“Durante la pandemia hice varios intentos por atraer aves a mi jardín. Pero en ninguno logré que bajen al comedero/bebedero los naranjeros (Pipraeidea bonaerensis). Bueno, en realidad si bajaron varias veces, pero siempre eran hembras o juveniles y yo quería fotografiar al macho.
Una fría y lluviosa mañana de invierno, me llamó la atención el bochinche que venia de afuera. Miré por la ventana y había una bandada de aproximadamente 15 naranjeros en el techo alimentándose de los frutos del aguaribay de casa.
No lo podía creer, fue un momento que difícilmente se vuelva a repetir y que disfruté más de lo habitual debido a la falta de contacto con la naturaleza.
A veces podemos hacer todo lo posible para lograr una foto, pero la naturaleza siempre es la que decide qué y cómo va a pasar. Éste fue uno de esos casos, donde armé el escenario «ideal» pero los naranjeros tenían otro plan.”
Por Gonzalo Camiletti.
Santa Rosa, La Pampa.