Maricel Anahí Sorolla es profesora de yoga. Quizás no lo buscó, quizás sí, pero durante la pandemia empezó a dar clases en un centro de la tercera edad. De a poco se fueron sumando muchas mujeres, quizás algún que otro varón, pero la mayoría son mujeres de entre 50 a 80 años.
A Maricel nunca le gustó mucho la actividad física, le recomendaron que hiciera yoga, pero pensaba que hacer yoga era estar sentada, quieta, respirando y creía que no era para ella. Esto fue hace varios años. Hasta que un día fue a probar una clase y se dio cuenta de que era algo totalmente distinto. No tenía nada de eso de estar sentada quieta y tampoco era una actividad física agresiva.
“Yo soy contadora. Mi mente estaba muy estructurada, sigo estando estructurada, porque no es tan sencillo desarmar todo. Cuando mis hijas eran chiquitas empecé reiki. Al principio no lo sentí. Con los años lo volví a intentar y ahí sí lo sentí, lo experimenté, lo entendí y me gustó. Verdaderamente creo que se puede sanar o sentirse mejor a través de las energías. Cambiar la energía”.
Maricel Anahí Sorolla
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Los martes y jueves, Maricel ya prendió el sahumerio, puso música relajante, acomodó las mantas, los ladrillos y las almohaditas, y espera a sus alumnas sentada en su mat. Saluda una a una, las invita a sentarse y les pregunta cómo están. Mientras esperan a la última, se arma una pequeña charla y todas comentan sobre el frío y los achaques.
Lourdes habla de su reuma, que le van a costar las poses de equilibrio, por suerte hoy a Tere no le duele nada, Elsa llega a las corridas porque tuvo que llevar a sus nietos a la escuela, Alicia y Gladys también cuentan de sus respectivos dolores.
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Después de las primeras clases, Maricel se empezó a sentir mejor, ya no estaba todo el tiempo contracturada, no le dolía la parte alta de la espalda ni los hombros por estar sentada y encorvada tanto tiempo frente a una computadora. Después, cuando aprendió a manejar la respiración, se dio cuenta de que con cinco minutos ya le cambiaba mucho el estado de ánimo, el carácter y su manera de reaccionar ante diferentes estímulos. Es cuestión de sentarse solo cinco minutos y respirar conscientemente.
“Aprendí a volver a respirar, pero esta vez con el aire en la panza. En general, solemos tener una respiración corta y agitada arriba. Hay que llevar el aire, lento, a la panza y tratar de hacerlo por nariz. A mí me relaja completamente. Empiezo a notar la relajación y volver al eje. En momentos de estrés, ansiedad, con la respiración me vuelvo a conectar conmigo”.
Maricel Anahí Sorolla
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“Respirar llevando el aire a la panza es volver al eje. El tema es cuando convertirlo en parte de la cotidianeidad, pero no son más que dos minutos. Otra cosa que me pasó con el yoga fue que me di cuenta de que antes dormía, pero no descansaba. Cuando empecé con mi práctica ya me levantaba de otra manera, en verdad sentía que había descansado. Además, con la actividad física se van abriendo esos centros energéticos que con el tiempo se fueron cerrando y bloqueando. Ese cambio energético se nota enseguida”.
Maricel Anahí Sorolla
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Ya es la hora y Maricel estira la voz, suave y pausada, para invitar a sus alumnas a sentarse con la espalda recta, a que se acomoden con una postura cómoda. Insiste con la comodidad y con la respiración. Se hace silencio. Ninguna habla, solo se escucha la voz de Maricel y cómo la respiración de todas se va volviendo larga, pausada y en calma.
Después empiezan los movimientos lentos de cabeza, cuello y hombros, también las muñecas y las manos. Arriba, se mueven los pies y las rodillas. Cada una a su manera, con sus tiempos, siempre lento. De a poco, Maricel va dando indicaciones para las diferentes posturas: de equilibrio, de fuerza, torsiones.
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Durante la pandemia, Maricel estaba dando clases en un salón muy chiquito y con la pandemia era necesario más lugar. Como es del barrio, se le ocurrió preguntar en un centro de la tercera edad y surgió porque con la pandemia ellos tampoco estaban dando talleres y tenían muchos horarios libres. Así se empezaron a sumar mujeres mayores.
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“Ya trabajaba con adultos mayores. Las clases son iguales para todos y para todas las edades y está bueno que todos estén juntos, que hagan todo y que lo puedan hacer a su ritmo. El yoga es un proceso de autosuperación y cada uno se va exigiendo lo que puede a sí mismo. Mi idea es que todos experimenten cómo cambia el cuerpo y el carácter a través del yoga. Que todos se sientan capaces”.
Maricel Anahí Sorolla
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Después de las posturas de fuerza, las torsiones, los saludos al sol, el equilibrio o lo que sea que Maricel haya preparado para la clase, llega la hora de abrir el pecho. Se acomodan los ladrillos en la mat y se apoyan los omóplatos y la cabeza según corresponda. Maricel sigue hablando lento y guía a sus alumnas con la respiración.
Va llegando el final de la clase. Todavía quedan algunas posturas y se toma el tiempo necesario para que todas puedan estirar bien. Que cada una sienta y se amigue con su cuerpo. Para que cuando se vayan, se vayan relajadas y contentas. Al final, llega el momento de la relajación. Todas se abrigan, se tapan con las mantas, acomodan una pequeña almohada abajo de la cabeza y una de semillas sobre los ojos.
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Tere tiene más de 80, dice «no apoyo acá porque tengo los clavos», no va a hacer una postura perfecta, pero Maricel la deja para que se sienta tranquila. Mirta tiene 76, muchos problemas de salud, artritis, clavos por todos lados y hace las posturas con una silla al lado. Así se siente segura. Le cuesta mucho, pero ella en el momento en el que va a yoga es feliz.
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Maricel sabe que sus alumnas no van a hacer las posturas a la perfección, pero también sabe que sus alumnas tienen más cuidado y que prestan más atención a lo que ella les va diciendo. Tiene alumnas y alumnos de todas las edades, hay quienes van con muchas dificultades físicas y se van dando cuenta de que las cosas igual se pueden hacer.
“El proceso es de cada uno. Veo la evolución. Tiene eso de que cada uno se concentra en sí mismo, en su mat, en su cuerpo, en llevar la mirada hacia adentro. Acá no hay que mirar cómo hace el de al lado. Lo importante es sanar día a día, ver las cosas desde otro lado, experimentar, cambiar y evolucionar. El yoga alarga la salud. Estoy convencida”.
Maricel Anahí Sorolla
Para más información para empezar yoga, consultar por el Instagram ser_enidad, por el Facebook o al Whatsapp 2954 57-4956
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