Ataliva Roca es una localidad situada en el departamento de Utracán, a 45 kilómetros al sur de Santa Rosa, sobre la Ruta Nacional 35. Un ejemplo de cómo la tranquilidad y el desarrollo económico pueden coexistir armoniosamente.
Con una comunidad pequeña de aproximadamente 1,300 habitantes, el pueblo conserva su quietud mientras impulsa una serie de emprendimientos destacados que lo posicionan como un atractivo destino.
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Historia
La historia de la fundación del pueblo es tan asombrosa como misteriosa. Lleva el nombre de Ataliva Roca, hermano de Julio Argentino Roca y suegro de Pedro Luro, quien heredó los terrenos en donde actualmente se encuentra el parque provincial que lleva su nombre.
Según se cuenta, cuando se estaba por fundar en tierras que habían pertenecido a Don Ataliva, se reunieron en una esquina del campo, situada a unos diez kilómetros del actual emplazamiento del pueblo, el propietario en ese momento, Juan Stoessel, dos agrimensores y algunos notables vecinos de la zona. Firmaron un acta con el compromiso de fundar el pueblo e introdujeron el documento en una botella lacrada que enterraron -aunque nunca fue encontrada-.
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Desde su fundación oficial en 1902 hasta hoy, Ataliva, con sus calles todavía de tierra, casas pintorescas y espacios verdes ordenados, es un refugio de quietud. En esto coinciden tanto residentes como exresidentes, quienes muchas veces deciden emprender el regreso.
Emanuel Magallanes (33) es uno de ellos. Cocinero de profesión, después de estudiar en Santa Rosa y trabajar en Córdoba, decidió instalarse definitivamente en Ataliva. «Volví por la tranquilidad, más que nada», afirma. Hoy trabaja en el negocio de Olga Nicoletti, un restaurante, que a su vez tiene una heladería y un correo de tarjeta postal.
Emanuel no nació en Ataliva, aunque toda su familia es de allí. De hecho, su familia está directamente involucrada con la historia y conformación del pueblo. Su bisabuela, Catalina Colla, fue una de las fundadoras. Su tía, Olga Nicoletti, trabajó desde los 14 años en tiendas de ramos generales y hoy atiende el correo. Su abuelo, Juan Hernández, fue cuatro veces juez de paz. Su padre Gustavo Magallanes fue presidente del Club Sportivo El Pampero y un primo, Roberto Coria, tres veces intendente.
Los lazos familiares y comunitarios no son cosa menor. Él destaca que su familia y amigos juegan un papel importante en sus actividades comerciales y eventos:
«Para trabajar, nosotros recibimos ayuda de todos: mis tíos, mis viejos. Aparte de tener el negocio, hacemos eventos en el pueblo. Ahí es cuando aparece la ayuda de tíos, amigos… Es como una gran familia la nuestra. Cada vez que decimos ‘evento’, tenemos un montón de gente detrás nuestro, que están más locos que nosotros, dispuestos a ayudar».
Emanuel
Luján Rodríguez (32) dice que Ataliva es el pueblo que la vio nacer y crecer. Hace casi 33 años que vive en la localidad y solamente se fue un par de años a vivir a Santa Rosa para estudiar, aunque antes de recibirse emprendió su regreso definitivo a la localidad. Hoy enseña Geografía en la escuela René Favaloro y está a cargo del área de Cultura y Turismo de la Municipalidad. «Soy mamá de Gerónimo, que tiene 5 años, y elegimos y la volveríamos a elegir por su modo de vida, por su tranquilidad, porque está en nuestras raíces; mi papá y toda su familia es oriunda de la localidad».
Actividades económicas y atractivos turísticos
Al igual que casi todas las localidades de la provincia, tiene una comunidad pequeña, de unos 1300 habitantes. Su perfil productivo es principalmente ganadero, aunque el sector de servicios públicos también desempeña un papel importante en su economía. Sin embargo, hace ya algunos años la cosa empezó a cambiar gracias a la iniciativa de vecinos y vecinas. Hoy puede decirse que el sector privado tiene emprendimientos «bastante llamativos» para una localidad de su tamaño e inclusive un parque industrial en formación.
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¿Qué tiene para ofrecer Ataliva a quienes deciden emprender, además de tranquilidad? En principio, una ventaja geográfica estratégica: se encuentra en el centro del país, cerca de la capital pampeana, y los centros de comercialización de Buenos Aires y Bahía Blanca. Pero también tiene otros beneficios menos evidentes, como la optimización del tiempo y la facilidad para llevar a cabo tareas cotidianas sin perderse en los inconvenientes de las grandes ciudades. Beneficios que quizás pasan desapercibidos para quienes vivimos en entornos más urbanos.
Quizás estas condiciones expliquen en parte por qué, en los últimos tiempos, han surgido en la localidad emprendimientos llamativos, que el Municipio ha aprovechado como atractivos turísticos. «Apostamos fuertemente a que todo aquel que la conoce la vuelva a ver y la vuelva a elegir», explica Luján Rodríguez. Actualmente, desarrollan un «turismo estudiantil» a través de empresas privadas que contratan servicios para visitar diversas instalaciones comerciales y naturales de la localidad. Entre los sitios de interés se incluyen:
- La planta de reciclado.
- El almacén de Ramos Generales de Néstor Gonzalez, conocido como «El Gallego».
- La fábrica de pastas Rucalén.
- La fábrica de chalecos balísticos.
- La fábrica de juguetes Manick Patagonia.
- El restaurante Patrón Viejo.
- La Reserva Natural de Caldenes.
- El camping municipal «José Francisco Barreiro» y diferentes parques verdes.
Cada uno de estos lugares ofrece una perspectiva única sobre las actividades productivas y culturales del pueblo, convirtiendo a Ataliva Roca en un destino atractivo para visitar.
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