A veces alcanzar el éxito con un emprendimiento lleva su tiempo. Es una meta que consta de un arduo proceso de formación, capacitación, cambio de direcciones, de lugares, de rubros y estilos. Es un camino de transformación constante, donde el emprendedor aprende a reinventarse sobre la marcha para sobreponerse a los obstáculos y poder seguir adelante.
La historia de Rebeca Ramírez, pampeana emprendedora de 33 años, incluye todos esos condimentos y más. Ella es, entre muchas cosas, diseñadora textil y de indumentaria, es dueña del Taller Pupé de bordado y de su propia marca homónima de productos bordados artesanalmente. Sus trabajos se hicieron virales a raíz de un reel subido a su cuenta de Instagram, el cual alcanzó las más de 882 mil reproducciones.
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La característica que resalta de su emprendimiento, y que ella ubica como su gran éxito, es la utilización de un estilo muy particular de bordado, al que ella define como “bordado intuitivo”: “Lo llamo así porque bordo lo que me sale de adentro en el momento, no sigo ningún patrón. Es un bordado un poco abstracto, porque al no rellenar ningún dibujo, no tiene un diseño predeterminado. Así que es como una búsqueda creativa o una expresión artística”, confiesa.
Pero sus inicios datan de mucho tiempo atrás antes de encontrar el producto que catapultaría su emprendimiento. La bordadora se recibió de diseñadora de indumentaria en 2011, en Córdoba, y luego se formó en diferentes áreas o técnicas que le interesaba incorporar a su abanico, tanto de forma autodidacta como a través de cursos.
Al momento de lograr el título académico, comenzó con el diseño artesanal y venta de calzado, que en aquel momento confeccionaba con cuero. Al mismo tiempo, ingresó a trabajar en un instituto de diseño en Santa Rosa, donde daba clases de distintas materias. Luego de dos años, Rebe recuerda lo que ubica como el primer punto de inflexión en su historia…
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Eran principios de 2013 cuando se quedó sin trabajo y, al mismo tiempo, fue el momento en el que ingresó a estudiar el profesorado de Artes Visuales en el CREAr, donde incorporó conocimientos en materia de pintura, dibujo, cerámica, etc. En ese instante, también se encontraba a cargo de talleres de verano que funcionaban en una sala situada en la casa de su mamá.
Con la necesidad de conseguir un lugar en el que desempeñarse, fue que en octubre de ese mismo año alquiló su primer local, sobre la calle Tierno, solamente para dar clases. En ese sitio estaría tan solo un mes, ya que luego decidió mudarse a uno nuevo sobre la calle Pico y allí permaneció hasta principios de 2016.
Ese año, Rebeca cerró su taller, abrochó su cinturón y emprendió viaje hacía España, con el deseo de estudiar un curso de personal shopper. ”Me iba por seis meses y los seis meses se terminaron convirtiendo en un año y pico, casi dos”, recuerda. Mientras los años pasaban, la bordadora seguía con la idea de incorporar cada vez más herramientas de diversos rubros y estilos.
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Una vez de regreso en Santa Rosa, reabrió el taller en la casa de su madre, pero eso no duraría mucho. Otra aventura en el exterior ya asomaba en el horizonte: Nueva Zelanda. La emprendedora desembarcó en el país oceánico en 2019, oportunidad que se le presento a través de una Visa “Working Holiday”-muy popular en los últimos años para jóvenes que quieran ir a trabajar o estudiar en otros países-.
Luego llegaron los tiempos de pandemia y con ella la actividad laboral de en suelo neozelandés se vio interrumpida por la cuarentena y los controles sanitarios, por lo que en agosto de 2020 fue el momento de Rebe para retornar al país.
Un año después, en septiembre de 2021, la bordadora se lanzó por completo con la confección de calzado artesanal de yute bordado a mano, su gran acierto, y rápidamente sintió la respuesta por parte de los clientes. «Creo que, después de tanta búsqueda, tantos años de probar productos, talleres, clases y técnicas, es EL producto (con mayúsculas) que me identifica al 100% en cuanto a objeto y técnica que uso«, expresó.
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Los diseños coloridos y pintorescos de sus mules -así se llaman- ya eran una atracción de por sí, pero la repercusión absoluta la tuvieron cuando uno de los reels de su cuenta de Instagram, inesperadamente para ella, se reprodujo a gran escala en cientos de miles de dispositivos móviles de toda Latinoamérica.
«La verdad que no se por qué fue, porque ni siquiera fue súper pensado. Yo estaba cosiendo unas mules, me grabé con el celular, lo subí y explotó. Me empezó a seguir mucha gente de todos lados gracias a este reel», contó entre risas la diseñadora que quiso parodiar una situación que identifica como frecuente entre los vendedores de indumentaria, que es cuando la gente elogia el trabajo del emprendedor o la emprendedora pero no le compra sus productos, sin saber que llegaría a tantas personas.
Ella utiliza su cuenta como vidriera para mostrar sus elaboraciones y esto le permitió, además de alcanzar las 880 mil reproducciones en ese video y los actuales 14 mil seguidores en la red social en cuestión, que su trabajo sea conocido en varias regiones de Sudamérica e, incluso, los Estados Unidos: «Allá tuve la oportunidad de vender en cuatro ocasiones y en todos los casos eran personas latinoamericanas que se encontraban viviendo en los EE.UU.», menciona.
La historia de Rebe Ramírez es un ejemplo de que si uno no deja de intentar, de buscar, de aprender, de cambiar y progresar, tarde o temprano va a lograr cumplir la meta que se proponga: «Soy una persona que está en constante cambio desde siempre, en una búsqueda constante en el hacer a mano y no casarse con una sola técnica y dejar que merme todo«, expresa y deja conocer una de las claves de su éxito.
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Taller Pupé Bordado Intuitivo @taller.pupe También en Linktree: https://linktr.ee/Reberamirez
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