tenía que habilitarlo. Tenía que conseguirlo, por ella, por los artistas, para hacer crecer la cultura en La Pampa.
Después de mucho tiempo, con pandemia de por medio, con la ayuda de muchos amigos, con el acompañamiento de su pareja, con empuje, perseverancia y mucha garra, logró la habilitación por seis meses. La próxima renovación es en agosto de este año.
La Porfiada enciende las luces tenues. Como muchos fines de semana, se prepara para una nueva propuesta. No es un bar, no tiene carta gastronómica, no busca competir con restaurantes. No es eso lo que a Susana le interesa. Ella, la morocha, La Porfiada, abre las puertas de su casa para llenar La Pampa de arte, de cultura, de canciones, de voces y de mucha, mucha fe.
¿Cómo enterarse de los eventos de La Porfiada y cómo reservar un lugar? A través del Facebook de La Porfiada, Casa Cultural. En el Instagram de la.porfiada. A través del Whatsapp al 2954 55-3560 o por mail ildasusanatango@gmail.com. Dirección: Forns y Artigas 2030, Santa Rosa, La Pampa.
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