Emy vive en el barrio Obreros de la Construcción de Santa Rosa, La Pampa. Tiene tres hijos para alimentar. Por el aislamiento obligatorio, desde hace 15 días, no puede salir a trabajar. “Yo, en sí, quiero conseguir trabajo” nos dijo en el mensaje que mandó a La Pampa Noticias, y que motivó esta nota. La historia de muchos, acá nomás.
Emy Gavilanis (52 años) crió, nada más y nada menos, doce hijos. Hoy vive con tres de ellos, los más pequeños. Pasó por muchas crisis económicas en su vida, pero como esta, pocas. ”En el 2001 por lo menos podías salir y rebuscártelas”.
Cuenta que trabaja cuidando adultos mayores, pero, a raíz de estas medidas, tuvo que dejar de hacerlo y en consecuencia “elegir sólo una comida al día”. También hacía torta fritas para vender, pero ya no le queda ni harina.
En La Pampa son muchos los que están ayudando y asistiendo: el Ministerio de Desarrollo Social de La Pampa, los municipios, la Municipalidad de Santa Rosa junto al Ejército están llevando comida a los barrios en Santa Rosa. También Cáritas Santa Rosa, Fundalhum, Asociación Ex Alumnos Don Bosco, entre otras muchas organizaciones que tomaron cartas en el asunto.
En Argentina un 40% de la población tiene un empleo informal. Si no salen a trabajar, no tienen para comer. Daniel Arroyo, el ministro de Desarrollo Social, dijo hace unos días en una entrevista que la cuarentena golpeará principalmente a estos sectores “la pobreza urbana está vinculada al hacinamiento, a la informalidad laboral y a los problemas de infraestructura básica, entre los cuales está el tema del agua”.
El hambre, las condiciones de una vivienda digna, y el trabajo informal son problemas que nadie puede seguir escondiendo debajo de la alfombra.
Quizás el aislamiento obligatorio fue diseñado y pensado sólo para la clase media, media/alta “pensada para la gente que trajo el virus” dice Emy, pero enseguida aclara que no culpa a esas personas que tienen la fortuna de viajar, sino que pide que alguien piense en los que trabajan y dependen del “día a día”.
La pandemia necesitó medidas urgentes. El aislamiento fue la opción que se replicó en todos los países del mundo, con diferentes características. Pasadas ya dos semanas todo se empieza a complicar mucho para los que no tienen ingresos, la comodidad de un baño, agua potable, y la suerte de poder cumplir con las cuatro comidas diarias.
Rodrigo Zarazaga, es sacerdote jesuita, docente, y politólogo, trabaja en el Área Metropolitana de Buenos Aires “uno tiene en la zona sur hasta cuatro personas por habitación, hogares que superan los cinco. Puede ser complicado decirles que tienen que estar entre cuatro chapas durante toda la cuarentena. En las villas y los asentamientos la vida es muy en los pasillos, es muy afuera” dijo esta semana en Radio Mitre.
“El condicionamiento estructural impone condiciones en cómo se vive la cuarentena. Nosotros podemos pasarla escuchando radio, viendo Netflix y hasta abriendo una botella de vino. Otra es cuando no se tiene agua potable y se está sacando el último arroz de la alacena”.
El director del Observatorio de la Deuda Social de la UCA, el sociólogo Agustín Salvia, consideró acertadas las medidas asistenciales anunciadas por el presidente, como el Programa de Asistencia de Emergencia al Trabajo y la Producción, pero también manifestó que serán insuficientes y que «verán reducidos significativamente sus ingresos, más allá de la asistencia que les pueda prestar el Estado».
Mientras tanto, los hijos de Emy, a la hora de la cena, mirándola a los ojos, le dicen: “mami, cuando no hay, no hay, con esto lo pasamos, dáselo a la señora de enfrente”. Quizás, toda esta crisis mundial nos sirva a todos para aprender algo de ellos, los hijos de Emy. La solidaridad primero. Donde siempre debió estar.