Amilcar y Vanina se plantearon hace dos años vivir una vida nómade. Compraron un colectivo modelo 66, y ahí armaron su hogar. Subieron lo imprescindible. El resto quedó en un depósito. Y así empezaron a planificar una nueva vida.
“No pagar un alquiler, ni impuestos, ya te saca muchas preocupaciones de encima” nos cuentan relajados, después de varios intentos en el pasado de construir su casa propia. Hoy están estacionados, temporalmente, en una esquina de Santa Rosa (Mariano Pascual y Pío XII).
Vanina Rodriguez es contadora, ilustradora y profesora de yoga. Amilcar Heimbigner es maestro de artes plásticas, fotógrafo, mecánico, y siempre fanático de los autos antiguos. La tripulación incluye también a los perros Ronco y Olivia, y a los gatos China y Luna.
La propuesta es estar “tanto tiempo en este lugar, tanto tiempo en otro” y así. Cada uno tiene su posición de viaje y su tarea: Amilcar maneja, Vani copilota, los perros en los pies de Vani, la gata China en la ventana, y la gata Luna anda dando vueltas, o en la falda.
El primer viaje piloto ya lo hicieron. Pico, Córdoba, eclipse en San Javier el 2 de julio. Luego, con amigos de Santa Rosa que andan en un motorhome, empezaron a subir a La Rioja, después Catamarca, Salta y llegaron hasta Humahuaca, en Jujuy.
“La gente vive distinto” nos cuentan “el norte es muy conservador, faltan años luz en algunas cosas”. Nos cuentan que salieron de acá con una idea, y en el viaje se fue transformando.
El plan de vida y sustento económico para viajar es vender lo que hacen: ilustraciones en gorras, remeras, posavasos, cuadernos, libretas. “Por lo general hay mucha buena onda con el viajero”. Vani mantiene también algunos clientes como contadora.
Por una cuestión estratégica, en las ciudades donde llegan, siempre terminan en el centro, o en una peatonal. Tratan de no pagar estacionamiento. “Por el tamaño no podés meterlo en cualquier lado. En Tilcara, Humahuaca era muy difícil.”
Después de Navidad arrancan un nuevo viaje ¿Año Nuevo? A una velocidad de 60 ó 70 km/h se proponen recorrer en un año y medio varios países de Latinoamérica. Uruguay, Brasil, Paraguay, Bolivia, Perú, Ecuador, Colombia, “y ahí veremos…”
¿No piensan volver? “Por ahí nos quedamos en Brasil…¿quién dice?”. Llevan 400 litros de agua, comida, ¿y los precios en otros países no los asustan? Uno se va acomodando al lugar donde está. “El que convierte no se divierte” dice la contadora muerta de risa.
La vida en 23 metros cuadrados
“Somos un equipo en movimiento” 24 horas juntos, los 365 días del año. “Una cosa es vivir en una casa, cada uno con su vida, sus cosas, esto es diferente”. En 23 m2 hay que resolver lo que suceda. Todo un desafío.
Juntos armaron el espacio, la electricidad (energía solar para compu, heladera e impresora) la carpintería, y van ajustando todo cada vez más. “Cuando estamos en movimiento, la casa se transforma: la biblioteca, los adornitos, desaparecen y van a los espacios de guardado”.
“No te podés llevar todo y te vas acostumbrando a andar con menos cosas”. Lo afectivo es lo que más les cuesta, sobre todo a ella. “Vivimos reduciendo el equipaje, pero las cartitas, dibujos, fotos de mi hijo Joaquín (que ya tiene 19 años), no puedo…todavía no lo resolví, está todo acá” cuenta Vanita.
¿Sueños? Tenían pensado llegar a México, pero conociendo historias de viajeros, y algunas complejidades, van cambiando de ideas. “Cuando lleguemos a Colombia, vemos.” Vanita sueña con conocer México; Amilcar, EEUU. Será una decisión en equipo.
¡Buen viaje!
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