En los últimos años, cada vez más argentinos se lanzan a vivir esta experiencia canábica. Una combinación de aventura y dólares. Y peligros, claro. El trabajo se suele pagar por libra de marihuana cortada y por lo tanto, cuantas más libras de marihuana generes, más hojas verdes para tu bolsillo. En temporada alta se suele llegar a ganar hasta 7.000 dólares por mes.
*****
En primera persona, de una semi pampeana. Nació en California pero vivió su infancia y adolescencia en Argentina. Su familia se mudó a Santa Rosa La Pampa cuando tenía tres años, y ya terminado el secundario, con estudios universitarios en mente, dejó proyectos y vendió todo sin contarle a sus padres para volver al lugar en donde su vida inició. Hoy vive en su propio motorhome, con sus perros -Almendra y Jade -, viajando de granja en granja en California mientras se dedica a trabajar en la industria de la marihuana. Dice que está ganando 375 dólares por día y que es un trabajo en el que te sentís un poco «por fuera del sistema».
Dominique Michelle Duo tiene 25 años, y desde hace 6 es casi experta en trimmear; una actividad relacionada con el cultivo de marihuana que consiste en emprolijar los cogollos -flor y parte consumible de la planta- que se han recolectado durante la cosecha y secado previamente.
Su casa de cuatro ruedas viaja por las montañas de California, en el radio del “triángulo esmeralda”, el epicentro del cultivo de cannabis de Estados Unidos, conformado por los condados de Trinity, Mendocino y Humboldt. En los 60´, cuando el auge del movimiento hippie estaba en búsqueda de la naturaleza, de salirse del capitalismo y del sistema, la gente encontró entre los caminos sinuosos y verdes de California el lugar ideal para sentar sus bases y empezar una sociedad nueva. Dentro de este movimiento psicodélico lo que se buscaba también era encontrar un sitio propicio para el cultivo de marihuana.
Leé también: Conservar el suelo: empecemos en casa
La legalización del cultivo de cannabis medicinal en el 1996 en California, dio pie para que este negocio crezca a niveles industriales. Hasta que en el año 2018 se legalizó el consumo recreativo y se gestó una industria millonaria (la ley permite a los mayores de 21 años la compra, posesión y consumo de hasta 28,5 gramos de marihuana).
Los pasos previos. Cuando empezó a patear Latinoamérica, Domi tenía 19 años. Se fue sin dinero, con una mochila, su perra Almendra y una guitarra. A partir de esa decisión no cesó de vivir aventuras inolvidables, de hecho menciona que no sabe si lo volvería hacer por los riesgos que corrió muchas veces, sin embargo todo se fue «acomodando y fluyendo» para que el objetivo final –llegar a California– se de.
Uruguay, Brasil, el Norte de Argentina, Bolivia y México fueron los destinos en los que Dominique instaló su carpa -en el lugar y la hora que sea- para acercarse al destino final. ¿Cómo viajó sin tener dinero? haciendo dedo y caminando largos trayectos -los camioneros, los más seguros y fieles pilotos hasta el momento- dice.
«No sé si lo volvería hacer, hice cosas muy arriesgadas. O sea si pero a la vez, es como un poco peligroso, me metía en situaciones que por ahí hay que tener mucha energía para sobrellevarlas» cuenta. Al inicio del viaje, todavía en Argentina, precisamente en Corrientes, Domi estaba muy cansada y «baja de energía» había caminado largos kilómetros y habían pasado ya muchas horas haciendo dedo y nadie la levantaba. Cerca, vio un «tipo» que le pareció sospechoso pero no le importó, se subió igualmente a su auto, y al final de ese dantesco viaje se imaginó «en las noticias, en la televisión, con el peor de los finales». El hombre se desvió del camino, diciéndole que le quería presentar a un amigo. Ante la negativa de Dominique, se empezó a poner «muy nervioso e intenso» entonces se bajó del auto para buscar al amigo en la casa. Apenas se bajó, Domi salió corriendo con todas sus cosas por un barrio «muy turbio» mientras la gente, los vecinos, le gritaban «de todo».
Almendra. «Mi perra me ayudó en todo esto y en estas situaciones, porque yo viajaba con mi carpa y llegaba la noche y la instalaba en donde sea, hasta en estaciones de servicio, y Almendra siempre ladraba cuando alguien se acercaba, era como mi guardaespaldas y una alarma, la gente no se arrimaba a la carpa porque ella se volvía loca».
Leé también: Viajar, correr, y amar, en motorhome
Haciendo dedo en una playa de Brasil, Dominique se enteró sobre esta industria de marihuana en California. El chico que la subió al auto le comentó que tenía unos amigos trabajando en plantaciones de marihuana y que todos los años viajaban para hacer temporada. Le pasó el contacto de «Fernando» y fue él quien la recibió en California después de un tiempo. Luego de viajar de Bolivia a México, Domi llegó a California en búsqueda de este tal Fernando. «Cuando llegué a California tenía muy poquita plata y no tenía ropa, acá la gente está bien vestida y yo era rehippie» dice entre risas, entonces lo único que tenía se lo gastó en algún par de zapatillas, remeras y pantalones.
«Yo iba planeando todo al paso, no tenía nada organizado y las cosas se me iban dando solas. Siento que una vez que tenés una meta final, lo del medio se va acomodando como por arte de magia».
