Air Couple empezó en simultáneo a la relación de Lucía Etcheverría (20) y Pablo García (26). La afición por la aeronáutica los unió. Incluso su primera cita sucedió en las nubes de General Pico, La Pampa.
Él es piloto comercial, ella es tripulante de cabina. Desde que se conocieron la conexión con los aviones los impulsó a querer inspirar y acercar a la aeronáutica a más personas, que lo ven quizás como algo ajeno o lejano. Y lo hacen a través de su cuenta de Instagram.
En un principio el proyecto se inició como un espacio para compartir fotos, videos y posteos sobre sus vuelos, pero se convirtió en algo más. De a poco notaron que gente que no era del ámbito se mostraba interesada por saber más acerca de los aviones y de cómo introducirse en ese mundo. «Se fue gestando una plataforma que motiva, inspira y alienta a lanzarse por fuera de lo rutinario» dicen Lucía y Pablo, y demuestran que la aviación está más cerca de la tierra de lo que creemos.
Ambos coinciden en que el miedo a las alturas, o a los supuestos peligros que conlleva la aviación no deben ser una barrera, “privarse de algo tan lindo por un miedo remoto, es en vano”. Pablo menciona que hay mucho por disfrutar de esta actividad y que sólo hace falta ser curioso, acercarse a algún aeroclub y animarse.
“Volar a distintas horas del día y mirar el cielo cuando estás allá, te das cuenta que no es sólo mirar para arriba y que es en todos lados igual, sino que en cada lugar es distinto, y en cada lugar y en cada horario muta, es diverso. Volar de noche, al amanecer, al atardecer es simplemente hermoso”, cuenta Pablo.
Sus primeros pasos
Lucía terminó el colegio secundario orientado en turismo en el año 2017, realizó el curso de tripulante de cabina ese mismo año y en el 2018 se mudó a General Pico, La Pampa.
Trelew es su ciudad natal, en donde tuvo sus primeros acercamientos con los aviones.
En una charla con La Pampa Noticias nos contó que nunca se hubiese imaginado hacer de la aeronáutica su vida, de hecho ella quería dedicarse al turismo convencional, hasta que un profesor del colegio, al cual aprecia y agradece mucho, le predijo el futuro y le dijo que ella sería tripulante de cabina. Y así fue. Actualmente está en constante formación, haciendo cursos de idiomas, primeros auxilios y otras competencias fundamentales para conseguir trabajo en una aerolínea como tripulante de cabina.
¿Volar en la llanura pampeana? “Poder ver el atardecer hasta el último instante, es incomparable. El verde, los girasoles, el maíz y su llanura que permite ver el horizonte más lejos de lo que cualquier paisaje permite, ¡es increíble!» coinciden.
Pablo, oriundo de Santa Rosa, creció volando con su papá, quien le transmitió la pasión por los aviones y quien luego se convirtió en su instructor. Al terminar el colegio secundario empezó el curso de piloto y tras juntar 200 horas de vuelo y perfeccionándose con más cursos, logró conseguir trabajo en un avión ambulancia de la municipalidad de General Pico. Pablo dice que era un trabajo bastante particular, ya que no tenía horarios pautados y debía trasladar pacientes a cualquier hora, al igual que una ambulancia terrestre.
Hoy en día trabaja como piloto privado para una empresa de Realicó. ¿Una jornada laboral rutinaria? Planificar tan solo con un día de anticipación el vuelo y ver cómo va a estar el tiempo, la neblina y la visibilidad, las variables más importantes.
Viajar, correr y amar, en motorhome
El valor simbólico y sentimental de los aviones
El abuelo de Lu, que falleció hace largos años, también estaba ligado a la aeronáutica. Pero ella no lo sabía, su abuela se lo contó cuando la joven decidió hacer el curso de tripulante de cabina. Lo toma como una casualidad -o causalidad- que le agrega un gran valor sentimental a esta actividad. Además, y como dato no menor, en su vuelo de bautismo voló el mismo avión que su abuelo cuando también iniciaba su vida como piloto profesional.
El futuro
La pareja de aficionados sueña con irse del país. Sueñan con crecer profesionalmente en sus disciplinas, y adquirir experiencias a lo largo y ancho del mundo.
A Pablo le gustaría cumplir el anhelo de tener su propia empresa de aeronáutica, con su respectiva escuela. Además, tiene ganas de aprender a hacer maniobras acrobáticas con el avión, aunque gracias a su experiencia acumulada, de vez en cuando una pirueta por los aires surge.
Una especie de «adicto a la adrenalina». Menciona que para llevar a cabo una maniobra se debe ser muy consciente, ya que “estás volando en un fluido similar al agua y existen muchas variables que afectan, tenés que tener ciertas nociones de lo que está pasando en la estructura del avión para no generarle fatiga”, dice el piloto.
Lucía también tiene planeado irse de la Argentina, menciona que es un país complicado para crecer en lo que les interesa ya que no es una actividad muy explotada. Quiere trabajar en una línea aérea y progresar en los distintos eslabones de la cabina.
Aeroclub Pampeano. Santa Rosa, La Pampa. 02954 42-3785
Aeroclub General Pico. Gral, Pico, La Pampa. 02302 43-7200