Darío Cuesta (57) lleva toda una vida en la gastronomía. “Desde chiquito. Siempre en las cocinas.” En Santa Rosa supo construir un comercio que es sinónimo de la pizza y las empanadas, con un público fiel que lo sigue en donde esté “para siempre” dice él.
Nació en Acha, y a lo largo de la vida fue viajando y buscando la oportunidad de emprender. En una charla con #LPN nos cuenta que “no tiene estudios”, siete hermanos, y un papá puestero rural. Una historia de superación.
“Yo creo que los emprendedores ya nacen, no se hacen. Cuando vendía diarios en Acha, si vendía 8, al día siguiente quería vender 16, y al otro día 32. Creo que eso no le pasa a todos…”
Sin duda, emprendedor se nace.
Caminos
Vivió en Catriel, Río Negro. Brindaban servicios gastronómicos con su hermano. Cuando se privatizó YPF, lo pasaron mal. Empezaron a echar gente y fue una especie de “psicosis colectiva”. Siguieron para Buenos Aires, luego Mar del Plata y nuevamente La Pampa. Ya con su mujer, oriunda de Pico.
Santa Rosa fue el siguiente lugar en donde emprender. Trabajó en el Calfucurá, era encargado del restaurante. Y después se animó y puso un local chiquito, al lado de un lavadero: Pronto Pizza. Hacían servicios de comidas.
Leé también Quesos Santa Lucía: un tambo, una familia y la mejor materia prima
“Cuando llegamos a La Pampa crédito que había, lo sacaba. Siempre para trabajar el dinero, ¡nunca para comprar un auto, o cosas!”
La albahaca. Había un vecino al que le cocinaba cuando tenía invitados. Y un día le pidió empanadas. “Hice de carne, y por primera vez se me ocurrió ponerla mozzarrella, tomate y albahaca. Fue un boom.” Venían las mujeres de los que habían estado en el asado a pedirle. Eran tiempos en que no era una hierba muy habitual en las cocinas pampeanas. “-Este es el de albahaca- me decían por ahí”.
Luego se mudaron, y después vino un segundo local, más grande, frente a la plaza San Martín. Año 1.997. Se llamó Albahaka, claro. “Pusimos la empanada en la carta y fue un éxito.”
Tenían dos negocios. Y se animaron a un tercero. Un apart en Villa Gesell. “Llegué a dar trabajo a 45 empleados entre los tres negocios en su momento. Cada vez que lo pienso digo -estaba loco-, pero hay edades para todo.”
Presente
Hoy es sólo una esquina “bárbara”, como él la describe. En el local hacen la elaboración de toda la panificación: panes, pizzas, hamburguesas. Todo requiere tiempo, dedicación, “pero uno se va cansando”, nos confiesa “hay que estar muy encima del negocio”.
Nos cuente que duermo poco. Y que nunca le sobró tiempo. Aprendió a amar lo que hace, y “no podría hacer otra cosa”.
¿El plato más vendido? “Todos” afirma. “La pizza de muzzarella, la pizza santarroseña: jamón, muzzarella, cebolla, provolone y aceite de oliva. No debe haber una que no sale. Tenemos solo 4 tipos de empanadas, salen todas.”
La pandemia no fue fácil. “La pasamos mal, teníamos 11 empleados. Y seguimos teniendo” Ni siquiera sonaba el teléfono. El año pasado tuvieron que cerrar 15 días en pleno diciembre y enero por casos positivos.
Leé también Alfajores de Sarraceno, marca registrada pampeana
Agradecido, siempre. “La ubicación que tuviésemos siempre nos acompañó la gente, más que agradecidos a nuestros clientes. Ahora mucho con delivery. La pandemia marcó un antes y un después. Noto que la gente quiere salir, quiere olvidarse del tiempo que estuvimos encerrados.”
En la cocina. «Me meto en todo. Necesita una atención permanente, las masas, los picadillos, los condimentos. Yo hago la masa de las pizzas hasta el día de hoy. Creo que a mi negocio lo conozco muy bien.»
¿Expectativas? «No aspiraría a más nada. Son etapas de la vida. Siempre arriesgué, nunca me quedé con ganas de nada. Reconozco que mi señora me ha cuidado las espaldas constantemente. Cuando mi mujer -Moni- me ve medio desbocado, me orienta. Siempre alerta a mi situación, eso es fundamental en la vida.»
¿Los momentos más difíciles? «Se los busca uno. Al arriesgar mucho pasa eso. Pero es la adrenalina que se necesita para vivir. Me llevaba el mundo por delante…«
¿Comida favorita? «¡La pizza! Toda la familia. Venimos de una familia alemana, en donde el gluten no le hacía mal a nadie. ¡Y por suerte puedo comer de todo! Mi papá era igual.«
Un consejo emprendedor. “Te tiene que gustar lo que hacés. Amar lo que hacés. De chiquito trabajaba en un café en Acha, Bordolin, se llamaba. Y desde ahí aprendí a querer la gastronomía. Y me apasiona.»
Leé también Trumpel: un gin artesanal con tintes autóctonos
¿Errores? «Saber que lo que no hiciste a cierta edad…ya está.»
El éxito. “Para tener éxito hay que aprender a querer lo que uno está haciendo. Las circunstancias te pueden ayudar o nó. Es un país muy difícil. Pero por ahí tenés que hacer cambios. Te duelen, te pesan. Pero si estás aferrado, y te gusta lo que hacés, podés seguirlo en cualquier lado.”
Albahaka, pizza y empanadas Quintana 198, Santa Rosa, La Pampa.
*****
Este contenido es posible gracias al apoyo de nuestros lectores y auspiciantes. Compartí esta nota, opiná, y publicitá en nuestra web, para promover un periodismo distinto en la región: Contacto y Publicidad