Mariela Sánchez (37), vivió 15 años de un sueldo fijo, con un trabajo estable que le daba ciertas comodidades. Hace un tiempo dejó todo para volcarse con lo que la conecta y revitaliza.
Ahora se dedica pura y exclusivamente a La Herbolaria, su proyecto personal que empezó a la par de esta pandemia, en donde realiza productos cosméticos naturales. ¿El objetivo? Estar en contacto la naturaleza y el cuidado consciente, salir de la zona de confort y comenzar con un nuevo estilo de vida.
«Dejé de trabajar para tener un sueldo y empecé a trabajar para disfrutar de lo que hacía», nos cuenta Mariela en una charla con LPN. Desde su taller en Toay, La Pampa, nos recibió para poder aprender y conocer un poquito de su gran mundo.

Hace dos años que se dedica de lleno a La Herbolaria, aunque esta decisión no fue para nada «fácil», dice. «Los años fueron pasando y las prioridades fueron cambiando. Cuando fui mamá hace 5 años el rumbo cambió y me di cuenta que estaba trabajando y por ende, dedicando mucho tiempo de mi vida, a algo que no me hacía feliz». Las varias horas frente a la computadora, de una manera u otra, le fueron alimentando esas ganas de dejarlo todo. «Esta decisión me llevó dos años de meditación con la almohada y charlas con mi pareja», añade.



¿Qué es La Herbolaria? «Es mi espacio. Es un emprendimiento que nació con ganas de aprender de la naturaleza para el cuidado de nuestro cuerpo y para el cuidado de nuestro planeta. Trato de elaborar cosas sólidas, que no tengan envases y productos químicos derivados del petróleo. Es un cuidado para nuestra piel, cuerpo y para el planeta. Es un mundo apasionante y enorme para mí».



Artesanal, regional y sustentable
Mariela desde su taller hace todo lo que tiene a la venta. Shampoo sólidos, pasta dental, cremas humectantes y revitalizantes para el rostro y manos, ungüentos, bálsamos labiales, sérums capilares y antiage, mascarillas, alcohol en gel, jabones, desodorantes, tónicos y agua micelar.
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Todo lo que está a la venta, hasta los conservantes los realiza con sus manos. «Los conservantes son tinturas madres, que son un macerado de hiervas en alcohol, el cual después de varios días y de movimientos que hay que darle, ya quedan como conservantes. Yo uso el romero y la cola de caballo».
La materia prima de La Herbolaria proviene de Córdoba, Villa Las Rosas y de La Pampa. Mariela nos comentó que su papá tiene un invernadero y que le brinda aromáticas, plantas y más productos que necesita para la elaboración.
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Un mensaje consciente. «La producción es elaborada artesanalmente, pensada y creada desde su raíz, utilizando y seleccionando los mejores ingredientes naturales, combinándolos para potenciar sus propiedades«, cuenta la entrevistada. Además de una producción consciente en la que se enfoca Mariela, el mensaje que brinda no es sólo el de un cuidado de belleza.
«No se trata de lucir lindos y bonitos, se trata de nuestra salud. La piel es el órgano más grande que tenemos y a través de la piel se transmite todo. No tiene sentido estar radiantes y bellos y por dentro estar mal, aplicarle a la piel productos químicos a largo plazo terminan dañando la piel». Una elección, un cambio de hábitos, basado en la «consciencia».
Volver a nuestras raíces, a lo autóctono, a lo lugareño para aprender a revalorizar. «Cuando empecé con La Herbolaria tenía pensado traer cosas de la India, como el té matcha o aceites esenciales, pero después me pregunté ¿por qué traer cosas de otro continente si con lo que nos da la tierra acá es suficiente?».
Aprender a revalorizar lo «local» es otro de los mensajes que intenta transmitir Mariela a través de su emprendimiento. Además hace hincapié en el gasto que significaría importar y en el estado de conservación de los productos «no es lo mismo que se coseche en Córdoba a que venga de Oriente», dice.
Muchas plantas medicinales crecen en Argentina, y como consecuencia de la pandemia y de las trabas en las importaciones que esto traería, Mariela empezó a tomar consciencia por lo autóctono. «Yo creo que se debió a que las importaciones se frenaron, los precios subieron mucho y entonces en esa situación uno se pone a reflexionar por qué estamos pagando por algo tan caro que en realidad se puede conseguir en nuestra tierra y por un precio menor».



