Comenzar un nuevo año sin una planificación clara es como despegar en un avión sin un plan de vuelo: podrías mantenerte en el aire, pero es improbable que llegues a donde realmente querías. En un entorno cada vez más dominado por la incertidumbre y la complejidad, planificar ya no es solo una ventaja, es un imperativo estratégico.
Siempre que hablamos de planificación debemos hacernos la pregunta: ¿sirve realmente planificar? ¿para qué planificamos? El artículo «La gran mentira de la planificación estratégica» de Roger L. Martín de Harvard Business Review ya nos anticipaba que muchos ejecutivos se introducían en la planificación estratégica para no hablar y no poner en marcha la verdadera estrategia, sino para tranquilizarse, pensar que habían “planificado” y en realidad zambullirse a trabajar solamente en la diaria.
Una buena planificación anual no solo alinea objetivos, sino que también te prepara para identificar oportunidades y mitigar riesgos en un mundo moldeado por conceptos como VUCA (volátil, incierto, complejo y ambiguo) y BANI (frágil, ansioso, no lineal e incomprensible).
¿Por qué planificamos?
Planificar no solo organiza tareas; también genera claridad y propósito. Cuando las metas están definidas con precisión, cada acción del día tiene un sentido claro y medible. Además, permite priorizar y enfocar energías en lo que realmente importa, dejando de lado aquello que no aporta al objetivo final.
El planificar nos ayuda a movernos a la acción y esquivar esa “gestionanza” que es gestionar a través de la esperanza: “espero que este año sea bueno” “Ojalá que entren más clientes”.
Quienes planifican suelen contar con una hoja de ruta clara, que les permite adaptarse rápidamente a los imprevistos sin perder de vista el destino final. En contraste, quienes no lo hacen suelen verse atrapados en un ciclo reactivo, apagando incendios sin lograr avances significativos.
Leé también Planificación, IA y finanzas: lo que dejó Hangar 2024 en Santa Rosa
La planificación también permite medir el progreso y realizar ajustes en el camino. En mi experiencia con los talleres de planificación anual de Modo Avión, el uso de indicadores predictivos y objetivos alineados facilita tomar decisiones informadas. Sin estas herramientas, el riesgo de dispersión aumenta, al igual que la probabilidad de frustración.
Trabajar por ciclos
Otro tema importante en la planificación está en la magia de los trimestres. Trabajar en ciclos trimestrales es otra ventaja de la planificación estructurada, sobre todo para superar estos conceptos de volatilidad, incierto, complejo y ambiguo. Este enfoque no solo divide el año en bloques más manejables, sino que también fomenta una revisión periódica de los avances y ajustes necesarios.
No podemos olvidarnos de otro de los elementos más valiosos de planificar es el impulso continuo que genera. Tener un plan claro no solo reduce el estrés, sino que también alimenta la motivación al permitir visualizar los logros paso a paso.
Planificar no es simplemente un acto de organización es una declaración de intención y compromiso con el futuro.
En un entorno en donde la incertidumbre es la norma, la planificación se convierte en la clave para transformar sueños en realidades concretas. Con metodologías efectivas, objetivos claros y una ejecución disciplinada, cada nuevo año puede convertirse en un capítulo de éxito, en lugar de una lista de «qué podría haber sido».
Leé también Consejo para emprendedores: si no sabés en qué invertir, invertí en vos
Alejandro Lang es Lic en Administración y MBA. Consultor y profesor especializado en estrategia, innovación y habilidades de gestión. alejandro.lang@hulknegocios.com
Este contenido es posible gracias al apoyo de nuestros lectores y auspiciantes. Compartí esta nota, opiná, y publicitá en nuestra web, para promover un periodismo distinto en la región: Contacto y Publicidad.
La Pampa Noticias.