La llegada. A las cuatro de la mañana llegó al norte de California, en donde Fernando tenía planeado buscarla para después instalarse en la granja. «Alguien desconocido en una camioneta gigante con vidrios polarizados en un lugar en el que nunca había estado me estaba llevando a no sé donde, yo pensaba -¿donde estoy?- estaba muy cansada de viajar, Fernando se empieza a meter en los caminos montañosos y yo me decía -¡No! estoy en la boca del lobo de nuevo- sentí miedo«, recuerda.
Entre acantilados y árboles gigantes, Fernando estaciona la camioneta y le dice a Domi que se baje. «Bienvenida, cerrá los ojos y respirá profundo» le ordenó. El olor a marihuana invadió sus sentidos «Había un valle, el cielo precioso, y plantaciones enormes», recuerda. «Acá está la abundancia y te va a ir excelente» le dijo el chico desconocido que tenía a su lado.
Leé también: Amor en colectivo
–¿En qué consiste el trabajo?
-Al principio en esa granja fue medio duro porque tuve que acampar, no teníamos duchas, y las cocinas estaban afuera, era vida de campo. Eso me forzó un montón, pero también aprendí mucho. No siempre trabajé en la misma granja, pasé por varias. Y además hay distintas tareas, por ejemplo el cuidado de la planta para que crezca que consiste en regarla, controlar las luces, cortarlas y colgarlas para que se sequen. Cuando la planta se seca hay que desojarlas, sacar flor por flor, y cuando las flores están separadas hay que hacer treamming. Son distintas actividades y que por ende pagan distinto.
-¿Cuánta plata ganas?
– Hoy el promedio que estoy haciendo es 375 dólares por día. Depende de la temporada y de qué tipo de granjas sean. Por ejemplo la granja en la que estoy ahora es legal, tiene muchísimos greenhouses en todas partes.
-¿Y en las granjas ilegales?
-Es otra historia. Antes de llegar a este lugar, estaba en una granja en donde se rompió un toma corrientes entonces tuvieron que ir los del gobierno a solucionarlo, cuando vinieron y vieron que había más plantas de las permitidas, les dijeron que en tres días iban a hacer una inspección y nos tuvimos que ir todos los que trabajábamos ahí y además el dueño tuvo que pagar 25 mil dólares. Perdió toda la cosecha.
– ¿Está mal visto este trabajo para los locales?
– En Estados Unidos está bien visto, no hay ningún prejuicio. La marihuana es legal en su uso medicinal y recreativo, entonces no está mal visto. Además se gana mucho dinero, incluso para los trabajos normales acá. Hay también norteamericanos que trabajan en esto porque comparando con otro trabajo, ganas más.
-¿Hay peligros de trabajar en la montaña cosechando marihuana?
– Un montón. Por ejemplo, en la primera granja que trabajé, yo dormía en una carpa y al lado mío se cayó un árbol gigante a 4 metros. Hay osos alrededor, nunca me hicieron nada igualmente, solo una vez una osa con bebés casi se pelea con mi perra. Que la granja sea ilegal también tiene sus riesgos, aunque no sé muy bien qué pasa con los trabajadores, pero a los granjeros les cobran una multa y ya. Andar en las montañas solos también puede ser riesgoso, a veces cuando voy a lavar la ropa al pueblo veo carteles de gente desaparecida, sobre todo de chicas como yo que han desaparecido. Se sabe de casos de granjeros asesinos. Hay gente que se droga demasiado con metanfetaminas y cristales ya que esta acá está muy accesible y hay gente que se vuelve re loca. Por eso siempre está bueno saber adónde vas, hablar con la gente de alrededor, saber quiénes van a a estar trabajando en la granja y quienes son los granjeros. Porque sí, pasan cosas.
-¿Cómo es el método de contratación?
-Te contratan de muchas maneras. Una puede ser ir al supermercado a comprar algo y ver a alguien que parece un granjero o un trimmer, y preguntás por trabajo, el boca a boca en la calle. También se usa la aplicación Tinder, aunque es para conseguir pareja, pero como te aparece la gente de alrededor de tu zona muchos granjeros buscan por esta app.
-¿Es un trabajo sacrificado?
– Cuando uno hace las cosas con ganas nada parece sacrificado. Depende como cada uno se lo toma. Yo trabajo todo el día hasta la noche porque mi objetivo es hacer dinero para un fin puntual, como comprarme mi motor home, o irme a Miami, o lo que sea. A veces trabajo hasta 12 horas, pero porque quiero. Depende de la cantidad de plata que quiera hacer cada uno.
-¿Qué es lo que más te gusta de vivir en las montañas de California trimmeando?
-Me gusta mucho la libertad que te da este trabajo. Podes levantarte a la hora que sea, acostarte a la hora que sea, comer cuando quieras y hacer lo que quieras. Vos lo único que tenés que saber es que cuanta mayor cantidad de marihuana recortes o juntes más dinero vas a hacer. Te ayuda a trabajar la constancia porque nadie te presiona. Además estoy rodeada de naturaleza, vivir en mi propia casa, tener a mis perros.
Leé también: A los 53 años se convirtió en youtuber, y recorre el país en su mítica combi