Cada vez que deslizamos el dedo por la pantalla del celular, compramos algo online o le preguntamos a un asistente virtual qué tiempo hará mañana, dejamos una huella digital. Esa huella, nuestros datos personales, es el combustible que impulsa la era digital, especialmente la Inteligencia Artificial (IA). Pero, ¿qué tan protegidos están esos datos? ¿Quién se asegura de que no terminen en manos equivocadas? Te invito a explorar este tema sin alarmismos.
Imaginemos una situación que nos puede pasar a todos: descargás una aplicación que te promete ayudarte a organizar tu día, pero, sin darte cuenta, esa app empieza a recopilar información sobre dónde estás, qué buscás en internet o incluso con quién hablás. La IA detrás de esa aplicación usa esos datos para predecir tus gustos y ofrecerte anuncios «personalizados«. Suena útil, pero también es inquietante.
En Argentina, la Ley de Protección de Datos Personales (25.326) dice que nadie puede usar tu información sin tu permiso, pero la realidad es que muchas veces aceptamos términos y condiciones sin leerlos, y las empresas lo saben.
Leé también El derecho a la imagen de niños, niñas y adolescentes en la era digital
La IA lleva este problema a otro nivel. Estos sistemas no solo guardan datos, sino que los analizan a una velocidad y profundidad que ningún humano podría igualar. Por ejemplo, con la información de lo que comprás, una IA puede adivinar si estás planeando un viaje o incluso si estás pasando por un mal momento. Esto abre la puerta a abusos: desde publicidad invasiva hasta fraudes más serios.
Lo que debemos saber
Entonces, ¿qué nos falta? Primero, necesitamos entender qué significa «consentimiento» en la era digital. Hoy, aceptar una política de privacidad suele ser un clic rápido para seguir usando una app. Pero, ¿es eso realmente aceptar algo de forma libre e informada? Países como los de la Unión Europea ya exigen que las empresas expliquen en lenguaje claro cómo usarán tus datos. En Argentina, podríamos adoptar un enfoque similar, asegurándonos de que todos, desde un adolescente hasta un adulto mayor, entiendan lo que están firmando.
Segundo, las empresas que manejan datos deberían rendir cuentas de manera más estricta. La IA puede ser una herramienta increíble, pero también un arma si no se controla. Necesitamos leyes que obliguen a las compañías a ser transparentes sobre cómo sus algoritmos usan nuestra información y que impongan multas serias si no cumplen.
Finalmente, todos tenemos un rol que jugar. Como ciudadanos, podemos ser más cuidadosos: leer antes de aceptar, elegir apps que respeten nuestra privacidad y exigir que las empresas sean claras.
Desde el derecho, el desafío es actualizar nuestras leyes para que no solo protejan, sino que también generen confianza en el mundo digital.
La privacidad no es un lujo, es un derecho. En Argentina tenemos todo para liderar esta conversación. La próxima vez que una app te pida acceso a tus datos, pensá que, detrás de esa pantalla, hay un universo digital que se alimenta de tu información. Tomate un minuto para revisar qué permisos das e indagá en cómo usan tus datos.
En un mundo donde la información es poder, tu privacidad es tu soberanía.
María Victoria Rambur Abogada. Docente en FCEyJ – UNLPam. Diplomada en Economía, Consumidores y Litigación Civil mvictoriarambur@gmail.com
Este contenido es posible gracias al apoyo de nuestros lectores y auspiciantes. Compartí esta nota, opiná, y publicitá en nuestra web, para promover un periodismo distinto en la región: Contacto y Publicidad. La Pampa Noticias, un medio distinto.