Macachín, La Pampa – Juan Manuel Auche (de Macachín) y Martín Tissera (de Miguel Riglos), en una charla como cualquier otra, en noviembre de 2021, se pusieron un poquito más serios y decidieron levantar la vara. Ya habían hecho algunos ascensos importantes: arrancaron por el Lanín, subieron el Domuyo, el Vallecitos, el Maipo. Y ahora les tocaba cumplir un sueño: escalar el Aconcagua.
Después de hacer ascensos que llegaban entre los 5.000 y los 5.500 querían exigirse un poco más y pasar ese límite. Se pusieron de acuerdo bastante rápido: “Si lo vamos a pasar, vamos a intentar el Aconcagua”.
El Aconcagua es una montaña ubicada en Las Heras, provincia de Mendoza. Integra la Cordillera de los Andes y tiene una altitud de 6960,8 metros sobre el nivel del mar (msnm). Es la cima más elevada en América y el pico más alto de la Tierra después del sistema de los Himalayas.
El Aconcagua es muy frecuentada por andinistas de todo el mundo y tiene una entrada de 6.000 a 7.000 visitantes por temporada que se extiende entre diciembre y marzo. Los efectos de la altitud son muy severos y la presión atmosférica es del 40 % de la existente a nivel del mar. Suele generar apunamiento en los escaladores, por lo que resulta imprescindible aclimatarse a la altura. Las condiciones climatológicas pueden cambiar bruscamente.
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La “vía normal” de acceso es desde la cara norte y suele ascenderse a través de campamentos de altura con sus correspondientes días de descanso. Los campamentos más significativos de la vía son: Campo Base (Plaza de Mulas; 4300 msnm), El Semáforo (4350 msnm), Piedras Conway, Plaza Canadá, Piedra de 5000, Cambio de Pendiente, Nido de Cóndores (5250 msnm), Berlín, Colera, Piedras Blancas, Piedras Negras, Independencia, Portezuelo de los Vientos, Gran Travesía, La Canaleta y Cumbre del Aconcagua.
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Martín y Juan Manuel partieron el 26 de enero para Mendoza y después de planificar la hoja de ruta con un guía amigo, ajustaron detalles y se largaron. El 28 de enero entraron al parque. Llegaron justo porque el 31 era la fecha límite para ingresar al parque, después ya no dejan pasar gente porque no dan los tiempos para poder hacer cumbre.
En el primer campamento tuvieron dos días en confluencia. El 30 llegaron a Plaza de Mulas a 4.300 msnm. Después de Plaza de mulas tuvieron cuatro días para aclimatarse, se hidrataron bien, descansaron y cuando ya estuvieron listos subieron al campamento Canadá, que es el primer campamento de altura a 5.000 msnm. Ahí estuvieron dos días.
Ellos hubieran preferido estar uno, pero por cuestiones climáticas, como había mucho viento y para evitar el desgaste físico, se quedaron un día más. Dormir en la altura no les vino mal. Descansar siempre es bueno para poder reponer energías y para cuando mejoró el clima, pudieron subir a Nido de Cóndores, el tercer campamento que está a 5500 msnm, donde también estuvieron dos días también.
Se levantaron y miraron la cumbre. La cumbre estaba siempre ahí. Como la ventana del clima les estaba jugando a su favor, después de dos días subieron hacia el Cólera, el último campamento a 6.000 msnm. Ahí esperaron hasta el día siguiente, el día en el que iban a subir a la cumbre.
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El 9 de febrero a la madrugada Juan Manuel y Martín arrancaron para la cumbre. Dicen que el último día es el más duro de todos porque tuvieron que subir 1000 metros de desnivel. Pasan de los 5900 msnm, que tiene el Cólera, a los 6900 que tiene la cumbre del Aconcagua. Entonces es el día más largo y más duro de todos.
“Llegar a la cumbre es una sensación muy difícil de explicar. Desde que soy chiquito tenía el sueño de escalar el Aconcagua. Entonces cuando llegué ahí, lo primero que hice fue tirar los bastones y abrazarme con Martín. Lloramos y moqueamos un rato largo. Todo por el esfuerzo de estar ahí, de haber llegado, de haber hecho las cosas bien. Es una satisfacción muy grande. Muy muy grande”.
Juan Manuel Auche

Juan Manuel cuenta que la experiencia fue súper positiva, pero muy desgastante. Durante unos días le costó mucho levantarse a la mañana. Quizás, en un par de años, le pique el bichito de vuelta y lo vuelva a intentar, pero si vuelve a subir va a tratar de hacerlo por otra ruta.
¿Vale la pena intentarlo? «¡Sí por supuesto! Preparándose. El que lo quiera intentar, que vaya. Lo tenemos acá en Argentina, al alcance de la mano» opina Juan Manuel.
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