Emprender en pandemia. «Emprender siempre es un desafío, y emprender en pandemia aún más, uno es su propio jefe, y como todo tiene sus pros y sus contras, uno tiene que readaptarse y reinventarse, buscar opciones, alternativas, aunque en mi caso no fue para tanto». Mariela empezó con este proyecto 15 días antes de que comenzara la pandemia. Después de dejar su trabajo y lanzarse a este nuevo desafío, el mundo se frenó.
«Siempre tuve un poco de miedo», nos cuenta, y añade que en ese momento no le quedó más alternativa que confiar en ella misma. A pesar de un panorama no muy positivo para emprender, Mariela no se chocó con grandes obstáculos. La Herbolaria como no es un local abierto al público y trabaja sólo con envíos o en puntos de venta, no se vio perjudicado.
«La enseñanza que me dejó la pandemia es no planear tanto todo. Yo antes era de planear a corto, mediano y largo plazo, y con esto me vi forzada a dejar que fluya todo un poco más». Por otro lado, dice que siempre trata de ver de las «cosas no tan buenas, las enseñanzas que nos dejan y no las cosas que nos quitan, sino uno se va trabando, hay que meterle pilas a esto y más cuando algo se hace con amor y con ganas».
La naturaleza es sabia. «Siempre digo que no me van a alcanzar los años para aprender lo que la naturaleza tiene para enseñarnos. es muy inmenso el mundo natural». Mariela actualmente está cursando la carrera de Aromaterapia y ya tiene hechos varios cursos en cosmética natural, en escuelas de Córdoba, Buenos Aires y España.



El mensaje es claro y preciso. «No engaño a la gente y siempre aclaro que esto no es mágico». La clave está en el equilibrio. «Yo siempre aconsejo que si alguien tiene un problema en la piel que vaya al dermatólogo o al médico. El ser fanáticos de algo hace que no perdure en el tiempo, no hay que arraigarse únicamente a una tendencia» opina.
Mi taller, mi templo. El taller de Mariela está en el patio de su casa, lo construyó «a pulmón» y fue un trabajo en equipo; su marido, Germán, y ella se arremangaron y lograron crear un espacio especial para la elaboración de los productos. «Tengo muebles reciclados, viejos, que los restauramos, unos los encontré tirados, otros los conseguí por poca plata y les di mi impronta. Está todo hecho muy artesanal, el piso lo pinte yo, tengo hasta los frasquitos reciclados, la mesada también, que haya sido así, tiene otro valor. Al hacerlo así lo valorás mucho más».
Lavanda, manzanilla y caléndula: las plantas preferidas de Mariela
«Son las tres plantas que siempre elijo y uso mucho, ya sea en tinturas madres, oleatos, aceites esenciales, en infusión, las elijo porque son para pieles sensibles, para pieles delicadas, de bebes y niños. Las tres tienen propiedades similares, son calmantes, antinflamatorias, descongestivas y antisépticas. La característica principal de la lavanda es relajante. La caléndula es regeneradora de tejidos y la manzanilla da equilibrio, descongestiona y desinflama»
La cosmética natural se impuso, para (ojalá) quedarse. Cada vez se ven más tiendas y almacenes naturistas, productos naturales sin químicos ni conservantes artificiales, y sobre todo más consciencia. «Hay salida y mercado para todo el mundo, siempre digo, ojalá que en algún momento en las góndolas de los supermercados se encuentren estos productos», reflexiona Mariela. Pero, eso es todavía, una camino pendiente. .