—¿En qué pensás cuándo vas arriba del caballo?
—En nuestro país.
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Marcos Villamil tiene 28 años y una forma de vida que tiene como protagonistas a los caballos, a las personas y al movimiento. Y a la Argentina, claro. Nació y se crío en Buenos Aires, donde estudió Agronomía.
Son las once de la mañana de un miércoles y ahora se encuentra en Choele Choel, en Río Negro. «Siempre me dediqué al agro desde distintos enfoques. Trabajé en la empresa Lartirigoyen y en el Banco Galicia. Ahora tengo un emprendimiento que está vinculado a la educación en el agro. De todo un poco, digamos», dice a La Pampa Noticias a modo de presentación.
La felicidad es un estado de ánimo al que todos intentan llegar y cada uno tendrá su medida del bienestar. Marcos cree haberla encontrado en compañía de sus caballos y en las postales que día a día le toca transitar.
«Soy un enamorado de nuestro país, de los caballos y de las personas»
Marcos Villamil
Todo comenzó a los 17 años cuando a un tío de San Antonio Areco le regalan un caballo. «Le dije que se lo llevaba andando a General Alvear, a unos 300 kilómetros. Esa fue una cabalgata que me enseñó porque hice muchas cosas mal. Perdí la billetera el primer día, dormí al costado del camino. Pero aprendí muchísimo», recuerda Marcos.
Dice que en el país hay cosas muy buenas para difundir. Y hay que creerle. Porque su mensaje de defender a la Argentina e incentivar a que la gente no quiera irse, está por encima de todo. “En 2014 se me plantó el sueño desde el alma, porque soy un enamorado de nuestro país, de los caballos y de las personas”, dirá en más de una oportunidad. “Cuando arranqué con esto dije voy a armar un Instagram y lo llamé Abrazarte Argentina para establecer esa cercanía con la gente y que no sea nada distante».
La cabalgata le sirvió para construir su propia personalidad. Algo que es parte de su ADN. Día a día recorre el país con sus tres caballos: Mora, Wayra y Tordo. «No encontré otra forma de conocer los lugares que no sea esta. Hacer kilómetros y kilómetros desde la perspectiva del caballo es muy distinta a cualquier otra. Te conectás con el espacio de una forma muy particular. Y la gente te recibe y te llena de cariño. Te da una satisfacción increíble. Lo mínimo que puedo hacer es contar lo que me va pasando día a día a esa gente que me recibe tan bien. Me encanta contar», advierte.
Marcos Villamil tiene un espejo donde siempre busca mirarse. No duda en reconocer que una charla con Benjamín Reynal lo tranquilizó. «Él hizo una cabalgata de cinco mil kilómetros. Me reuní en su casa de Bariloche y me animé a preguntarle. ´Si vos le tuvieras que decir algo a ese Benjamín de 25 años a que haga algo distinto, ¿qué le dirías?´. Y me dijo: ´Le diría que esté más con las personas y que se meta más en los campos, en los terrenos agrestes, más en las montañas´». Conceptos básicos que hoy Marcos lleva como bandera.
«No quiero que venga una persona y me cuente cómo son las cosas. Quiero ir yo y vivenciarlas a mi manera. Quiero ir a muchos lugares, transitarlos, conocer a la gente. Es un viaje que me va a llevar un año»
Marcos Villamil
Las estaciones de trenes abandonadas son postales que Marcos no puede quitarse de su cabeza. «Son historias que siempre cuento, que están en los pueblos. Me da mucha lástima ver todo ese paisaje. Es que desde que se fue el tren quedaron abandonados y aislados del país, digamos. Cada vez estamos dejando de lado a nuestra Argentina, que es tan grande».
Hay pueblos que a Marcos lo marcaron a fuego. «En Pichi Mahuida me han recibido de una forma increíble», dice y se emociona.
—¿Cómo sigue ahora tu itinerario?
—Pienso seguir hasta Ushuaia, de ahí me subo en un flete hasta La Pampa y lo iré armando hasta La Quiaca, pasando por San Luis, Córdoba, Catamarca, Tucumán, Salta, Jujuy y ahí bajo hasta General Alvear. Es un viaje que tiene como objetivo poder recorrer todo nuestro país a caballo. No quiero que venga una persona y me cuente cómo son las cosas. Quiero ir yo y vivenciarlas a mi manera. Quiero ir a muchos lugares, transitarlos, conocer a la gente. Es un viaje que me va a llevar un año y tres meses más o menos. Pero me va a acompañar toda la vida.
«Es una aventura que está en manos de las personas. Me estoy mandando a recorrer toda la Argentina en un año y tres meses a caballo. Son 9.000 kilómetros confiado en que la gente me va a recibir. Y lo más loco es que la gente me recibe»
Marcos Villamil
Marcos arrancó la aventura el 7 de septiembre y ya lleva 780 kilómetros. «Cuando vas andando, vas mucho más conectado con el lugar, con los caballos, viendo el entorno», asegura. «Me encontré con mucha gente que ama nuestro país, que quieren que crezca de una forma saludable, sana, que haya tren, movimiento, que todas las acciones vayan en un sentido», comenta.
—¿En qué momento te diste cuenta que todo esto era necesario difundirlo y transmitírselo a otros?
—Cuando tomé la decisión de hacerlo, estaba laburando en el Banco Galicia. De repente me dije hay que hacer un parate ahora porque las responsabilidades van a venir en aumento. Con mi socio armamos una empresa vinculada a la educación en el Agro para mejorar todo lo que son las escuelas técnicas, las universidades y el campo con las empresas. Pero este viaje ya me va a marcar toda la vida. Todas las cosas que a mi me pasan, me llenan el alma. Es una aventura que está en manos de las personas. Me estoy mandando a recorrer toda la Argentina en un año y tres meses a caballo. Son 9.000 kilómetros confiado en que la gente me va a recibir. Y lo más loco es que la gente me recibe«, dice.
A los 17 años falleció su padre y Marcos todos los días se sentaba frente a una maquina de escribir Olivetti a ordenar todos esos sentimientos que le venían a la mente. Ahora continúa con esos ejercicios. «Acá tengo mi cuaderno enfrente, justo estaba escribiendo a mano cuando me llamaste».
—¿Qué es lo que más te sensibilizó de este viaje?
—Siempre fui una persona sensible. Me gusta la escritura, la música, las personas. Di un taller de escritura a chicos de cuarto grado. Fue un mundo que siempre fui trabajando. Lo hablé ayer con mi madre, me fui preparando para poder recibir todo lo lindo que está pasando acá.
—-¿La pandemia te afectó en algo a la hora de hacer todo este recorrido?
—Me hice el hisopado cuando empecé todo esto y dio negativo. Como voy andando por campos, a los pueblos los trato de esquivar. De no existir la pandemia, la verdad es que me hubiese quedado en algún pueblo. Me ha pasado que gente no me invite a comer y me diga ´che, disculpame´. Pero la dinámica de la cabalgata es andar a caballo.