Nati Bainotti (33) es de Rafaela, Santa Fe. Su vida transcurre desde hace mucho tiempo viajando y escribiendo. Un día cambió la mochila por la bicicleta. Ya pasó en dos ruedas por Ecuador, Colombia, Chile y diferentes puntos de la Argentina.
En su paso por la Colonia Menonita y Guatraché, un viaje que anhelaba, nos compartió sus fotos del recorrido y su experiencia.
El recorrido que la trajo a La Pampa: salió de Pigué, Goyena, Bordenave, Darregueira, luego Colonia Menonita, Colonia Santa Teresa, Gascón, San Martín, Colonia San Miguel, Puán y Pigué.
«Llevo un estilo de vida nómada. Estoy siempre en movimiento. No tengo una casa a la que voy y vengo. Voy adecuando mis recorridos al clima, mis intereses. Alterno viajes con períodos de quietud -en los que trabajo-«
Sobre su estadía en la Colonia nos comentó: “Estuve una semana en la colonia, acampando en la casa de una familia. Pude compartir comidas y charlas con ellos, jugar con los niños, estar en un cumpleaños, compartir momentos de trabajo, ir a la misa. Era una sensación de estar muy lejos en tiempo y espacio, moviéndome con cuidado mientras trataba de entender cómo hacerlo. Quiero decir, cuando viajás a un lugar donde la cultura es diferente, hay que observar para luego hacer. Cuando viajás dentro de tu propio país, ese recaudo desaparece, porque das por sentado que, por ejemplo, saludar con un beso es aceptable. En la Colonia todo se sentía nuevo. Me hubiese encantado poder hablar más con las mujeres y niñas, con quienes se dificulta mucho porque en general casi no hablan español, y a la vez había una curiosidad mutua: cuando nos veíamos nos quedábamos mirando largo rato, en los buggies siempre se daban vuelta. Permanecer, compartir y conversar me permitió ver que muchas cosas que se cuentan no son exactamente así. La Colonia es, para mí, un gran ejemplo y lugar para aprender que solo estando donde ocurren las cosas podemos atisbar la realidad. Que escuchar, leer, mirar fotos siempre es un recorte y nunca va a darnos una noción igual a presenciar y vivir y dejarnos atravesar en cuerpo y emoción.”
Y escribió sobre La Pampa:
«(…) Luz:
monte, tanto monte
una laguna rosada
muchas liebres
flamencos que no suponía
y ñandúes también
el caldén, tan único él
lomadas que rompieron el llano de mi imaginación
lomadas, repito
el dulce de leche más dulce
gente, siempre gente
que hace que esa luz se mantenga encendida.»
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